Jaquelina Balangione integra en un lugar expectante la lista de precandidatas y precandidatos a diputados provinciales del sector que propone a Marcos Cleri para la Gobernación, detrás de Alejandra Rodenas y Germán Bacarella. Sus 20 años en el Poder Judicial, primero como jueza de menores, luego como camarista y finalmente como defensora general de la provincia, son la base que ella considera fundamental para la tarea que le espera en caso de ser elegida. Dueña de una amplia trayectoria profesional y académica, con experiencia tanto en el Estado como en la actividad privada, insiste en que «no alcanza con el sentido común» para participar de la vida política y propone una Legislatura que no sea «una máquina de sacar leyes», sino un espacio amplio de debate: «Quedémonos hasta las cinco de la mañana peleándonos, pero logremos un consenso». Especialista en seguridad, propone atacar ya las urgencias pero advierte que todo es «consecuencia de un problema más grande, que es el problema social».
—En abril terminó su período como defensora general. ¿Enseguida llegaron las propuestas electorales?
—Terminé mi mandato el 20 de abril, con la idea de volver a la profesión. Me llegaron algunas propuestas, pero ninguna me cerraba. Hasta de vicegobernadora. Pero yo soy una persona responsable, y sé lo que es estar en esos lugares.
—¿No alcanza con sentido común?
—No, me parece bárbaro tener sentido común, y lo doy por descontado en quienes nos presentamos con responsabilidades. La valentía también, pero los conocimientos y la trayectoria las necesitás, porque es una lapicera muy importante. Tenés que tener experiencia, tenés que saber lo que es estar ahí adentro. A veces me dicen que (Carlos) Reutemann no era de la política y llegó, pero Reutemann negociaba con Enzo Ferrari. Venía de la actividad privada, pero de alto nivel. Un capocómico estuvo a punto de ser gobernador y se le subió la presión a 21, que es lo que vemos que está pasando ahora.
—El manejo del Estado tiene sus complejidades.
—Sí, porque con sentido común te quedás corto. Porque además me parece una falta total de sentido común arrancar una carrera política postulándote a gobernador o a gobernadora. Yo, con toda la trayectoria que tengo me propusieron como candidata a vicegobernadora y dije que no. Después hay cuestiones extremas, como la candidata que en su momento llegó con la campaña provida. Esa es una cuestión del Congreso nacional, no de la Legislatura. Y un montón de gente votó por no estar de acuerdo con el aborto, posición que respeto, pero engañada, porque el tema del aborto no se discute en la provincia, se discute en la Nación. Hay que ser más claros y tener una buena comunicación con la sociedad. Hay que dejar de venderle verso a la sociedad.
—¿Es difícil salir de la lógica de las chicanas y el eslogan?
—Muchos de los precandidatos, sobre todo los que aspiran a la Gobernación, tiran títulos, títulos, títulos, y no te desarrollan un tema. El otro día me preguntaba un colega tuyo, ¿usted que opina de la política de seguridad de Fulano y de Mengano? Le respondí que Fulano nunca dijo qué va a hacer, dijo que va a asumir con valentía contra la inseguridad. ¿Se va a poner un casco? ¿Cómo vas a hacer? Contá lo que ves, cómo desarrollás el tema; no la escuché.
—Por su último cargo en la Justicia, como defensora general, se la vincula con el tema inseguridad, que es el eje de esta elección.
—Sí, a mí se me vincula más al tema de seguridad. De hecho, junto con la precandidata a senadora por Rosario de mi sector, que es Paula Sagué, somos las dos que estamos en esa mesa. En las reuniones recibo muchas consultas, creo que soy una persona que está formada en eso y sé de qué se trata el tema. Pero no es ése mi único tema, porque yo tengo una mirada con respecto al Estado, como un conjunto integral que nuclea elementos y personas muy heterogéneas, y problemas muy heterogéneos. Y el Estado, representado por los funcionarios, es el responsable de organizar todo eso para poder vivir en una sociedad en paz. Y que a partir de la igualdad de oportunidades, cada uno según su mérito llegue más lejos, tenga más cosas, según su mérito, su sacrificio, sus capacidades, pero una vez que estamos en un pie de igualdad en cuanto a las oportunidades. Porque si vos hablás con un pibe que no terminó la primaria, que tiene 16 años y se droga desde los 14 y no tiene un diente, y no fue a la escuela, lo más probable es que no haya completado el plan de vacunación, que no sepa lo que es levantarse temprano todos los días, que no tenga hábitos de disciplina, entonces no le podés exigir lo mismo que a uno que nació en una casa como la mía o la tuya, que sí tuvimos esa posibilidad. Y no hablemos de ricos o pobres, hablemos de personas que pudimos desarrollarnos dentro del sistema.
