Las principales asociaciones ecologistas pidieron ayer a la Eurocámara que respalde la imposición de un límite al uso de biocombustibles generados a partir de cultivos, por su impacto en el medio ambiente y en los precios de los alimentos. La propuesta de las organizaciones es que sólo la mitad del objetivo comunitario a 2020 proceda de biocombustibles de cultivos, un 5 por ciento, de modo que otro 5 por ciento sea cubierto con biocarburantes de segunda generación.
“No más comida para combustibles” es el mensaje que Oxfam, Greenpeace, Amigos de la Tierra y Actionaid desplegaron ayer frente a la sede del Parlamento Europeo, de cara al voto del próximo 11 de septiembre en el que los eurodiputados fijarán su posición sobre esta cuestión.
La propuesta de limitar el uso de los biocombustibles tradicionales –que se fabrican a partir de maíz, trigo, remolacha, colza u otros cultivos– mantiene divididos a los Estados miembro y llega ahora a la sesión plenaria del Parlamento Europeo.
Las ONG denunciaron “la locura que es usar comida para alimentar a los coches en forma de biocombustibles, en vez de usarla para alimentar a personas”, con una acción en la que varios activistas disfrazados de mazorcas de maíz ocuparon un auto y pidieron ser liberados.
“Estamos haciendo un llamamiento a los eurodiputados para que la semana que viene voten en contra del uso de cultivos alimentarios como el maíz o la caña de azúcar para la producción de biocombustibles”, dijo la vocera de Oxfam, Ángela Corbalán.
En diálogo con la prensa agregó: “El problema con los biocombustibles es que están fomentando el hambre. Además, no son la solución a la lucha contra el cambio climático como se pensaba, sino que lo que hacen es acelerar el cambio climático”.
La Unión Europea tiene como objetivo que en 2020 el 10 por ciento de los combustibles que se usen para el transporte procedan de fuentes renovables, lo que supone recurrir a los biocarburantes.