“Siento que estas canciones y estas letras representan a la mujer que soy hoy”, afirmó en un diálogo con El Ciudadano la cantante Mery Granados que llega a su segundo álbum con canciones propias sonando en las redes y en todas las plataformas digitales.
El flamante trabajo titulado 10 Mil metros de felicidad, que este viernes presenta en Rosario y que cuenta con la participación de los músicos Nahuel Pennisi y Fabiana Cantilo como invitados de lujo, representa un soplo de aire fresco en la escena musical argentina mostrando canciones pop que hablan de los vínculos afectivos a partir de historias cotidianas muy urbanas y actuales.
“Ya lo dicen los astros, no pegan capricornio con acuario, pero te amo”, comienza diciendo la cantante en “La pipa de la paz”, tema que inaugura el disco parado en una sonoridad pop alegre que expresa el pulso juvenil de toda la historia. Pero va más allá con “No me gustan los grises”, donde hace culto al valor de vencer los miedos para descubrir “lo que somos”.
En “Nada está escrito”, tercer tema del material, diserta sobre el tiempo, la vida, el presente, la música y los amigos. Lo hace junto a su hermano Migue Granados, con una musicalidad que abreva en amplias influencias que tocan la primera etapa de Eruca Sativa y los años 90 de Fito Páez. Allí, Mery canta fuerte una serie de posibilidades: “Puede que el futuro nos encuentre casados, puede que la rutina nos convierta en esclavos”, mientras Migue le aporta su estética rockanrolera al asunto. “Este presente se nos hunde de a poco en el barro”, entona.
La cadencia vocal de Mery gana posiciones en “El amor ya llegará” y sirve de introducción a “10 mil metros de felicidad”, canción que presta su título al disco donde la cantante se sumerge en un pop romántico con aires electrónicos con la que cierra la primera mitad del álbum.
En la segunda parte del disco la historia de amor continúa con “Te mentí”; “Socios”, en la que capitaliza el aporte musical de Nahuel Pennisi; “Stalker”, en la que describe esa práctica que los de más de 40 no conocen (“stalkear”). Después llega “Perderme”, una balada pop donde la melancolía del piano toma protagonismo y deja por un rato el ritmo alegre para hablar de una ruptura: “Vamos a bailar un rato para que esta despedida sea la mejor”, canta. Y concluye con “Bye Bye”, junto a Fabiana Cantilo. “Lo dejamos así, final abierto, más que amor esto es un experimento”, canta Mery. Y Cantilo aporta: “Me dejaste tirada como un perro, yo te amaba borracho y sin un peso”.
10 Mil metros de felicidad fue lanzado al mercado el pasado 18 de octubre y presentado el último fin de semana en La Trastienda de Buenos Aires. El de Rosario será el segundo concierto de la artista con éste disco donde además de las flamantes diez canciones sonarán covers y temas de su primer trabajo.
“El disco anterior, Con las alas puestas, refleja a una artista que está aprendiendo a volar y 10 Mil metros de felicidad, a una mujer con vuelo propio, no importa la altura del vuelo”, opinó la cantante en diálogo con El Ciudadano.
—¿Cómo estás viviendo el lanzamiento de “10 Mil metros de felicidad”?
—Estoy muy feliz con las repercusiones del nuevo disco. Es un segundo hijo que nació después de un año de mucho laburo y quedó increíble, justo como lo soñé.
—El material se conoció recientemente y representa un soplo de aire fresco en la escena. Ya en “Con las alas puestas” aportabas pop fresco y juvenil que ahora continúa. ¿A qué remite el título del disco?
—A pesar de que la letra del tema se refiere, en ese párrafo, al amor, hoy me gusta decir que al camino recorrido en estos cuatro años de carrera puedo medirlo en felicidad, y de todo sacar aprendizaje, experiencia y buenos momentos compartidos con mi banda y con mi público.
—Tu voz cada vez está más dúctil. De un delicado registro en “El amor ya llegará” hasta una cosa más enérgica como en “Nada está escrito”. ¿Qué momento representa este disco en tu carrera?
—Este disco me encuentra más madura en lo personal y en lo profesional. El oficio en esta carrera es todo. Mientras más escenario tenés, más te soltás. Mientras más cantás, más conocés tu voz. Siento que estas canciones y estas letras representan a la mujer que soy hoy. El disco anterior, Con las alas puestas, refleja a una artista que está aprendiendo a volar y 10 Mil metros de felicidad, a una mujer con vuelo propio, no importa la altura del vuelo.
—Volvés a contar con Pablo Granados, tu papá, como productor. ¿Cómo es trabajar junto a él?
—Con mi viejo hacemos un equipo. Trabajamos muchas horas juntos y nuestra propuesta intrínseca es disfrutar absolutamente de todo. Desde los ensayos, las grabaciones, las reuniones, los viajes de laburo. Mi viejo es muy exigente conmigo y mi banda y eso, nos hace crecer constantemente.
—También sumaste a Nahuel Pennisi y Fabiana Cantilo como invitados. ¿Qué colores sentís que le aportaron?
—Lo de Nahuel es un tema aparte. Que esté en este disco es un regalo de esta profesión, porque la energía que aportó como ser humano en todos nosotros superó al artista. Su participación le dio un baño de talento y sensibilidad al disco que todavía nos emociona. Es un ser especial, con una voz que conmueve, y cuando canta hay que concentrarse en no llorar porque te afloja los huesos. Y Fabi Cantilo es la número uno del rock nacional y cuando mi viejo me trajo “Bye bye” (la canción) sentí que ella era la mejor invitada para interpretarlo.
Para agendar
La cantante Mery Granados presentará 10 Mil metros de felicidad, su segundo disco, con un concierto que tendrá lugar este viernes a las 21.30, en la sala Saulo Benavente, de Alem y Gaboto, donde también se encuentran a la venta las entradas