Sofía Moya / Victoria Miretti
Las relaciones interamericanas han sufrido profundos cambios con la llegada de la marea rosa al subcontinente y con la presencia de líderes que han trascendido a sus mandatos dejando una huella irrefutable en las historias de estas naciones. Haciendo un recorrido histórico desde el principio del siglo XXI a la actualidad podremos encontrar ciertas características de las políticas exteriores, en este caso, de Bolivia y México, que podrían explicar el porqué de su accionar hoy día frente a la crisis del Estado venezolano y la postura que adoptan las cancillerías frente a la decisión de si reconocer o no el régimen de Nicolás Maduro tras su última reelección.
México: el vaivén ideológico y la Doctrina Estrada
Con el advenimiento del siglo XXI y la llegada al poder de Vicente Fox a la presidencia mexicana las relaciones con su par venezolano no fueron prósperas. Las relaciones mexicano-venezolanas sufrieron una serie de desencuentros producto del giro hacia el Norte del país liderado por Fox y el PAN, generando una controversia con el gobierno de Venezuela que comenzaba un período de campaña antiimperialista próxima a lanzarse el Alba. La contracara era la preferencia de México a estrechar sus vínculos con el Alca y alinearse a las políticas neoliberales de Washington. En 2005, tras la IV Cumbre de las Américas de Mar del Plata, Chávez llamó “cachorro del imperio” a su par mexicano y al negarse a ofrecer disculpas, ambos retiraron sus embajadores por poco menos de un año. Por otro lado, sus vínculos con la región corrían peligro ya que se vio excluido de la Unasur, aunque sí logró ingresar al Mercosur como miembro observador y así no quedar aislado completamente. La llegada de Felipe Calderón no significó un cambio cualitativo respecto a la forma que debería tomar la integración regional, ya que siguió la línea de EE.UU en su guerra contra las drogas, aunque sí inició un intento de acercamiento con los países latinoamericanos. Con el triunfo del PRI en las elecciones de 2012, la administración de Enrique Peña Nieto se dispuso a relanzar sus relaciones exteriores diversificando sus vínculos y el rol protagónico de México como actor con responsabilidad global, teniendo en cuenta que es considerado una potencia emergente. Como el país más grande de habla hispana, se creía que México debía tener un papel clave en lo económico, cultural, social, en las relaciones bilaterales y en los esfuerzos regionales. Por ello se retomaron los vínculos con Cuba, por ejemplo, fortaleciendo el marco jurídico de sus relaciones y en el caso de Venezuela se mostró cierto interés con la asistencia de Peña Nieto a los funerales de Hugo Chávez, que otorgaría pragmatismo a sus relaciones bilaterales. Además, la Secretaria de Asuntos Exteriores mexicana recibió en la sede de la cancillería a la esposa de Leopoldo López auspiciando un llamado a los actores políticos venezolanos a que favorecieran el diálogo para resolver sus diferencias apegados al Estado de derecho. Con el resultado de las últimas elecciones y la llegada de Andrés Manuel López Obrador se puede hablar de un retorno a la Doctrina Estrada como principio rector de las relaciones exteriores. Dicha política hace hincapié en que México se abstiene de reconocer o juzgar a otros gobiernos, lo que apunta a los principios constitucionales de no intervención y el respeto a la libre determinación de los pueblos. Esto se deja entrever al abstenerse a firmar resoluciones emanadas del Grupo Lima y de la OEA, que desconocen el segundo mandato de Maduro. Frente a la crisis venezolana, México adoptó una postura de “observador” que muchos critican por no ser coherente con la lógica de defender los DD.HH y los principios democráticos. López Obrador sostiene que aislar a Venezuela perjudica a la población civil y que las sanciones económicas no provocarán el ablandamiento del gobierno reelecto. Mediante una postura equidistante, México pretende ser actor clave en una negociación entre Maduro y la oposición y adquirir un carácter gravitacional en los procesos políticos de América Latina.
Bolivia: entre el idealismo y el pragmatismo de Evo
Respecto al vínculo con Bolivia, podemos considerar que el acercamiento entre ambos Estados se produjo durante la presidencia de Hugo Chávez. Si bien se observó una colaboración económica para con Bolivia, a través de financiamiento en diferentes misiones de carácter social, es necesario destacar que la temática política fue el punto nodal. En este sentido, debemos recalcar el reconocimiento de Evo al “padrinazgo” político de Chávez, el discurso antiimperialista y contra-hegemónico que marca la política venezolana, y las distintas oportunidades que recíprocamente llevaron a construir un vínculo entre ambos países a lo largo de la presidencia de Chávez y Morales. Sólo queda explicitar que donde se apoya el fortalecimiento de las relaciones entre ambos países radica en la cuestión político-ideológica. La llegada de Maduro a Venezuela, y sobre todo los últimos sucesos de la crisis política que se dan en el país, no han cambiado el apoyo de Morales. Esto se sostiene en la creencia del mismo en mantener los principios de no injerencia, considerando que la situación debe tener una resolución por parte de los ciudadanos a través del diálogo. Por eso, se ha posicionado en contra del apoyo a Juan Guadió como presidente encargado, y no ha firmado la declaración final del Grupo Internacional de Contacto sobre Venezuela que solicitaba el llamado a elecciones. El apoyo a Maduro ha sido claro y público y en su cuenta de twitter, Evo lanzó un importante mensaje: “Nuestra solidaridad con el pueblo venezolano y (con) el hermano Nicolás Maduro en estas horas decisivas en que las garras del imperialismo buscan nuevamente herir de muerte la democracia y autodeterminación de los pueblos de Sudamérica”.
De suma importancia
En la esfera regional, la crisis venezolana es un hecho que preocupa a todos los Estados soberanos. Tanto México como Bolivia repudian la violación y delitos que atenten contra la humanidad y aún sostienen la libre determinación de los pueblos y es por ello que desde las Cancillerías prefieren reconocer al gobierno reelecto. Si bien ambos gobiernos siguen de cerca la crisis que azota al país venezolano, ambos prefieren tomar una postura conciliadora para que evitar el accionar de las Fuerzas Armadas, tanto endógenas y exógenas. Hoy día la preocupación por la situación humanitaria en el país caribeño es de suma importancia para todos los países de la región ya que afecta no sólo al pueblo venezolano sino también a las naciones vecinas, a sus socios comerciales y podría desestabilizar el orden democrático en toda el área.
Carrera de Relaciones Internacionales Facultad de Ciencia Política UNR