Sergio Molina García (Seminario de Estudios del Franquismo y la Transición)
La relevancia de este acuerdo reside en cuatro aspectos. En primer lugar, se aumenta la vinculación económica entre Europa y América del Sur a través de la eliminación de los aranceles comerciales en ambos sentidos. En segundo lugar, se trata de un golpe al unilateralismo impuesto por Donald Trump. En unos momentos en el que el presidente norteamericano está tratando de obstaculizar los convenios económicos internacionales, es una demostración de que las organizaciones supranacionales pueden resistir a la presión de EEUU. Por ello, fue estratégicamente firmado en plena Cumbre del G-20. Al mismo tiempo, el contexto internacional ha sido uno de los motivos por los que Francia, el país más reticente al Acuerdo, ha cedido a la presión comunitaria. En tercer lugar, tanto los países europeos como los latinoamericanos han conseguido desvincular a Brasil de EEUU. Uno de los elementos clave de este acuerdo es que Bolsonaro, en contra de las propuestas que él mismo promovió en la campaña electoral, deberá aceptar parte del Tratado de Paris sobre el cambio climático. Y eso lo aleja de su homólogo norteamericano. Por ultimo, en cuarto lugar, este nuevo vínculo permitirá superar las dos décadas de estancamiento entre Mercosur y la UE. Hasta el momento, en gran parte de las ocasiones se habían puesto por delante los intereses de cada uno de los países a los beneficios colectivos de Mercosur y de la UE. Esta vez, motivados por las crisis de las instituciones supranacionales, se ha optado por mejorar el conjunto de ambas organizaciones. Es decir, es una muestra de que los organismos interestatales pueden continuar siendo el futuro de las relaciones internacionales.
Lo más relevante del Acuerdo es el establecimiento del libre comercio para 780 millones de consumidores. Para Mercosur esto se traducirá en la posibilidad de aumentar las exportaciones de productos agrarios. Y de importar automóviles, maquinaria y productos químicos. El presidente argentino ha calificado como un gran éxito esta nueva vinculación pues, espera que sirva para mejorar su economía nacional a través de un aumento del comercio con Europa. Sin embargo, como todas las alianzas, también han aparecido ciertas críticas. Los agricultores europeos, sobre todo los dedicados a la carne vacuna y al azúcar, ya han mostrado sus recelos. Christiane Lambert, presidente de la FNSEA en Francia (sindicato agrícola) ha calificado que ha sido un “día funesto” para el sector primario francés. Al otro lado del atlántico, también se han encendido ciertas alarmas. Daniel Rosato, presidente de Industriales Pymes Argentinas, ha alertado que las pequeñas empresas de Mercosur se verán afectadas de manera negativa porque no podrán competir con sus homólogas comunitarias.
Todavía es pronto para hacer una valoración más profunda sobre el Acuerdo. Pero, al menos, ha servido para demostrar que las organizaciones supranacionales son todavía una oportunidad para el futuro. Quizás, el siguiente paso debería ser ampliar este tipo de tratados a cuestiones políticas y sociales. La economía, pese a su importancia, no debería ser el único motivo que uniese a ambas organizaciones.