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Memoria urgente: “UNR liquida”, lucha estudiantil y experiencia artística de aquel Diciembre Negro

“Memorias de la resistencia en Rosario. A veinte años de 2001”, el ciclo que organizaron la Escuela de Historia y la de Antropología de Humanidades y Artes para rememorar ese año catastrófico, sus antecedentes y sus derivas, en busca de “recuperar las experiencias de lucha y organización política"

Especial para El Ciudadano

2001: Todo por 0,99 

Lxs que nos movíamos por la zona de Humanidades sabíamos que en cualquier momento nos encontrábamos con una protesta frente a los bancos de calle Santa Fe, alguna marcha, algún piquete frente a las oficinas estatales, con lxs estudiantes volanteando en los semáforos. Era parte del paisaje cotidiano del que participábamos. Debe ser por eso que el día de diciembre que doblé por Entre Ríos y vi que la calle estaba cortada entre Santa Fe y Córdoba no me sorprendió. Veníamos de una seguidilla de paros, habíamos participado de clases públicas, asambleas varias veces por semana, discutíamos planes de acción que no llegaba a dimensionar. No parábamos de hablar entre todxs. Hablábamos mucho. Muchísimo.

Durante los 90, se había ejecutado el recorte presupuestario a la educación más grande del que se tenía recuerdo y el plan económico contemplaba, entre tantísimas otras crueldades, el recorte a la universidad pública de 361 millones de pesos en 2001 y de 541 en 2002. El 17 de marzo de 2001, Clarín titulaba “El ajuste se centra en educación” y preveía “una fuerte poda o arancelamiento” de lo que hasta ese momento había sido el pilar del ascenso social de las clases populares de este país: la educación pública, laica y gratuita.

Ese día la facultad ostentaba arriba de la puerta un cartel enorme que decía “UNR liquida”. Y afuera había carritos de supermercado y letreros amarillos que promocionaban el remate de la universidad en “todo por 0,99”. El recorte se leía de manera acertada en clave de vaciamiento y el paralelo con los negocios de importaciones chinas “todo por dos pesos” que en ese momento estaban en auge fue además de pertinente, gracioso.

2021: Back to the Future

“Memorias de la resistencia en Rosario. A veinte años de 2001” es el nombre del ciclo de jornadas que organizaron de manera conjunta la Escuela de Historia y la de Antropología de la Facultad de Humanidades y Artes para rememorar ese año catastrófico, sus antecedentes y sus derivas.

Este ciclo propuso una serie de tres encuentros en los que se busca “recuperar las experiencias de lucha y organización política tanto en el seno de la universidad como de la organizaciones barriales, gremiales y no gubernamentales de nuestra ciudad”.

La primera jornada, que fue el lunes 6 de diciembre, tuvo como eje una serie de proyecciones documentales que enmarcaron el intercambio de las experiencias de activistas, militantes sociales y gremiales. A partir de la consigna que guió la lucha desde la universidad “Paremos el ajuste cambiando el sistema” y de las “Vivencias” de los convulsionados días del 19 y 20.

El segundo encuentro se llevó a cabo el jueves 9 y el formato de conversatorio reunió a los protagonistas del movimiento estudiantil y responsables de la experiencia artística “UNR liquida”.

Yo pisaré las calles nuevamente

Vuelvo a caminar por calle Entre Ríos, y a pesar de la sentencia de muerte que se le había dictado a la educación pública a principio de milenio la Facultad de Humanidades sigue estando allí. Monumental y sin rastros de los carteles y grafittis que solían gritar consignas políticas desde sus paredes. Bastan dos pasos al interior del edificio para ver que tampoco el patio es el mismo: falta el mástil, el punto de reunión natural de todxs lxs que alguna vez transitaron por allí; falta el gomero, refugio de estudiantes y pibxs de la calle que hacían el día en peatonal Córdoba. Algunos signos vitales se dejan entrever desde la colación que se está llevando a cabo en un salón de actos que tiene los días contados. Se me cruza por la cabeza “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.

Reconozco, sin embargo, algunos gestos que habitaron ese otro patio del recuerdo: la gente llega en bicicleta, se saluda con abrazos, se alegra al verse. Todavía se reconocen compinches después de 20 años y una pandemia. Son lxs algunxs de los entonces jóvenes que fueron protagonistas del movimiento estudiantil de 2001, son lxs que fueron convocados a recordar las prácticas de la militancia de aquellos tiempos y la experiencia “UNR liquida”.

Y si no el sistema qué, y si no el sistema qué

En el patio, reunidos en un auditorio que tiende casi inconscientemente a formar un círculo, Luciana propone pensar qué ilusiones quedaron, qué desilusiones sobrevinieron. Lo que efectivamente abre las compuertas de la memoria es la interpelación final: ¿qué se les viene a la cabeza cuando recuerdan no sólo esos días turbulentos, sino también los años previos a la explosión 2001?

Natalia habla de la asepsia política que presentaban los pasillos de la Facultad de Bioquímica. Para ese entonces la militancia universitaria era vista como una especie de pérdida de tiempo asociada a las pocas ganas de estudiar. Cuenta, además, el modo en el que poco a poco esa indiferencia fue mutando en preocupación y cómo, por fin, hacia junio, la adhesión de esa facultad al paro por tiempo indeterminado se hizo efectiva. Esto sucede cuando se plantea el recorte del 13% a los sueldos docentes y el cierre de la carrera de investigadorx en el Conicet.

