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Milei, el candidato de los votantes que defienden el «mejorismo» y resignifican la idea de libertad

El caudal de votos obtenido por Javier Milei en las PASO sorprendió a la dirigencia política y a muchos analistas que esperaban el resultado pero no su dimensión plantea el desafío de indagar quiénes son los que vieron en el candidato una esperanza y no solo un personaje caricaturesco

El caudal de votos obtenido por Javier Milei en las PASO, que posicionó a La Libertad Avanza como primera fuerza y sorprendió tanto a la dirigencia política como a muchos analistas que esperaban el resultado pero no su dimensión, plantea el desafío de indagar quiénes son los que vieron en el diputado nacional y candidato a la Presidencia una esperanza y no meramente a un personaje caricaturesco, a entender sus razones y llama a cuestionar la hipótesis de que son solo varones jóvenes enojados por la crisis económica.

El sociólogo Pablo Semán, la antropóloga Sofía Servian y Manu Jove, una de las caras del canal de streaming Blender, analizan el fenómeno, con las herramientas de la academia, pero también de la observación atenta de la realidad, un gesto que parece haber caído en desuso, adormecido en la comodidad de pretender entender a la sociedad argentina con las (ahora sí) viejas claves y categorías de «la grieta».

Coinciden, desde distintos puntos de vista y con referencias que más que distinguirse se suman al «caldo de cultivo», en que la crisis económica que comenzó en 2008 y que se administró sin resolución generó un proceso sostenido de desafección política.

El fenómeno, familiar cercano del que se dio durante la crisis de 2001, se suele englobar como «antipolítica», aunque asumió en las PASO características propias del grupo etario tal vez más afectado: los jóvenes.

En esta elección, votaron por primera vez aquellos que nacieron entre 2007 y 2008, que crecieron en una sociedad carente de las huellas y los beneficios del empleo privado formal y en una economía que nunca tuvo una inflación menor al 20% anual.

Sin clivajes ni propuestas

Amparados en los datos y las conclusiones obtenidas en entrevistas en profundidad y también telefónicas realizadas durante la pandemia, el sociólogo Javier Auyero y la antropóloga Sofía Servián publicaron Cómo hacen los pobres para sobrevivir, un trabajo que apuntaba a desnaturalizar certezas para, en cambio, «comprender e interpretar las maneras en que las personas, solas o en grupo, les dan sentido y lidian con la desigualdad y la destitución».

Servián cuenta que ya en aquella investigación de campo en la que trabajó con Auyero se pueden rastrear algunas pistas del resultado de las PASO, pero acepta que no vislumbraba semejante caudal de votos: «Supuse que le iba a ir bien por lo que escuchamos durante la investigación, todas vinculadas al impacto de la inflación y de la crisis económica (muchos hablaban de comida, de las milanesas como un anhelo, que estaban hastiados de comer alitas de pollo), pero no imaginé el 30% que obtuvo».

También las típicas señas del conurbano le impidieron -dice- leer el resultado: «En los barrios no hay ni pancartas ni pintadas de Milei, ni referentes que públicamente impulsen su candidatura. Entonces: ¿Cómo pudo sin territorio?».

Servián cree que la respuesta está en cierto «abandono del territorio» por parte de los partidos políticos y en el clima que percibió en los días previos a la elección: «Noté mucha gente desconectada de la elección y en parte es lógico porque fue una campaña sin clivajes ni propuestas más que la tan publicitada dolarización. Y sí escuché muchos chistes, con el impacto que tienen sobre la realidad, del tipo «Ya fue todo, voto a Milei«, «Milei va a rajarlos a todos», «Cuando gane Milei…»».

En la mirada de Servián, la imposibilidad de revocar las paredes de la casa porque los salarios (en negro) se destinan a pagar los alimentos (que no paran de subir) y la inseguridad (que suele leerse como un fenómeno que afecta a las clases medias pero que a los sectores populares los deja en el abismo de perder lo único que tienen) son otros de los factores que alimentaron el crecimiento de Milei.

