Mijaíl Viktorovich Popkov fue un femicida que se desempeñaba como oficial de policía y que abusó sexualmente y mató a 77 mujeres y a un compañero de la fuerza, pero por el salvajismo de su forma de asesinar fue conocido como «el hombre lobo de Siberia».
Nacido el 7 de marzo de 1964 en la ciudad de Norilsk, en Krai de Krasnoyarsk, de la vieja Unión Soviética y actual Rusia, Popkov se interesaba por mujeres ebrias y prostitutas que iban de los 15 a los 40 años, aproximadamente, y las mataba, mutilaba o decapitaba en lugares cercanos a su domicilio, con objetos como cuchillos, hachas, destornilladores y hasta bates de béisbol y tacos de billar.
Llegó a cometer actos de necrofilia con los cadáveres, además de desfigurarlos y dejarlos en poses vergonzosas grotescas, como una forma más de denigración, para luego enterrarlos.
La primera prisión perpetua la recibió en 2015 tras ser declarado culpable de 22 homicidios, mientras que en 2018 confesó otros 59 crímenes, más allá que la Justicia le probó 56 de ellos, porque en los otros tres no juntaron pruebas suficientes como para acusarlo.
Según la fiscalía, este ex policía tenía «una necesidad patológica de matar», porque según señalaba «era culpa de las mujeres que él las matara, ya que decía que no tenían que estar tomando, sino en casa con sus hijos y esposos».
El modus operandi del «hombre lobo de Siberia» era abordar a las víctimas durante la noche ofreciéndoles un aventón gratis, en tres de esas ocasiones cuando estaba de servicio a bordo de su patrulla.
Entre las mujeres asesinadas, hay una de 15 años que se convirtió en la más joven de ellas, pero también tiene en su haber dos amigas de 19 y 20 años, a las que recogió cuando volvían a casa después de un concierto.
El detalle que se conoció fue que en este último caso, mientras conducía, Popkov decía que empezaba a sentir asco hacia las chicas por su comportamiento despreocupado y quiso castigarlas.
Este homicida decía que asesinando a esas mujeres «limpiaba la ciudad de Angarsk, de inmorales». Después de recogerlas, las «evaluaba» para comprobar si «debían ser asesinadas o no».
En ese sentido, las invitaba a tomar alguna bebida y si la mujer rechazaba la invitación, la dejaba en el lugar acordado y se marchaba, pero si esta aceptaba esa invitación, la asesinaba, ya que creía que el hecho de que «aceptar beber con alguien desconocido era obsceno e inmoral, así como su comportamiento despreocupado».
Se cree que asesinó a estas mujeres porque le recordaban a su madre y a su esposa, a quienes odiaba debido a supuestos abusos durante su infancia y a supuesto adulterio, respectivamente, según Popkov.
El asesino serial ya hacía estragos en la zona y la Policía trataba de hallar al responsable, quien había logrado mantenerse a salvo durante 20 años.
Los investigadores encontraron un patrón al ver las huellas de un lada niva 4×4 cerca de las escenas de los crímenes, un vehículo utilizado generalmente por agentes, lo que hizo sospechar a los investigadores el hecho de que un policía estaba involucrado en estos femicidios.
Las dudas se despejaron cuando una adolescente de 17 años llamada Svetlana Misyavitchus denunció que había sufrido una violación e intento de asesinato por parte de un agente de policía que se había ofrecido a llevarla a su casa cuando se disponía a volver a ella después de haber pasado la tarde en la casa de un amigo, al verla con frío.
La joven fue a la comisaría y allí le mostraron una ficha con las fotografías e identificaciones de todos los agentes de policía de Angarsk.
De esa manera, la mujer pudo identificar a Popkov, pero su esposa, Elena Popkova, que también trabajaba en la Policía, le proporcionó una falsa cuartada aprovechando su puesto en las fuerzas, y las sospechas se diluyeron rápidamente.
En 2012, finalmente, se tomaron muestras de ADN de más de 3.500 agentes de policía, ex agentes, funcionarios y ex funcionarios que hubieran formado parte de las fuerzas policiales de Angarsk debido a las sospechas mencionadas anteriormente.
Así, eventualmente se pudo relacionar a Popkov de forma irrefutable a través de estas pruebas de ADN y también a través de las huellas de su vehículo con 22 de los femicidios.
Asimismo, una mujer identificada como Evgeniya Protasova denunció haber sido atacada por Popkov en 1999, cuando tenía 18 años.
Esta persona aseguró que fue golpeada y abusada sexualmente y afirmó que ya lo había denunciado, pero no pudo identificarlo hasta que fue detenido en 2012.
Luego de las dos cadenas perpetuas recibidas en 2015 y 2017, tras varias confesiones, en 2020, Popkov confesó otros dos asesinatos adicionales ocurridos en la década del ´90, pero los mismos no pudieron ser probados.
La Justicia sospecha que ese relato es falso y que «el hombre lobo de Siberia» lo hizo para poder descansar un tiempo, ya que había estado diez meses cosiendo uniformes y mascarillas para el sector sanitario ruso en plena pandemia por Covid-19 en una colonia penal de trabajos forzados llamada Torbeyevsky Tsentral, en la región de Mordovia.