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Milei en Davos, entre el desconcierto, la imprecisión, el desconocimiento y los objetivos ocultos

El presidente pudo parecer disruptivo en Suiza, pero su discurso estuvo plagado de datos falsos. Desde las mediciones del PBI de dos mil años hasta las diferencias del crecimiento económico entre el "modelo de libertad" y los "colectivismos" pasando por el rol del Estado en los "exitos" capitalista

Por Lucila Rivolta* 

El presidente, en su disertación en el Foro Económico Mundial, sostuvo un discurso con datos y conceptos falsos, sumado a un marco teórico atrasado.

Milei fue contundente en su crítica a todos los que cuestionan el “capitalismo de libre mercado”, al que definió como una herramienta para “terminar con la pobreza”, siendo “el socialismo una amenaza para Occidente”. Más aún, reivindicó a los “archi-mega-ricos” pero, en ningún momento de su discurso, nombró a los trabajadores/as.

Un informe elaborado por el Cepa deja expuesta impresiones, datos erróneos y el marco económico vetusto esgrimido por Javier Milei.

En primer lugar, Milei hizo referencia, y sacó conclusiones, en base a estadísticas del PBI per cápita y crecimiento mundial entre el año 0 y el 1800, donde podemos observar que hay una muy vaga estimación en mil años de historia (entre el año 0 y el 1000), por la escasez de datos.

El salto en el crecimiento económico a partir del año 1800 está vinculado a la revolución industrial. Frente a este escenario, ¿cuál es el sentido del planteo de Milei si lo único que se comprueba es que la revolución industrial permitió un salto exponencial de la producción a nivel global? A pesar de que le duela al presidente, esto fue estudiado y analizado hace más de 150 años por Karl Marx en El Manifiesto Comunista. Por lo tanto, mientras Milei está descubriendo el potencial del capitalismo para generar riqueza, hoy el mundo está discutiendo un gran problema: por qué el capitalismo genera crecimiento pero no lo distribuye.

Pero el presidente no se limitó a realizar afirmaciones cuestionables sobre la economía mundial. En el capítulo argentino, Milei reivindicó el período comprendido entre 1860-1895 e insistió en que la Argentina fue «primera potencia mundial» y que el estancamiento posterior fue producto del “colectivismo”.

Efectivamente, en ese período, hubo un gran crecimiento que luego se frenó. Pero, ¿por qué? Lo que sucedió fue que se extendió la “frontera agrícola”, es decir, aumentó la producción porque había más tierras para producir, pero con escaso valor agregado en la exportación de trigo, algo fundamental para el desarrollo económico. Este crecimiento tuvo un límite abrupto por la crisis internacional del 29, por una fuerte dependencia de la inserción primario exportadora. No fue el peronismo el causante del declino de la Argentina.

Por el contrario, sólo cuando Argentina se animó a desafiar esta dependencia, con la llegada de Juan Domingo Perón al poder, pudo recobrar un ritmo de crecimiento alineado al del mundo desarrollado, a partir de la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), que luego de desarrollarse espontáneamente, fue promovida por el peronismo.

Con la desindustrialización –desde 1975 hasta 2002– nos fue peor: de hecho, el peor período para Argentina fue el protagonizado por economistas liberales (Martínez de Hoz, Cavallo, López Murphy): nuestro país disminuyó su PBI per cápita -0,5%. Y recién a partir de 2002 se revierte la tendencia: desde 2002 hasta 2015, se produjo el mayor salto en el PBI per cápita: +4,5% anual acumulativo.

Por otra parte, el presidente también mencionó que los empresarios son “héroes” y que el Estado es la única variable explicativa de los problemas. Por cierto, se pueden mencionar tres sencillos casos donde la idea de Milei no aplica: los Estados arriesgan y generan nichos de negocio que luego son aprovechados por el sector privado. Uno de ellos es el de Iphone, que se creó por la tecnología que invirtió el Estado. Otro ejemplo es el desarrollo de las vacunas para el covid. Y en tercer lugar, podemos mencionar el caso Vaca Muerta, que quien invirtió para su exploración fue el Estado a través de YPF luego de recuperarla.

 

Entonces, en Argentina ¿los empresarios compiten?

Milei adscribe a la escuela austríaca, donde afirman que la competencia está impedida porque el Estado la dificulta artificialmente. Sin embargo, en los principales sectores económicos de Argentina no hay competencia, hay cartelización, sin intervención estatal. Y no sucede sólo en un mercado, sino en todos.

Uno de los casos más recientes, es el acuerdo de las Prepagas para aumentar los precios, que fue denunciado por la Coalición Cívica por tratarse de una conducta ilegal.

Como afirma Milei, ¿los mega ricos son los verdaderos benefactores sociales? El reciente informe de Oxfam resulta demoledor: la fortuna de los 5 hombres más ricos del mundo se duplicó (y un poco más) entre 2020 y 2023 (+114%). Según Oxfam, al ritmo actual de ganancias concentradas y con una distribución tan desigual de la riqueza, el mundo podría ver su primer billonario en sólo 10 años, pero necesitaría dos siglos para erradicar la pobreza.

Para finalizar su exposición, el presidente afirmó: “Aquellos países que son libres son 12 veces más ricos que los reprimidos”. Pero los datos presentados en el informe de Cepa “El discurso del presidente Milei en Davos”, indican lo contrario: los 30 primeros países con mayor presión fiscal registran un nivel de pobreza mucho menor, que aquellos países con menor presión fiscal. Teniendo en cuenta que la idea de libertad que pregona Milei en su discurso libertario está fuertemente vinculada a la desregulación y la ausencia del Estado, lo afirmado en Davos está claramente alejado de la realidad.

En conclusión, Javier Milei, en su presentación, pudo parecer disruptivo, pero su discurso estuvo plagado de datos falsos. Los datos señalan que ese “modelo de la libertad” que él reivindica produjo mucho menos crecimiento que los “colectivismos” del primer peronismo, la industrialización sustitutiva y los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.

Lo que pretende es llevar a cabo un plan de negocios –no de gobierno– y favorecer a los grandes sectores concentrados del poder económico, tanto nacionales como extranjeros, siendo el Estado un estorbo para ellos.

*Cepa Rosario

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