El suizo Roger Federer entregó ayer otra dosis de su inagotable talento y superó al español Rafael Nadal en dos sets para adjudicarse por tercera vez en su carrera el Masters 1000 de Miami, el certamen sobre cemento que repartió premios por 6.993.000 dólares.
El oriundo de Basilea, de 35 años, dio una auténtica lección de cómo emplear todos los recursos disponibles de su mano derecha, a través del drive, del revés o del servicio mismo, para imponerse al zurdo de Manacor, de 30, por un inapelable 6-3 y 6-4, en una hora y 35 minutos de juego.
De esta manera, Federer, a partir de ahora cuarto en el ranking ATP, no sólo logró el título número 91 de su exitosa trayectoria sino que se consagró por tercera vez en Miami, luego de los festejos de las temporadas 2005 (ante Nadal casualmente) y 2006 (frente al croata, Ivan Ljubicic, hoy su entrenador), respectivamente.
Además, el suizo descontó la estadística personal que mantiene con el español, que ahora domina por 23-14. Pero Federer tiene el hándicap que lo derrotó en los tres enfrentamientos de la temporada: en el Abierto de Australia y el Masters 1000 de Indian Wells.
Desde el comienzo el suizo, con mayor cansancio que su rival por la maratónica semifinal ante el australiano Nick Kyrgios, buscó la agresividad desde su servicio y con su derecha quirúrgica que hizo complicadas las devoluciones del español desde el fondo. Y en el octavo juego, Federer aprovechó el punto de quiebre y se adelantó 5-3 para luego coronar el set con su saque.
El español sabía que la única opción que tenía era jugarle su drive por el lado del revés al suizo. Pero Federer estuvo intratable y no le dio chances. Tampoco en el segundo parcial, que enderezó a su favor en el noveno game, cuando quebró el servicio con un gran revés paralelo y se adelantó 5-4 en el marcador, para luego sellar la victoria con su excelente servicio.