Iván, que viene de Arquitectura, vuelve a recorrer los caminos que lo conducían a Humanidades: dice que iban por el lado del arte, de la lucha y sobre todo, de las fiestas. Porque las actividades había que financiarlas de algún modo, y a pesar de que se estaba viviendo algo así como el principio del fin, lxs jóvenes no dejábamos de ser jóvenxs y el pesito pa la birra de algún lado salía. Con eso se costeaba el papel y la pintura, los volantes, y toda la precaria materia prima de la que estaba hecha la estética de la lucha universitaria. Por eso, remarca Iván, además de la preocupación y la seriedad con la que se debatían los temas de la agenda también había alegría. Recuerda, además, la distancia generacional: mientras en nuestras casas sonaban los teléfonos porque llamaban desde el banco reclamando deudas que hacían llorar a nuestros xadres, la lucha estudiantil tenía ese aire de fiesta que trae siempre lo colectivo.

Anahí, Julia y Fabi reponen las prácticas de organización que se daban al interior de la escuela de Antropología. El cambio de plan que por esos años amenazaba la carrera convocó a lxs estudiantes a una organización y un estado de debate permanente que sirvió de base para lo que inmediatamente después sería la lucha que abarcaría toda la universidad. Anahí rescata el hecho de que esas formas de organización se articularon de una manera novedosa garantizando el encuentro entre lxs docentes y lxs estudiantes, pero también con los trabajadores del supermercado Tigre que habían comenzado la toma para ese entonces. Se acercan la universidad y los trabajadores y se consolida el anhelo de la lucha obrero estudiantil. Al fin de cuentas, la creatividad se nutría del intercambio: “UNR liquida” es la expresión genuina esos encuentros.

Julia plantea que fue un momento inicial porque se estaba pensando a futuro, pero también un momento liminal porque se consolidaron todas las prácticas combativas que se venían desarrollando durante los últimos años de los 90. El 2001 será para ella la bisagra que condensará todas esas experiencias previas y que repercutirá en acciones concretas con impacto social. “Teníamos en claro contra qué luchábamos, pero no teníamos claro para qué”, dirá mientras sostiene que lo que quedó de esa lucha fue el aprendizaje: “Aprendimos a construir nuestros argumentos. Aprendimos a militar”.

En la misma línea, Yael, de Filosofía rescata la experiencia de aprendizaje en un tiempo que se presentaba como nuevo y decisivo. Un aprendizaje “colectivo, pero también intelectual, procedimental y emocional”. Por eso, cuando Fabi toma la palabra dice que si tiene que pensar en Lado A y Lado B (tal como propone uno de los ejes del conversatorio) dejará del Lado A a los amores que le ha dejado la militancia (y yo sé que cuando dice amores piensa en los lazos afectivos que nos sostienen y contienen en este día y cada día), y en el Lado B como la pregunta por la representatividad, que fue necesaria en ese momento, y que hoy se presenta nuevamente en crisis.

Ariel, el Flaco, recuerda que se estaba discutiendo el arancelamiento, por eso era prioritario combatir y denunciar la privatización de la universidad pública. Comenzaron las muestras en la peatonal y los volantes en las calles. “Todos los días, lxs compañerxs venían de trabajar y se encontraban con lxs que nos habíamos quedado sin trabajo que pasábamos 10 o 12 horas en la facultad pensando cómo combatir”. Ese es el germen de la experiencia “UNR liquida”. El concepto central que la intervención exponía era el remate de la universidad pública y el descarte de su recurso humano simbolizado en una picadora de carne. La intervención termina un sábado, día de postítulos y posgrados pagos en la facultad, con el tapiado de la puerta principal.

Mariano repasa sus recuerdos y llega a la conclusión de que se vivía una especie de realismo mágico en el que se recuperó la primera persona del plural. Al principio, Cota había rumbeado en la misma línea: “Estábamos habitando un tiempo donde no todo se podía nombrar de antemano” y esa flexibilidad fue, al fin y al cabo, “lo que nos permitió imaginar otras formas”.

Para rematar la jornada, la lluvia suave lavó la nostalgia de un tiempo ya pasado y puso en boca de Luciana la pregunta por el hoy, lo que aún nos resta saber: ¿en qué universidad estamos paradxs? Para Gloria, ex directora de la Escuela de Antropología todavía resta un discusión profunda, y probablemente no amable, entre lxs partícipes de ese movimiento estudiantil que resignificó y le dio una nueva impronta a la lucha universitaria.

El tiempo no para

Como cierre quedaba hecha la invitación a la tercera y última jornada, el viernes 10, con la propuesta de compartir la proyección del documental de Alejandro Bercovich “Fondo, otra vez la misma receta”. El material repasa un tema que reaparece hoy en la tapa de diarios: qué implica negociar con el FMI y dónde nos lleva.

Cuando termina la jornada, vuelven los abrazos y comienzan las despedidas. Me doy vuelta para mirar hacia atrás y para mi sorpresa veo algunos rostros que muestran ojos bien abiertos, caras de sorpresa que escuchan esos testimonios con la misma fascinación con la que nosotrxs escuchábamos a los militantes que nos marcaron el camino hace ya 20 años.

Cuando salgo por la puerta de calle Entre Ríos lxs veo sentados en las escaleras y un deja vu me deja, me señala la importancia de que esas puertas se mantengan abiertas y de que lxs pibes puedan volver al patio a sentarse en canastita mientras se suceden las clases, los días, los años de la carrera. Porque es ahí donde se aprehende el ejercicio de la memoria que es necesario. Y urgente.

 

Coordinadora: Luciana Seminara.

Participantes: Natalia Santuchi, Julia Soul, La Fabi Fernández, Ariel Gabiniz, Jose Coronel, Iván K, Yael Gaisiner, Mariano D´Arigo, Anahí Macaroff.