Una banda dedicada a la venta de droga fue desbaratada ayer tras casi una veintena de allanamientos que se realizaron en el barrio de Fisherton y también en las localidades de Funes y Roldán, dijeron fuentes del caso. Según esta versión, tras los operativos ordenados por el magistrado Marcelo Bailaque, a cargo del Juzgado Federal N° 4, fuerzas federales detuvieron a siete personas, se incautaron de nueve armas de fuego, estupefacientes y documentación de interés para la causa. Entre los apresados está el Gustavo “Tuerto” Cárdenas, un pesado de la zona noroeste, quien contaba con prisión domiciliaria por el crimen de su tocayo, el Tuerto Boli. En paralelo y por disposición del mismo juzgado, la comisaría 20ª de Empalme Graneros y la subcomisaría 24ª de barrio Toba fueron allanadas junto con las viviendas de al menos 5 policías de esas seccionales.
En estos procedimientos, los uniformados de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y de la Policía Federal (PFA) secuestraron los libros de guardia y un teléfono celular, describieron las fuentes en medio de un fuerte hermetismo.
En las primeras horas de la mañana de ayer, personal de Gendarmería, la Superintendencia Drogas Peligrosas de la PFA y de la PSA realizaron al menos 18 allanamientos en la zona de Fisherton, y en tres viviendas que están en el límite de las ciudades de Roldán y Funes, dijeron fuentes del caso. En los procedimientos que se realizaron para desbaratar una banda narcocriminal, siete personas fueron detenidas, se secuestraron nueve armas de fuego y droga. En medio de muchas especulaciones, los voceros no brindaron especificaciones sobre el material incautado como tampoco de los lugares y las identidades de los apresados. Lo único que confirmaron fue el nombre de uno de los integrantes de la banda, porque es un pesado de la zona noroeste sospechado en varios homicidios y también de ser narcotraficante.
La conexión policial
A la vez, las fuentes relacionadas con los operativos aseguraron que los dos allanamientos que se realizaron en la comisaría 20ª, ubicada en Carrasco 2515, y en la cercana subcomisaría 24ª, Juan José Paso 2076, pertenecían a otra causa cuya investigación también está a cargo de Bailaque. Trascendidos indicaban que los procedimientos estaban enmarcados en la búsqueda de material de interés para determinar las conexiones entre organizaciones criminales y efectivos de la fuerza provincial.
Los pesquisas señalaron que en las dependencias policiales se incautaron los libros de guardia y un teléfono. A la vez, las viviendas de al menos cinco uniformados de esas seccionales (entre ellos los jefes) fueron allanadas, aunque no se informaron los resultados de estos procedimientos.
Los Tuertos
Entre los detenidos, el único cuya identidad trascendió fue la de Gustavo Armando Cárdenas, de 45 años, sindicado narco de la zona noroeste con conexiones en la barra de Central. Al apresado le dicen Tuerto y hasta ayer cumplía arresto domiciliario por estar sindicado en el crimen de su tocayo en apodo y en oficio, el Tuerto Boli, como le decían a Ramón del Valle Padilla.
En diciembre de 2012, Padilla fue acribillado a tiros cuando transitaba en su Chevrolet Astra por Donado al 300. Había cumplido condena como el dueño de la primera cocina de cocaína desbaratada en Rosario, en 2008. Por este homicidio, el Tuerto Cárdenas fue detenido el 23 de octubre del año pasado en una estación de servicios de Circunvalación y Juan José Paso. Ese día fue denunciado por amenazar a un custodio y cuando llegó a sede policial le saltó la captura por el homicidio del Tuerto Boli.
También estaba “mencionado” en otros cinco homicidios. Según fuentes policiales, hay indicios que lo vinculan con el homicidio de Ezequiel Flaherty, ocurrido en marzo de 2004 en barrio Hostal del Sol. También en el asesinato de Enrique Herrera, en el interior de una pizzería del barrio Parque Casas y en la saga de crímenes de barrio Emaús que ocurrieron en cercanías de un búnker conocido como “el Medio”, ubicado en Tarragona al 1100 bis (casi Juan B. Justo). En agosto de 2011, un certero disparo por la espalda de 9 milímetros terminó con la vida de Iván Bisbal, un adolescente de 14 años sospechado de mejicanear la boca de expendio que sus vecinos atribuían al ahora detenido. En septiembre del año siguiente fue ultimado Franco Altamirano, de 19 años. Le decían Monito, era tío de Bisbal y según testimonios había trabajado en la boca de expendio de drogas, pero los tiros al parecer eran para un amigo suyo. Tras el asesinato el vecindario tiró abajo el búnker a mazazos que, según dijeron, contaba con protección policial, ya que había sido desbaratado durante un allanamiento tres meses antes y volvió a funcionar a las 48 horas.
El 13 de abril de 2014 se produjo un tercer homicidio en las cercanías: Sánchez de Loria al 1000 bis, donde funcionaba otro búnker. Nicolás Burgos, de 20 años, fue asesinado de nueve tiros por motociclistas. El joven también había trabajado en el búnker de “el Medio” y era el blanco de los disparos que meses antes habían matado a Altamirano.
En estos días, al Tuerto Cárdenas se le vencía el plazo que dio el camarista Carlos Carbone cuando su defensa solicitó en una audiencia de apelación un pedido de salidas laborales argumentando que, al no poder trabajar en su fábrica de aberturas, estaba a punto de quebrar. En esa instancia judicial, ocurrida el 26 de marzo pasado, el magistrado opinó que una prisión domiciliaria por salud y una morigeración laboral podrían verse como una contradicción: si tiene problemas de salud cómo podría trabajar. El magistrado de segunda instancia abundó que no existían informes médicos actualizados ni constatación efectiva de la actividad laboral del acusado y señaló que había un testimonio que sostiene que incumplió al arresto domiciliario. Por ello, dispuso un paréntesis de 30 días para resolver el pedido, luego de determinar a qué se dedica Cárdenas, su estado de salud real y esperar la acusación final de la Fiscalía.