Pero además, y contrariamente a la representación que suele hacerse de los votantes de Milei –que son varones sub 20, con discursos incendiarios y machistas, con trabajos «uberizados»–, Servián advierte que aquella es una simplificación con riesgos de invisibilización: «No son solo pibes del Rappi cansados de los planeros. Hay adultos que trabajan en comercios y jóvenes que estudian en las escuelas técnicas. También jóvenes que estudian en la universidad pública y trabajan ocho horas y que no pueden irse de la casa de sus padres. La Libertad Avanza logró generar un discurso que permea y genera esperanza en incluso en sectores que podrían perjudicarse con sus políticas».

Motivos sagrados

Hace casi una década, en noviembre de 2012, días después de una de las primeras manifestaciones masivas y antikirchneristas en las calles, el sociólogo y antropógo Pablo Semán publicó en Página/12 un texto titulado «Un sujeto en plan de nacer» en el que advertía sobre el riesgo metodológico (y por supuesto, político) de negar y estigmatizar al otro. Escribió en ese artículo: «Desconocer el carácter procesual de lo que está sucediendo, ignorar que tiende a desplegarse y enriquecerse, corre el riesgo de incidir de la peor manera posible en ese proceso: estigmatizándolo como menor, golpista, consumista y despolitizado se logra al mismo tiempo confundirnos entre nosotros y aumentar la carga de agravios sobre el adversario». Aquellas primeras intuiciones de Semán se convirtieron en el puntapié y la orientación de varias de sus trabajos sobre religiosidad popular, el impacto de la pandemia en la juventud en los barrios y lo que bautizó «el mejorismo», la idea de que el progreso personal es posible y que se basa en el esfuerzo individual, más allá del alcance del Estado y de la «casta política».

Días antes de las PASO, Semán tuvo varias intervenciones públicas en las que advirtió sobre cómo eso repercutiría en las PASO.

Semán acepta que a pesar de llevar años estudiando el fenómeno, la cifra obtenida por Milei lo sorprendió. «No vi la posibilidad de un 30%», asume sobre «un «polo de la libertad» que crece a expensas del macrismo y el kirchnerismo».

«Un primer público integra dogmáticos antiprogresistas casi calcados de las fuerzas neoreaccionarias que triunfan en varios países del mundo. Un segundo público surge del proceso en que se suceden el triunfo y la derrota de Macri, la pandemia y la aceleración del proceso inflacionario: se suman y masifican desde una experiencia social que no opone la calle y las redes: las integra. El tercer público que consolidó su masificación se forjó al calor mismo del actual proceso electoral por la presidencia», explica sobre la conformación variopinta de ese 30%, en la búsqueda de los «motivos sagrados».

Conocedor de la religiosidad en los sectores populares, también se ocupa de desarmar una de las hipótesis que circularon en los análisis tras el resultado de las PASO: que Milei ganó gracias al apoyo de los evangelistas. «No, es ridículo. Seguramente hay muchos evangelistas que votaron a Milei pero es matemático: muchos argentinos lo votaron. No conocemos el nombre de ningún pastor que haya pedido que lo voten. Y además se suele agrandar el efecto de esos apoyos ¿Cuántos votos le dio Cynthia Hotton a Larreta? Ninguno», analiza.

Semán también cuestiona que se identifique al votante de Milei como a un varón resentido por el feminismo. «Las mujeres de los sectores populares aprendieron a tomar la iniciativa y a defenderse mucho antes de la última oleada feminista. Y estoy seguro de que en ese salto de los últimos días que le permitió a La Libertad Avanza llegar al 30% se sumaron muchas mujeres que, al igual que los varones, rechazan a «la casta» y defienden «la libertad»».

¿Qué entienden por libertad? «El rechazo a un Estado que existe más en su ineficiencia que en su alcance y a las regulaciones, tan presentes durante la pandemia y que afectaron a la gran masa de trabajadores informales que no tuvieron los beneficios del asalariado. Pero también libertad ante la estigmatización y las acusaciones con las que se cuestiona su voto», arriesga.

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