—Y ahora va a competir ni más ni menos que con el gobernador.
—Sí, a competir con Perotti, que no me invitó a la lista (risas).
—¿Cuál es su mirada del gobierno provincial?
—Yo lo que digo es que el peronismo es hoy una muy buena posibilidad para la provincia, hay una garantía por la unidad que hay en este momento en el peronismo. Y una unidad en cuanto a decir: «Todos vamos en este camino». Viene muy bien el nombre del frente que se llama Juntos Avancemos. Porque lo que yo estoy viendo en la oposición, con ese frente, con personas que muchas merecen mi respeto, porque yo como judicial trabajé con el gobernador (Antonio) Bonfatti, con el gobernador (Miguel) Lifschitz, excelente relación hemos generado con todos. Pero yo lo que veo que en ese frente es que hay muchas posturas muy antagónicas y que ideológicamente es muy difícil consensuar. Y se está viendo ahora en la campaña. Me parece que es inviable un gobierno de esa forma. En cambio, con el peronismo cada uno tiene su perfil. Yo en este grupo me siento muy cómoda, la lista de diputados va a quedar muy bien armada, porque si bien todos vamos para el mismo lado hay distintos perfiles. Y, como la lista de diputados se arma por sistema D’Hondt, va a haber una buena representación.
Con respecto al gobierno, creo que el tema seguridad se le fue de las manos. Yo voy con la verdad en todo, porque no necesito el cargo, ni siquiera voy a cobrar la dieta porque ya tengo mi jubilación. Así que esto lo hago realmente con ganas de devolver un poco de todo lo que yo recibí, con un compromiso social. Mis planes eran otros. Con respecto al tema seguridad, me parece bien la convocatoria al diálogo, ya hubo otros intentos en otros aspectos, en otros gobiernos, pero por lo menos los que vamos somos todos respetuosamente escuchados.
—¿Cuál fue el error de esta administración en seguridad?
—Hubo mala suerte también, por no dar con las personas, y lamentablemente se generaron esos conflictos. Porque yo creo que el ministro (Marcelo) Sain era un buen recurso, en cuanto a su formación, a su formación en criminología, pero bueno, se desataron todas esas problemáticas que se hizo que se dividieran las aguas. Pero el tema seguridad hay que dividirlo por lo menos en dos etapas. Una es lo urgente, neutralizar este nivel de violencia y de delito que hay sobre todo en la ciudad de Rosario, luego en Santa Fe y no descuidar el interior. Eso es lo urgente, está en manos de este gobierno y yo creo que hay que darle al ministro (de Seguridad, Claudio) Brilloni todo el apoyo. Etapa actual, trabajar lo urgente, a ver cómo se neutraliza esta violencia ya. No podemos seguir contando muertos.
Pero si nosotros vemos el problema de la inseguridad como el problema más grave de la sociedad, el árbol no nos está dejando ver el bosque, porque es la más grave consecuencia de otro problema más grave, que es el problema social que nosotros tenemos. Con la marginalidad que se ha generado -no lo uso despectivamente el término marginal, sino que lo uso gráficamente, ilustrativamente, como personas que están fuera de los márgenes del sistema-, nosotros, sea quien sea el gobierno, no podemos hablar de achicar el Estado, tenemos que hablar de poner el Estado donde tiene que estar, más presente en los sectores de mayor vulnerabilidad social. Pero no presente caminando para una campaña o regalando una copa de leche, presente en serio, con madurez, salud de calidad, educación de calidad, formación en disciplina, en valores, con los clubes de barrio. Eso no lo hacés de un día para el otro, ni tampoco en una sola gestión de gobierno.
Tenemos que ver un plan a más largo plazo, con más inteligencia, con más articulación. Y para trabajar esto tenés que trabajar también la producción, el trabajo, y no sólo el del pequeño emprendedor, y de las pymes y de las cooperativas -soy fan del cooperativismo-, pero también hay que trabajar con las grandes empresas, ponerles el oído, hay muchas empresas extranjeras, que están trabajando acá, que están comprando las lácteas.
—¿Cuál es la impronta que le gustaría plantear desde la Legislatura si le toca integrar la lista final del peronismo?
