“Para estar realmente bien necesitamos jugar tres torneos en Primera”, dijo un precavido Miguel Russo. La realidad mostró a un Central que se fue armando a medida que se iba desarrollando el torneo Inicial. Empezó mal, pero terminó bastante bien. Sin dudas que ganar el clásico fue un bálsamo fundamental para recuperar la fe perdida. Entonces, es razonable indicar que la base está. Con un cambio de cara al futuro inmediato: se fue Diego Lagos y volvió Jesús Méndez.
Canje que cualquier persona ligada a la vida de Central hubiera aceptado con agrado. Para Méndez se trata de un desafío interesante. Primera división ha sido para él una categoría esquiva. Figura indiscutida de la Primera B Nacional, un jugador de relleno en la división mayor.
Pero, como lo espera una estructura sólida es factible que pueda cumplir con un buen torneo. Desde su partida, luego de conseguir el ascenso a Primera, el primer perjudicado fue Nery Domínguez. Aquel doble cinco (el de la B) funcianaba muy bien. Méndez era el auxilio que necesitaba Jesús para encontrar la pausa y el pelotazo. Algo que no pudo plasmar en Primera.
Méndez puede jugar tanto por derecha, el medio o por izquierda. Tiene experiencia y conoce el peso de la camiseta, lo que juega muy a su favor ya que se trata de un hombre de la casa. “Se pone la camiseta y juega”, suele decir Russo. La expectativa es doble, para el mendocino, que viene de fracasar dos veces en Boca, es volver a sentirse útil. Y para Central significa contar con un jugador confiable, y además intentar recuperar el valor de mercado que perdió Domínguez.