Belén Canonico –Noticias Argentinas
Fue uno de los íconos del cine en la década del 80. Y su interpretación de Marty McFly en la trilogía Volver al futuro lo llevó a la cima del éxito a los 24 años. Pero a lo largo de sus 60 años, Michael J. Fox no solo disfrutó de los beneficios de la fama, sino que tuvo que enfrentar varias batallas personales.
Nació el 9 de junio de 1961 en Alberta, Canadá, y luego de pasar por varias mudanzas para acompañar a su padre, William Fox, en su carrera militar y algunas participaciones pequeñas en programas de televisión, durante su adolescencia hizo tuvo su primer protagónico en la serie Leo and me. Desde entonces no paró de trabajar. Hizo su debut en la pantalla grande con Midnight Madness (1980) y comenzó a ganar popularidad con su papel de Alex P. Keaton en la comedia estadounidense Family Ties, por el que ganó tres premios Emmy y un Globo de Oro. Además, en el set conoció a la actriz Tracy Pollan, quien interpretaba a Ellen Reed en la ficción, con quien está en pareja hace más de 30 años.
En 1985, el estreno de Volver al futuro lo llevó a convertirse en un referente de su época. Los jóvenes soñaban con poder viajar en el tiempo en un DeLorean con el «Doc», Emmett L. Brown, interpretado por Christopher Lloyd, y fantaseaban con tener una vida perfecta como la del actor. Sin embargo, cinco años más tarde, Fox recibió una noticia que hizo que su vida diera un giro de 180 grados: a los 29 años, mientras grababa la película Doc Hollywood presentó los primeros síntomas y fue diagnosticado con Parkinson.
El panorama era de lo más desalentador. Sus médicos creían que con suerte podría actuar diez años más y el canadiense vio cómo lo que había construido con tanto esfuerzo y dedicación corría peligro de desmoronarse. Casado con Tracy Pollan y con un su hijo mayor, Sam Michael, recién nacido, decidió mantener su estado de salud en secreto y encontró en el alcohol un peligroso refugio ante semejante desolación.
«Respondí bebiendo demasiado… Bebí para borrarlo, para que se desapareciera”, reveló el actor en una entrevista con la revista Closer Weekly. Y explicó que trató de ocultarle su adicción a su familia y vio las consecuencias en su matrimonio, que siempre había sido «asombroso» pero comenzó a volverse tenso. Pero en 1992, luego de que Pollan y Sam lo encontraran desmayado en el living de su hogar, con una lata de cerveza en la mano, Fox decidió afrontar sus problemas y comenzó un tratamiento para desintoxicarse. Dejó de tomar alcohol, pero guardó su secreto hasta 1998.
Necesitó ocho años para aceptar su enfermedad y poder hablar públicamente de sus consecuencias, con el objetivo de crear conciencia. Y en 2000, cuando sus síntomas se hicieron más notorios e imposibles de controlar, el actor decidió renunciar a la exitosa comedia de Spin City, anunciando su primer retiro de los medios. Así fue como creó The Michael J. Fox Foundation, una fundación destinada a la investigación de una cura para el Parkinson, y registró su proceso con la enfermedad en Un hombre afortunado (2002), su primer libro.
Continuó su carrera dedicado a la escritura y puso su voz en algunos proyectos cinematográficos, como Stuart Little y Atlantis: el imperio perdido. Y, de a poco, se animó a volver a estar frente a cámara en Scrubs, Boston Legal y The good wife, entre otros programas de televisión. En septiembre de 2013 debutó con The Michael J. Fox show en la televisión estadounidense, que fue cancelado por bajo rating.
“El Parkinson tiene sus momentos, pero te deja libres otros. Es ahí donde puedes hacer una vida más o menos normal”, dijo Fox en más de una oportunidad. Porque a pesar del escenario negativo que le habían planteado sus médicos al diagnosticarlo, demostró que estaban errados y pudo continuar, con algunas limitaciones, su carrera.
Sin embargo, en 2018 volvió a recibir un duro golpe cuando le descubrieron un tumor en su médula espinal que le impedía caminar. Pero como a todas las adversidad que se le presentaron en el camino, tomó coraje y se sometió a una compleja cirugía en la que pudieron removerlo y pudo recobrar la movilidad.
Acompañado incondicionalmente por su esposa y sus hijos Sam, las mellizas Aquinnah Kathleen y Schuyler Frances, y Esmé Annabelle, el año pasado, Fox decidió retirarse definitivamente de la actuación. “Mi memoria a corto plazo está destruida y actuar se está volviendo más difícil”, reconoció en No time like the future, su último libro. Y se explayó: “Hay un tiempo para todo, y mi tiempo de dedicar una jornada laboral de doce horas y memorizar siete páginas de diálogo es mejor dejarlos atrás”.
Pero este segundo retiro lo tomó con mucho más optimismo que el primero. «Esto podría cambiar, porque todo cambia. Pero si este es el final de mi carrera como actor, que así sea”, destacó. Mientras tanto, continuó su vida dedicado a buscar mejorar para todos los que padecen la enfermedad y disfruta del amor de su círculo más cercano. “El último par de años han sido los más difíciles. Pero tengo cosas con las que he sido bendecido que son simplemente increíbles. La vida es buena”, reflexionó.