—Bueno, a ver, yo pienso que la Legislatura no es una máquina de fabricar leyes. Yo soy enemiga de tantas leyes. A mí un profesor en primer año me explicó que la Constitución te entra en el bolsillo y contiene todas las leyes. En la Argentina ya vamos por la ley 27 mil y pico, en la provincia más o menos lo mismo. La gente se pierde con tantas leyes, las leyes se pisan entre sí, más allá de que hay un digesto que te mantiene las que están derogadas, las que están actualizadas. Pero hay leyes que se pisan entre sí y hay sectores que no están regulados. Es hora de madurar: la Legislatura es el corazón de la política. Eso es el sistema parlamentario, donde las ideas se debaten. Hay que debatir, debatir, siempre con la Constitución en la cabeza.
—¿Lo contrapuesto a eso sería lo que pasa muchas veces, con la aprobación de leyes casi a libro cerrado?
—Es lo contrapuesto. Yo quiero menos leyes y más debate, matémonos ahí adentro, quedémonos hasta las cinco de la mañana peleándonos pero logremos un consenso. Porque es el lugar más democrático, donde están representados todos los sectores, hasta las minorías. Entonces ahí tenemos que lograr que el Poder Ejecutivo tenga las herramientas para ejecutar su presupuesto y sus actos de gobierno. Y que el Poder Judicial tenga las herramientas para controlar lo que hace el Ejecutivo y para resolver los conflictos que llegan ante la Justicia. Pero la Legislatura no puede ser una máquina de sacar leyes.
—La diputada provincial Matilde Bruera siempre repite algo muy parecido, se queja de que falta debate en la Legislatura santafesina.
—Yo comparto tantas cosas con Matilde… Nos conocimos ahora, pero pensamos igual en todo. Por eso tenemos un sistema D’Hondt, que asegura que las minorías entren. ¿Para que queremos las minorías si no hay debate?
—La Constitución santafesina no ayuda mucho a esta lógica, sobre todo en Diputados, donde la primera minoría se asegura el control de la Cámara.
—Yo estoy a favor de una reforma, pero de una reforma cuidadosa, porque tenemos una buena Constitución. Quizás son esos los temas a debatir en una constituyente, como también el tema de la reelección, pero no puede ser que el tema de la reelección sea: «Vamos con la reforma o no por este tema». Ese es un punto. Yo siempre lo escucho al doctor Danilo Kilibarda, que fue uno de los constituyentes, que siempre defiende a la Constitución, que fue del año 1962, no es tan vieja. Es una Constitución muy buena, el núcleo duro es muy bueno, tiene un Preámbulo precioso, pero yo creo que hay que reformarla pero para actualizarla, y quizás ese sea un punto a ver. Con mucha responsabilidad hay que hacerlo, porque hay que ver la experiencia de los cordobeses, que hicieron la unicameralidad porque era más barato, qué se yo, y ahora gastan el doble que antes y al final no tienen representación de las minorías. No les está resultando el sistema. Nosotros con las dos cámaras tenemos a todos representados y esa es la idea. Hay que trabajar siempre con esa mirada integral, cerca de la gente, cerca de las asociaciones, cerca de las cooperativas, cerca de las empresas, cerca de los pueblos, de las ciudades, escuchando las inquietudes, qué quiere la gente, porque nosotros los representamos. Luego eso hay que llevarlo al recinto, al debate, a través de anteproyectos, a través de propuestas.
—¿Cómo funciona ese debate sin desembocar necesariamente en una ley?
—Un ejemplo es lo que se hizo en estos últimos años, donde la Legislatura empezó a llamar a funcionarios para que informen. Fiscal general y defensora general tuvimos que ir a informar a la Legislatura. Yo, gracias a eso, puse sobre la mesa y en el debate político la problemática carcelaria. Gracias a esos informes que fui a dar a la Legislatura. No salió ninguna ley, pero los diputados me acompañaron a recorrer las cárceles. Entonces el tema está en el debate, ya nadie niega, y se visibilizó muy bien la problemática de la selectividad del Derecho Penal, que recae en los sectores más humildes. Y se refleja muy bien cuando vos en el informe podés mostrar que hay 10.000 presos y son todos pobres. No hay presos por lavado de dinero. Y también yo puedo demostrar que eso es porque el sistema penal todavía no tiene todos los recursos que tiene que tener. Pero que si no se trabajan las causas, la proyección es al infinito, por más cárceles que vos hagas. Por más recursos que vos le des al Ministerio de la Acusación, por más defensores que pongas, si vos no trabajás la causa el problema sigue y crece.
