Por Mauricio Cornaglia
Milei es lo peor que nos podía suceder, decimos, aseguramos.
Macri es lo peor que nos podía suceder, decíamos, asegurábamos.
Para interrumpir la embestida Macrista, se juntó mucho de lo peor de otros espacios.
Para terminar con la devastación Mileista, se juntará mucho de lo peor que hasta mediados de 2027 se pueda acopiar.
Decimos eso (antes de continuar), reconociendo las enormes limitaciones que tenemos desde los sectores de izquierda, para lograr ser observados como alternativa a tanta porquería.
Y por supuesto, sumado el rol de casi todos los medios de “incomunicación y confusión” (alimentados con la letra que ofrecen partidos o frentes políticos mayoritarios), para impedir que espacios seriamente cuestionadores, y comprometidos, consigan asomar sus cabezas.
Las principales expresiones partidarias: las dos, o tres, o cuatro (a esta altura poco importa), están muy tranquilas. Son “distintas”, se putean, se escrachan, se chicanean, se denuncian. Pero tienen muy claro que no van a permitir el ascenso de espacios, que aún pequeños, logren interpelar, y puedan provocar en las mayorías la idea de organización para parir algo absolutamente distinto.
Su máxima preocupación/ocupación pasa por diferenciarse de lo otro. Con un poquito todos los días les estuvo alcanzando. Operan, operan, operan, y les viene saliendo muy bien.
Desde sus estructuras crearon una mentirosa “grieta”. Transformando todo en algo insoportable, vomitivo y peligroso a la vez.
Gran parte de nuestro pueblo las sigue viendo como alternativas. Y usando sus sabrosos argumentos (de un lado y de otro), justifican sus decisiones, posiciones y acciones. Y en buena parte, sus “no-acciones”.
La mencionada grieta generó en los últimos veinte años, la rotura de lazos sociales y familiares, como nunca antes experimentamos.
Buena parte de las argentinas y argentinos están distanciados/as de seres queridos (amigos/as, compañeros/as, padres, hermanos/as, parejas, vecinos/as). Es una verdadera “locura”. ¿Cómo nos permitimos herirnos tanto?. Semejante estupidez, debe provocar mucha risa en esa dirigencia política que mira desde arriba frotándose las manos, como nos peleamos abajo, y alimentamos la dispersión que necesitan.
Está claro que la llegada de Milei es lo peor que nos podía pasar, hasta ahora. Y que es multicausal, como se dice por ahí.
De todas maneras creemos que las causas principales hay que encontrarlas en el horrible país que teníamos hasta antes de las elecciones de 2023.
Por más avance derechoso/fascista a nivel global, como muchos insisten. Por más sectores oligárquicos, miserables, insensibles, pero que siempre existieron en nuestro país. Si la sociedad toda hubiese tenido, al menos, las necesidades básicas cubiertas, si no hubiésemos llegado a los niveles de pobreza, indigencia, de deterioro rotundo de la vida, no hubiese sido posible que personajes tan horribles lleguen a la Casa Rosada.
Creemos que los límites, si es que existieron alguna vez, se fueron corriendo. Y nunca hacia a la izquierda, está muy claro.
El llamado “progresismo”, llevó adelante innumerables políticas antipopulares. Sin embargo, millones callaron, miraron para otro lado, y hasta justificaron. Paralelamente, otros millones cuestionamos, expusimos, denunciamos. Nos llamaron “gorilas”, “golpistas”, “irresponsables”, “inmaduros”, “antiperonistas”, “funcionales a la derecha”, y un larguísimo etcétera.
Si hubiesen destinado toda esa energía en cuestionar cada política mala y dañina (gobierne quien gobierne), y tratar de sumar y organizar para construir lo que necesitamos, seguramente tendríamos otro país. Y no se hubiese puesto en riesgo la democracia, como está sucediendo.
Millones apoyaron, acompañaron y defendieron, a quienes delante de nuestras narices fueron entregando el territorio que habitamos, a las corporaciones saqueadoras de los países centrales (también locales). El extractivismo adoptado como política de estado desde hace décadas, vulnerando los derechos de la naturaleza y violando los derechos humanos, se fue validando.
La dirigencia logró instalar la idea de “lo posible”, e impuso una lógica entreguista, corrupta y represora, que se fue aceptando, y solo cuestionando cuando no se ejercía el poder. La “doble vara”, que le dicen.
Muchísima gente, como siempre, entendemos que en tiempos de Milei y compañía, hay que resistir, luchar, y encontrarnos con muchos y muchas más, abrazarnos y organizarnos. Tozudamente, insistir en la idea de parir algo absolutamente superador y rotundamente distinto a todo lo que viene gobernando la Argentina desde hace cuatro décadas.
Tenemos que exigirnos más democracia real, en todos nuestros lugares, en todas nuestras prácticas.
Dejar de señalar “cómodamente” a quienes votan a nuestros verdugos. Y con toda responsabilidad, empezar a decir NO a todo lo que nos haga daño (venga de quien venga). Sacarnos las estúpidas y peligrosas mochilas que llevamos encima, y dejar de creerles a quienes, de manera descarada o disfrazándose de lo que necesitaron o necesitan, deciden quien vive y quien muere en nuestro país.