Michael Jordan, que le dio al básquetbol una nueva dimensión entre la fantasía y el glamour, celebra cumpleaños número 50 con un legado a prueba de comparaciones, pese a su retiro hace 10 años y a las nuevas estrellas que adornan el firmamento actual de la NBA.
El hombre que hizo de sus iniciales MJ un sello de referencia, es considerado el mejor jugador de la historia no sólo por sus habilidades, sus seis anillos de campeón de la Liga norteamericana o sus dos medallas de oro olímpicas, sino porque fue el pionero que plantó la actual semilla de lo que es hoy la NBA.
«Es muy sencillo. Nunca habrá otro Michael Jordan. Él fue el primero en hacer un montón de cosas. Siempre que usted es el primero, no puede haber otra persona por delante», dijo el escolta estrella de Miami Heat, Dwyane Wade.
Wade y otros astros de la NBA como LeBron James, Kobe Bryant y Kevin Durant no se cansan de decir que desde niños quisieron imitar el estilo de Jordan. Y como ellos, también millones de niños y jóvenes en todo el mundo, al extremo de ser reconocido como el jugador más popular del planeta.
«No creo que jamás haya existido ningún otro personaje deportivo con su habilidad y conocimiento en todo el planeta», indicó Dominique Wilkins, otro legendario exjugador.
«Jordan sólo hay uno y nadie se compara con él», enfatizó Wilkins, quien señaló que más allá de sus condiciones atléticas o su magia con el balón, «la principal virtud de Jordan era la competitividad y las ganas de triunfar».
«Nunca vi a nadie con tanta motivación para ganar», dijo Wilkins. «Es alguien que odia perder como nadie. Cada día trabajó por ser el mejor y lo logró. Es la persona más competitiva que conozco».
Y entre volcadas que parecían desafiar las leyes de gravedad, fintas de fantasía con el balón para burlar rivales y una defensa suprema, Jordan le dio a los Chicago Bulls una vitrina repleta de seis títulos de la NBA en la última década del siglo pasado.
Hubo una primera etapa de tres campeonatos, de 1991 a 1993, en que Jordan pasó de ser un joven con potencial a un jugador estrella de los Bulls.
Luego se dio el lujo de retirarse para jugar béisbol de Grandes Ligas, cumpliendo un sueño de su padre, y regresar de nuevo para convertirse en leyenda con otros tres títulos de 1996 a 1998.
Y cuando Estados Unidos necesitó salvar el honor luego de varios fracasos humillantes en los Juegos Olímpicos, Jordan lideró un «Dream Team» de estrellas de la NBA para ganar el oro en Barcelona 1992.
Fue gracias a lo que hizo Jordan dentro y fuera del terreno que los jugadores de la NBA comenzaron a recibir trato de estrellas de parte de los fanáticos.
También llevó al marketing deportiva a un nivel jamás visto, que le abrió las puertas a la danza de los millones que bailan hoy sus seguidores como LeBron James, Kobe Bryant y Tiger Woods, entre otros.
El advenimiento de la «Jordamanía» en la década de 1990 propició más reconocimiento internacional de la NBA debido a la atención mediática que recibió la liga, inundada de pronto con patrocinadores poderosos en busca de caras famosas para sus productos.
Uno de ellos fue la firma Nike, que puso en el mercado las zapatillas «Air Jordan», todo un imperio que sigue siendo muy rentable a pesar de que muchos compradores no tienen la edad suficiente para haber visto las hazañas de su ‘Majestad del Aire’.
Ahora en Houston, invitado de honor al Juego de las Estrellas de esta noche, Jordan tiene a todos en vilo, como en sus buenos tiempos, para ver si hace realidad sus palabras cuando hizo su entrada en el Salón de la Fama en el 2009: «Un día voltearán la cabeza y me verán jugar de nuevo baloncesto a los 50 años».