Yo me acuerdo cuando era chica y venía a Rosario, y no había Circunvalación ni nada. No había la problemática que hay ahora. Ese cordón periférico de pobreza que hay. Yo fui a la cárcel, camino por dentro de los pabellones y hablo con la gente. A la Unidad 5 de mujeres no llega ningún colectivo. Y toda esa gente vive así. No hay agua potable. Yo no voy a justificar, porque tampoco quiero decir que ser pobre signifique delinquir, para nada, pero lo que veo que las organizaciones criminales de esos sectores pobres sacan la mano de obra, buena, barata y fungible, porque si le matan un soldadito, le tirotean, como al pibe de 15 años le rompió el tejido a (la cárcel de) Piñero, esa vez que se fugaron nueve. Está filmado cómo lo acribillaron a balazos a ese pibe, al que le habrán dado 5 mil pesos para ir a hacer eso. Al que lo manda, al capo narco o lo que sea, no le importa, porque es fungible, porque consigue otro. Y todos esos pibes en los barrios se empoderan cuando se relacionan. A veces digo que es como antes era la colimba, estos van a la cárcel y vuelven más vinculados. Y a veces el primer contacto con el Estado que tienen es con el sistema penal, si no fueron a un hospital antes. Porque el 50 por ciento de los presos no tiene terminada la primaria, con todo lo que implica no haber ido a la escuela.
—¿Cómo se trabaja desde la Legislatura esa realidad?
—Tenemos que abrir la cabeza y empezar a pensar que leyes sueltas no arreglan nada. La ley de víctimas, ¿qué resultado le da a la víctima? No le estamos dando respuestas a las víctimas, porque sigue habiendo víctimas, y a ellas no se les está dando en el Sistema Penal tampoco la respuesta y el lugar que se merecen. Porque las víctimas siguen dando vueltas y siguen marchando para hacerse oír. Una ley de prisión preventiva para el que porte arma de fuego. No era necesaria esa ley, porque esa es una ponderación de hecho del juez.
—¿Su lectura es que hay manotazos desordenados frente a la falta de planificación?
—Exacto, todos estos años me cansé de ver ciudadanos y ciudadanas, generalmente pobres, porque el que tiene medios también está perdido pero va al abogado y el abogado te acomoda. Pero los pobres, y no sólo de pobreza extrema, de clase media también, si no tienen medios para ir a un abogado, se pierden. Cuando tienen un problema no saben dónde ir. Tenés un problema de violencia, tenés ochocientas canillas abiertas y ninguna te da un monitoreo y un seguimiento al caso, y se llega al femicidio por eso. ¿Qué respuesta da el Estado? Punitiva. Yo estoy a favor de la perspectiva de género. Estuve a la vanguardia, tanto en la Universidad como en el Poder Judicial. Pero no creo que el único abordaje que haya que darle sea el penal. Lo mismo con el consumo problemático de estupefacientes. Separemos los tantos, lo que es salud pública es salud pública, lo que es penal es penal. La cárcel de Las Flores, que es un instituto que tiene 1.200 presos, hay 400 presos, dos pabellones llenos, por delitos vinculados a los contextos de género. Cincuenta por ciento en prisión preventiva. A ese instituto llevé a los diputados a recorrer, porque es el que los fiscales a veces cuentan que están llegando desde otros niveles sociales, porque están con el tema de género. Pero te meten preso, y hay muchos casos donde no es la cárcel la solución del problema. Hay que abordarlo desde el Estado, pero con una mirada más amplia, multidisciplinar e interseccional, o sea desde distintos ámbitos. Cancelando al varón, metiéndolo preso, que en algún momento va a salir, no vas a solucionar el problema.
—¿Cuál es su compromiso si resulta elegida?
—Mi compromiso es meterme en todos los temas, a mí me van a tener que aguantar. Y lo que no sé lo voy a investigar, vincularme, escuchar, porque con la base que tengo, y habiendo sido jueza sobre todo, porque decidís sobre la vida, sobre la libertad.
—De todo su desarrollo personal y profesional, ¿qué es lo que le dio la mejor experiencia para pelear por este lugar en la Legislatura?
—Sin dudas el Poder Judicial. Porque es un ámbito que tiene mala prensa. Porque te arrastra a Comodoro Py. La gente dice no creer en la Justicia. Pero yo lo rebato con datos objetivos. Cada vez más va la gente a la Justicia. Si la gente no creyese, no iría a la Justicia a golpear la puerta. La gente va. Igual la Justicia tiene que ir aggiornándose y abriendo las puertas, y generando las rampas para que todo el mundo entre. No esos grandes edificios, con las escaleras que el que no puede caminar no llega. Esto es figurativo, pero es para ejemplificar.