«Tenía una sensación incómoda a veces, como de ‘¿qué estás haciendo?'», dijo en una entrevista con ese canal de noticias Adriana Reyes, mamá de Salvador Ramos, de 18 años, que fue abatido el pasado martes por la policía tras matar a tiros a 19 chicos y dos profesores en una primaria de la ciudad de Uvalde.
«Él puede ser agresivo… si realmente se enojó», agregó.
Según las autoridades, Ramos presuntamente compró dos rifles de asalto días después de su cumpleaños y los usó para llevar a cabo el segundo tiroteo escolar más mortífero en la historia del país.
La tragedia dejó además 17 heridos, entre ellos tres uniformados y la abuela de Ramos, quien según la policía fue su primera víctima tras recibir un disparo en la cara.
«Todos tenemos rabia, pero algunas personas tienen más que otras», intentó explicar Reyes, quien dijo desconocer que su hijo había comprado armamento.
Durante la entrevista, la madre de Ramos expresó varias veces su empatía hacia los niños asesinados y sus familias.
«Esos niños… no tengo palabras», dijo Reyes entre lágrimas y sentenció: «No sé qué decir sobre esos pobres niños».
Algunos compañeros de clase dijeron a ABC News que Ramos era conocido por pelear y amenazar a sus compañeros.
Según dichos testimonios, el joven tuvo un comportamiento cada vez más perturbador en los últimos dos años, al amenazar al menos a uno de sus compañeros y acosar a otros, además de afirmar que se había hecho las cicatrices que tenía en su cara.