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Matrimonios y algo más…

Scioli y Massa llegaron a un acuerdo que se presume conveniente para los dos.

El acuerdo Daniel Scioli-Sergio Massa, que evitará la interna por la candidatura a gobernador en el oficialismo, y la formalización de la alianza Ricardo Alfonsín-Francisco De Narváez marcaron una semana en la que, a partir de esa suerte de matrimonios políticos, comenzaron a verse con alguna claridad los trazos gruesos de los diseños electorales con que la ciudadanía se encontrará en los cuartos oscuros.

La decisión del intendente de Tigre de no competir con Scioli, que se convertirá, así, en el candidato único a gobernador del peronismo bonaerense, se dio en el marco de un acuerdo que fue presentado como el resultado del “esfuerzo y la responsabilidad” de ambos dirigentes para concretar “la unidad del PJ bonaerense”.

Scioli y Massa llegaron a un acuerdo conveniente para los dos. Aunque, acertado o no, siempre estuvo seguro de que ganaría holgadamente esa interna, el gobernador no quería la confrontación, desde el convencimiento de que la pulseada iba a terminar de anarquizar y tensar la situación “abajo”, en el convulsionado nivel de los intendentes y referentes regionales.

Esos jefes comunales aún no saben si tendrán espacio en las listas legislativas y municipales ni con cuántos contendientes del propio oficialismo tendrán que competir. Y el intendente de Tigre demoró una decisión hasta el punto de que ya no podría montar la estructura necesaria, que requiere –entre tantos requisitos fuertes– un ejército de 30 mil integrantes para fiscalizar las mesas de votación.

Estrategia antirriesgos

Aunque el acuerdo Scioli-Massa incluye políticas de gestión, candidaturas y obras públicas para Tigre, la explicación sobre el objetivo compartido de aportar a “la unidad” del PJ provincial no parece casual. La estrategia de unificar alineamientos y candidaturas troncales fue definida hace ya algunas semanas en la Casa Rosada.

Fue, más precisamente, una orden de Cristina Kirchner que instrumenta Carlos Zannini, desde la consigna de montar un esquema electoral “sin riesgos” de una dispersión del voto que pudiera atentar contra la cosecha de la lista presidencial.

De hecho, Massa se reunió dos veces en la última semana con Zannini y Héctor Icazuriaga, el titular de la Side y operador número dos de Cristina, antes de tomar una decisión. Y Scioli ya conocía desde antes la estrategia de buscar acuerdos y cerrar filas.

Es desde ese diseño que el oficialismo evitará la interna por la candidatura a gobernador y se dispone a cerrar listas únicas de candidatos a legisladores provinciales en las ocho secciones electorales desde una premisa de hierro: que figuren en lugares a salir de esas nóminas ultrakirchneristas y representantes de La Cámpora.

Y es desde esa pauta, también, que esos sectores y Scioli ya comenzaron a mostrarse con frecuencia en público en “fotos de unidad”, como en el acto que protagonizaron en la última semana frente a la Gobernación y al que asistieron, como refuerzo de la señal política, dirigentes no bonaerenses como el porteño Filmus, el santafesino Rossi y el entrerriano Urribarri.

Tensiones que persisten

La estrategia, sin embargo, no disipó incertidumbres y tensiones en el peronismo bonaerense. Está claro. La orden de “unificar” no incluye a Martín Sabbatella que, con la lista de Cristina abriendo su boleta colectora, le dará pelea a Scioli y a las listas del oficialismo para la Legislatura y las intendencias.

La orden de listas legislativas únicas bajo las condiciones mencionadas le augura a una pléyade de peronistas históricos, entre ellos unos cuantos intendentes, que no tendrán un lugar en esas nóminas.

Y para los cargos municipales, el esquema será mixto según el que más convenga para la cosecha de votos de la boleta presidencial: en algunos distritos la orden será que se presente una sola lista para intendente; y en la mayoría, que haya competencia (un diseño que valdrá tanto para la elección interna como para la general por la vía de las colectoras).

En ese contexto, por lo demás, la definición de estrategias y candidaturas que va obligando a tomar el cronograma electoral ha dejado en evidencia algo que ya se sabía: es la presidenta la que decide, y algo que no se conocía tanto: no siempre los lineamientos y las postulaciones que impulsa Zannini son los que al final impondrá Cristina.

Así lo entienden los oficialistas bonaerenses, que tomaron nota de que, si por el secretario legal y técnico de la Rosada hubiera sido, Amado Boudou estaría hoy compitiendo con Mauricio Macri.

Matrimonio bipartidario

En el principal espacio opositor, Ricardo Alfonsín y Francisco De Narváez formalizaron una sociedad política que, en lo que hace al diseño electoral para la provincia de Buenos Aires, ya está mucho más avanzada de lo que se dejaba saber. No habrá internas para ningún cargo ni colectoras. Para eso, buscarán consenso a partir de la preeminencia regional o distrital de cada fuerza.

Está resuelto, por caso, que en las 40 comunas del interior que gobierna la UCR los intendentes irán por la reelección y en el conurbano el denarvaísmo tendrá varios candidatos distritales. Y se acordó también que la lista de diputados nacionales se integrará con “uno y uno” de cada sector.

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