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Melero y las canciones como travesías

Daniel Melero habla de "Supernatural",  donde continúa la práctica experimental y al que menciona como un material extremo.  Vanguardista que gusta de 'lo bello y no de lo lindo', brindará un show sin lista de canciones, en el Gran Salón de Lavardén.

Tecladista, produtor y compositor. Melero viene de realizar una performance sobre la relación entre Borges y Bioy Casares.

Por Patricia Dibert

Este viernes a las 21, en el Gran Salón de Plataforma Lavardén (Mendoza y Sarmiento), Daniel Melero mostrará los temas que forman su nuevo álbum Supernatural. El grupo que lo acompañará lo forman Tomás Barry, Félix Cristiani, Guillermo Rodríguez, Yuliano Acri y Silvina Costa.
Melero es un músico multifacético, tecladista y productor de bandas (Soda Stereo, Los Brujos, Babasónicos y Todos Tus Muertos, por nombrar las primeras experiencias). Desde sus inicios al final de la década del 80, Melero se reinventa en cada producción, y sorprende por sus búsquedas y experimentaciones; sus discos van en caminos distintos y buscan nuevas formas, saltando constantemente de casillero sin perder el norte que caracteriza su performance artística.
Supernatural es su álbum número once como solista, después del éxito inicial que significó la salida al ruedo de Los Encargados, la banda con la que comenzó su carrera. Momentos antes de ingresar a la sala de ensayos para delinear el mapa de la presentación en Lavardén, El Ciudadanodialogó con el músico.

«Creo que lo lindo y lo feo son generalmente mediáticos y mediocres», dice Daniel.

 

—Se te considera un músico que experimenta en cada búsqueda; ¿es un concepto acertado?
—Yo experimento todo el tiempo, ahora entramos al estudio con el grupo sin ningún tema, como se hacía en las décadas del 60 y 70. Es un estudio con equipos analógicos donde trabajo con bandas nuevas, y vamos a probar en tres jornadas a ver qué sale.

—Como “Supernatural”, que fue grabado en sólo tres días.
—Sí, teníamos un mapa de cómo iba a ser el disco y sentí que debía ser algo extremo. Con mis músicos hemos construido un resorte en común con un gran entendimiento y siempre siento que va a pasar algo bueno y que algún sonido va a quedar.

—Este nuevo álbum tiene la particularidad de tener dos partes: una de canciones, al comienzo, y otra más ambient. ¿Por qué?
—Digamos que se pone oceánico en la mitad y después retoma. Es un formato que me atrae porque en esta época tratamos a la música como si fuera un link: ponemos un tema, lo escuchamos 20 segundos y pasamos al siguiente, digamos que es como en la radio. Y yo he vuelto a escuchar música más que a “oír” temas, y me parece que un disco tiene que tener una intriga para el oyente; creo que si viene una y otra y otra canción, el que escucha está en guardia y puede saltearse la información. En este caso la estructura de este disco es una invitación para que se produzca un desarrollo distinto. Me interesa que cada canción sea una travesía en sí misma, la buena música deber ser como un vehículo al que podés guiar hacia donde quieras.

—Alguna vez acunaste una frase que decía que no te gusta lo lindo sino lo bello.
—Por lo visto le agrada a mucha gente. Para mí lo lindo y lo feo está del mismo lado, y lo opuesto es lo bello y lo horrendo. Creo que lo lindo y lo feo son generalmente mediáticos y mediocres.

—Y dentro de las cosas bellas, sos un tipo que busca nuevos sonidos continuamente. ¿Qué escuchás ahora?
—Escucho mucha música. Por ejemplo esta semana escuché un disco muy viejo de una banda que se llamaba Rare Earth, que en 1969 tenía el tema “Get Ready”, que duraba 21 minutos y era un hitazo, y además ¡lo pasaban por la radio!; era un soul infinito, muy interesante y lo uso como modelo para grabar hoy. Escucho mucho Chilly Gonzáles y Ariel Pink de los artistas contemporáneos. Chilly Gonzáles es pianista y por momentos hace hip hop, y es extraño porque tiene mucho entrenamiento musical y sin embargo es revolucionario en lo que hace. Y Pink es americano y en algunos discos toca batería con la boca y es un investigador de músicas perdidas, con cierta producción y letras descomunales.

 

—En el 92 sacaste un fantástico disco a dúo con Cerati; ¿se reedita “Colores Santos”?
—Ahora sale una caja cuádruple que trae un disco imposible de conseguir que es ‘Rocío’, otro que es ‘Tecno’ que es mi preferido y lo grabé con instrumentos bajados de Internet, ‘Cámara’ que es un disco interesante quizás el más violento que hice,  toca Gustavo y Diego Tuñón de Babasónicos. Y se completa con ‘Piano’, que es un disco de voz y piano solamente. Pero ‘Colores Santos’ se puede conseguir todavía en bateas, digamos que todo lo que lleve el nombre de Gustavo va a ser conseguible, y de última,  está en Internet. (Nota: Siempre que Melero habla de Gustavo, queda en claro que menciona a su amigo Cerati).

 

—Se te considera un creador inquieto. Y hace poco presentaste una performance sobre la relación entre Borges y Bioy Casares, ¿Cómo es ese trabajo?

—Lo que presentamos en el Malba en septiembre fue una performance audiovisual con grupo en vivo, que se podrá ver en danielmerlero.net. Fue una experiencia que me empujó con más seguridad a lo que estoy haciendo en el estudio de grabación, porque teníamos un plan escaso del desarrollo musical, con mucha improvisación, como vamos a hacer en el concierto de Rosario. No vamos a llevar una lista armada porque no repetimos una fórmula sino que se trata del devenir, porque si no tiene que ser de una sola manera y todo depende de la modulación entre los músicos y el público.

Borges y Bioy X Melero

En el Festival Internacional de Literatura, Melero presentó una performance literaria musical sobre la amistas entre los dos escritores. “Por momentos lo que hacíamos era que convivieran textos fragmentados de ambos cruzados como en una especie de cadáveres exquisitos, inclusivo teníamos en video donde a ellos siempre se los filmó en ámbitos similares, con las sillas que parecen ser las mismas. Y lo que hicimos fue metamorfosearlos, que uno se convierta en el otro, combinando los sonidos en base a ideas sobre el humor entre ellos. Creo que los he leído mucho, y además llegué el punto más bajo de la literatura que es que lo que más me gusta leer son las biografías, y esto surgió del enorme libro “Borges” que escribió Bioy Casares. No sería extraño que llevemos algo de esto a Rosario, porque la experiencia tiene gran influencia sobre cómo veo la música hoy: Me interesa una música muy consistentemente rítmica y a la vez muy disgregada, pero al mismo tiempo con muy pocas palabras, no en forma de cuatro versos y un estribillo, necesito que aparezcan de improviso porque hoy me aburren las estructuras”.

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