Paulo Menotti / especial para El Ciudadano
Hace más de medio siglo surgió un movimiento de protesta en el noreste de nuestro país conocido como Las Ligas Agrarias. El 14 de noviembre de 1970, durante la dictadura autodenominada “Revolución Argentina”, se produjo una movilización campesina nacida en Presidente Roque Sáenz Peña, un pueblo chaqueño. Nacida a partir de grupos relacionados con la iglesia católica y de maestras y maestros rurales, la protesta se extendió a otras provincias donde se reprodujeron las ligas. A cincuenta años de esa gesta, se intentó recuperar esa experiencia con conferencias online en plena pandemia. Eso sirvió de base para que María Florencia Contardo y Cristian Vázquez realicen una compilación entre distintos protagonistas que recuperaron la experiencia desde distintas perspectivas. Este miércoles 14 de agosto, a las 19, será presentado el libro A 50 años de las Ligas Agrarias. Grita lo que sientes (editorial La Comarca) en la Biblioteca Pocho Leprati (Chacabuco 3085), con la participación de sus compiladores.
El grito de los humildes
El 29 de junio de 1966 se ponía en marcha el quinto golpe de Estado en nuestro país que derrocaba al presidente Arturo Illia. En su lugar asumió Juan Carlos Onganía que propuso un gobierno represivo y moralista que, según sus palabras, iba a modernizar a la Argentina. Dicha modernización ayudaba a los grandes capitales y afectaba a los pequeños y medianos productores, como a los cañeros que dieron pie a la muestra Tucumán arde. También atacaba a estudiantes y trabajadores restringiendo sus derechos y produciendo el rechazo en las asonadas que se conocen como los Rosariazos y el Cordobazo, entre otras protestas. En el noreste también se produjo un movimiento de protesta a partir del rechazo a las políticas de “modernización” de la dictadura que, por entonces, era presidida por Roberto Levinsgton. El 14 de noviembre se produjo en el chaqueño pueblo Presidente Roque Sáenz Peña la protesta llamada “Cabildo abierto. Grita lo que sientes”. Dicha lucha era protagonizada por pequeños productores algodoneros que se venían organizando a partir de agrupaciones cristianas tercermundistas y con el apoyo de docentes rurales. A partir de esto, además de las chaqueñas, se “formaron las Ligas Agrarias del norte de Santa Fe (1971), el Movimiento Agrario Misionero (1971), la Unión de Ligas Campesinas Formoseñas (1971) y las Ligas Agrarias Correntinas (1972)”, según explican los compiladores. Un año más tarde, se formaron las Ligas Agrarias Entrerrianas más allá del noreste.
“Los organizadores eran dirigentes locales, en su gran mayoría jóvenes varones y mujeres del Movimiento Rural de la Acción Católica y de la Unión de Centros Juveniles de la Unión de Cooperativas Agrícolas Algodoneras Limitadas (Ucal). En la preparación de la concentración y asamblea también contaron con la activa participación de agricultores y maestros pertenecientes al Movimiento Rural de las provincias vecinas”, expresan Contardo y Vázquez.
La movilización tenía por objetivo poner freno a la política de la dictadura que apoyaba a las grandes empresas, en particular el proyecto Agrex, en oposición a los pequeños productores organizados en cooperativas.
En ese marco, las Ligas Agrarias lograron reunir y organizar a miles de campesinos pero la experiencia fue atacada por la próxima dictadura cívico-militar-eclesiástica, que las golpearía fuertemente a partir de 1976. Dirigentes campesinos, maestras y maestros de este movimiento de justicia fueron desaparecidos por ese gobierno militar.
Todas las voces
“Este libro pretende aportar en dos dimensiones. Por un lado, reunir un conjunto de memorias dispersas en torno a las ligas que, consideramos, puede contribuir a la formulación de nuevas preguntas en el campo de la historia reciente y los estudios de memoria. Por otro lado, rescatar las experiencias de lucha y resistencia, con sus derrotas y victorias, de los militantes que formaron parte de las organizaciones rurales”, expresaron Contardo y Vázquez.
En ese sentido, el libro, que cuenta con el apoyo de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), reúne voces diversas que dan cuenta de distintos aspectos de dicha experiencia que apoyaba el trabajo rural, la justicia redistributiva y la ecología.
En el libro se reproducen testimonios como el de Carlos Carballo, ex asesor de las Ligas Agrarias de Corrientes; Beatriz “Tudy” Noceti, ex dirigente del Movimiento Rural de Acción Católica; Osvaldo “Quique” Lovey, primer secretario general de las Ligas Agrarias Chaqueña, a lo que se suman los textos de Irmina Kleiner y Remo Vénica, de las Ligas del Norte de Santa Fe, entre otros.
Cada uno de estos testimonios narra las experiencias y la memoria sobre acciones y estrategias llevadas a cabo, además de proponer una mirada federalista, porque cada provincia y cada liga tiene a sus representantes. Una pregunta que atraviesa este texto es qué quedó de todo eso, qué se logró mejorar para la gente de la tierra y qué se ha perdido desde entonces.