Alrededor de la industria aceitera y de las energías alternativas subyace una disyuntiva, para algunos falsa: biocombustibles o alimentos. Mientras de un lado se destaca que el biodiésel es menos contaminante que el gasoil puro a base de petróleo, del otro se levanta la bandera de soberanía alimentaria y se rechaza la idea de fabricar biocombustibleS con materia prima comestible, como los granos. En el caso de la Argentina, donde hay algunos ensayos incipientes con otros cultivos, el biodiésel se fabrica preferentemente con aceite de soja (transgénica, rociada con agroquímicos), y si bien es cierto que este poroto no tiene peso en la dieta de los argentinos, su frontera se ensancha año tras año. Otros centran el debate en otro punto y opinan que en el mundo se producen alimentos suficientes pero están mal distribuidos por culpa de las políticas públicas.
A propósito de la entrada en vigencia de la nueva legislación para la fabricación del gasoil y la nafta que se comercializan en el país, el presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio), Fernando Peláez, destacó: “Estamos convencidos de que esta medida es el comienzo de la promisoria participación que tendrán las energías renovables en la matriz energética nacional. La consolidación del mercado interno es sin duda un paso fundamental para la constitución de la Argentina como líder en la producción de biocombustibles a nivel mundial”. Y agregó: “La incorporación de biocombustibles no sólo disminuye el dióxido de carbono sino también de otros gases contaminantes”.
A partir del cumplimiento del corte de 5 por ciento de biodiésel en el gasoil, Peláez opinó que se producirá una diversificación de la matriz energética nacional siendo que casi el 90 por ciento de las fuentes primarias de energía en nuestro país provienen del petróleo y el gas natural. “Así, se sustituirán importaciones de gasoil, privilegiando las economías regionales y pymes y por consiguiente las fuentes de trabajo vinculadas al sector. La comercialización de biodiésel en el mercado interno revaloriza la inversión realizada en la industria de más de 700 millones de dólares”, sostuvo el presidente de la Carbio.
“Multiplicidad energética”
Al dar a conocer la nueva implementación para el gasoil y la nafta, el ministro de Planificación Federal Julio De Vido indicó: “Esta gestión toma el desafío de cambiar el rumbo hacia la multiplicidad de la matriz energética, apostando a las energías alternativas”. Con la incorporación del biodiésel, destacó el funcionario, “se incrementarán las reservas energéticas del país en un 2 por ciento”. Para De Vido, el biodiésel “es más amigable con el medio ambiente, es renovable y en el futuro puede llegar a ser hasta sustituto del gasoil”.
Carlos Sartor, secretario de Agricultura y Biocombustibles de la provincia, reconoció que casi la totalidad del biodiésel que se produce en Santa Fe proviene del aceite de soja, aunque indicó que se están realizando ensayos incipientes con cultivos alternativos, como la colza o la jatropha, “que no compiten con los granos que sirven para producir alimentos”.
En un trabajo del Ministerio de Agricultura de la Nación se consigna que “los biocombustibles usan la biomasa vegetal sirviendo de fuente de energía renovable. Su uso genera una menor contaminación ambiental y son una alternativa viable al agotamiento ya sensible de energías fósiles, como el gas y el petróleo”.
En el mismo sentido se pronunció el ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, Lino Barañao. Para el funcionario, hay que fomentar “los biocombustibles a partir de cultivos no comestibles como algas, para aprovechar la energía que está en la celulosa o algún tipo de pasto, de forma tal de romper con la disyuntiva biocombustible versus alimento”.
Modelo agroindustrial
En un escrito que introduce otra mirada al debate en torno a los biocombustibles, Pablo Bertinat, del Área Energía del Taller Ecologista de Rosario, plantea: “En el caso del biodiésel, por ejemplo, para las empresas transnacionales exportadoras de aceite su producción implica obtener un importante plus de ganancia convirtiendo el aceite en biodiésel, un proceso relativamente sencillo y económico”.
De la mano de la demanda creciente de granos para fabricar biocombustibles, Bertinat cree que “aparece una fuerte presión compradora por parte de los países europeos, que han incorporado en su legislación la obligatoriedad de ir introduciendo paulatinamente estos combustibles y que no disponen de territorio para producirlo”.
“Todo parece indicar que se intenta sostener la producción basada en el modelo agroindustrial imperante en la región impulsando al mismo tiempo la mayor concentración de procesos productivos”, señaló el integrante del taller Ecologista de Rosario.
“Las legislaciones nacionales sumadas a la presión de los sectores exportadores y al proceso de agotamiento y elevación del precio del petróleo favorecerán la incorporación de nuevas áreas cultivadas con estos fines, lo cual extenderá la frontera agrícola, fortalecerá el modelo agroindustrial vigente y profundizará la concentración de riqueza”, agregó Bertinat.