Por: Martín Piqué/ Télam
Una batería de propuestas entre las que incluye comunicar con «osadía«, «imaginación» y haciéndose cargo de «las angustias de la gente», al igual que tener en cuenta los temores de las madres con hijos adolescentes, resumen la postura de la académica española Esther Solano cuando se le pregunta cómo enfrentar en las urnas a «la extrema derecha en su versión libertaria».
Nacida en 1983 en Guadalajara (a 60 kilómetros de la capital de España) pero residente desde hace años en Brasil, Solano trabajó en la campaña de Luiz Inácio Lula Da Silva en la elección que se definió en segunda vuelta con un triunfo ajustado sobre el entonces presidente, el excapitán del Ejército Jair Bolsonaro.
En una conversación telefónica con Télam, la politóloga confió que desde San Pablo sigue el proceso electoral argentino con «mucha atención, preocupación e interés», y vinculó a Javier Milei -primero en las PASO por apenas 1,8 por ciento- con el fenómeno mundial de los ‘outsiders’ que irrumpen en el sistema político a partir de «una situación de cabreo (sic), frustración y resentimiento».
Al referirse a la fórmula presidencial de La Libertad Avanza (LLA), aconsejó poner la lupa sobre los roles complementarios que asignó a Milei y a Victoria Villarruel, ya que mientras el primero encarna el arquetipo del economista ultraliberal con «una agenda inmensamente privatista de los sectores estratégicos del Estado», su candidata a vice promueve «una estrategia sutil» que «horada consensos de la democracia, como la memoria y la justicia».
«Hay que estar muy atentos a los procesos que pasan por debajo del radar. Cuando nos quedamos en las anécdotas más estridentes por debajo de nuestros ojos pasan las estrategias discursivas de las guerras culturales, mucho más poderosas que el negacionismo», analizó la doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Complutense de Madrid.
Según Solano, la abogada Villarruel, a quien define como un «personaje potente en términos comunicativos», elude el negacionismo frontal de los crímenes de lesa humanidad de la dictadura mientras despliega una narrativa que acusa a los organismos de derechos humanos de «manipular el tema de la memoria para su propio beneficio».
«Busca colocarlos como si fueran una casta», alertó la analista.
«Esa estrategia es muy preocupante porque cuando la gente está en una situación de cabreo, que es lo que pasa ahora en Argentina, con frustración y resentimiento, es muy fácil apuntarle a chivos expiatorios y a ciertas ‘castas’, castas que no solamente son políticas sino también intelectuales, mediáticas y, siempre entre comillas, también de derechos humanos», advirtió.
De acuerdo al análisis de Solano, la ultraderecha en su versión argentina postula a la Presidencia a un impulsor de la «lógica privatista del Estado mínimo» pero acompañado en un rol importante por una abogada de 48 años -hija del carapintada Eduardo Villarruel y nieta de un encumbrado miembro de la Armada- que cuenta con el respaldo de miembros retirados de las fuerzas armadas y de seguridad.
Este reparto de roles tiene un eco con lo que ocurrió en 2018 en Brasil, aunque invirtiendo los términos: en el bolsonarismo, recordó Solano, «el propio Bolsonaro representaba al estamento militar, porque llevaba 26 años como diputado y lo votaban a los militares», pero para llegar al poder entendió que «tenía que rodearse de algún exponente del discurso liberal, elitista, y así encuentra a (su primer ministro de Economía) Paulo Guedes«.
«Guedes era un ‘Chicago boy’ (seguidor de las ideas de Milton Friedman en la Universidad de Chicago, NdR), un tipo que apunta básicamente a los mismos ideales que Milei», indicó la investigadora, y como decálogo repitió la premisa de que «el Estado no funciona porque es corrupto, ineficaz y hay que minimizarlo hasta su extremo».
Sin embargo, al concluir el mandato de Bolsonaro (se extendió desde el 1º de enero de 2019 hasta el mismo día de 2023), «el discurso liberal que prometía Guedes se quedó en eso y no consiguió concretar ninguna propuesta efectiva», ponderó Solano, aunque «igualmente hubo una privatización (la compañía eléctrica Electrobras) y se implementó el techo de gastos del Estado».
«Bolsonaro no llevó adelante esa agenda tan brutal», estimó de todos modos, y planteó que el exmandatario brasileño, pese a iniciar su gobierno «con una retórica liberal», al final «acaba teniendo muchos planes de emergencia (con medidas sociales), que apuntaban a las clases populares con la intención de ganarse esos votos».
Esa distancia entre el discurso de campaña y las medidas efectivamente implementadas por Bolsonaro, observó Solano, se debe a que «la lógica privatista del Estado mínimo no tiene consenso en Brasil, así como hoy no lo hay en la Argentina».
«La gente no quiere que el Estado sea destruido, ni tampoco que sea mínimo, quiere que sea más eficaz, eficiente, con servicios de calidad», arriesgó.
Y agregó que como «no hay consenso social sobre el Estado mínimo» esa situación implica «una oportunidad para deconstruir esa potencia de Milei», algo que deben tener en cuenta quienes competirán con él en las urnas en menos de dos meses.
MIEDOS, PREOCUPACIONES Y MOTIVACIONES, LOS PUNTOS DE CONTACTO ENTRE MILEI Y BOLSONARO
La politóloga española residente en Brasil Esther Solano contó que el Partido de los Trabadores de Brasil cometió un error al competir con Jair Bolsonaro en la elección presidencial de 2018 ya que, en esa oportunidad, apeló al miedo ante un potencial triunfo de la ultraderecha desde valores abstractos o ideológicos («fascismo», «antidemocracia», «golpismo»), cuando en un escenario así, dijo, los miedos pasan por cuestiones concretas y cotidianas.
Al mencionar el día a día, la politóloga se refirió en concreto a las preocupaciones básicas de cualquier individuo como la situación de su familia o entorno más cercano, la salud, la continuidad del trabajo o la jubilación y el acceso a la universidad para sus hijos.
Estas prioridades pueden entrar en una zona de incertidumbre en determinadas coyunturas políticas, y esto es lo que pasó en Brasil tanto en los comicios presidenciales de 2018 como en los de 2022, cuando el entonces presidente Bolsonaro perdió el balotaje frente a Luiz Inácio Lula Da Silva.
Estos acontecimientos, que Solano vivió como una ciudadana pero al mismo tiempo anallizó desde su especialidad en estudios cualitativos de opinión pública, fueron claves para sus libros, como «La paradoja de Bolsonaro» y «El odio como política. La reinvención de las derechas en Brasil», en el que escribió y además coordinó el aporte de otros autores.
La politóloga, a partir de su trabajo y de los relevamientos de opinión pública, resaltó que los ‘outsiders’ de ultraderecha como Javier Milei y Bolsonaro «no son impenetrables, tienen contradicciones y elementos de disputa», lo que implica que existen «lugares por donde resquebrajarlos».
Como ejemplo, mencionó que la premisa del Estado mínimo que impulsa el libertario no tiene «consenso social» mayoritario, lo que para la Argentina podría sonar paradójico ante el resultado electoral obtenido por el economista que trabajó años bajo el ala de Eduardo Eurnekian.
«Hay que parar un poco, reflexionar, entender el fenómeno y hablar con quienes lo han estudiado. Es importante, porque estos fenómenos reorganizan totalmente el sistema político», evaluó Solano.
Por otro lado, señaló que no ve ninguna «encrucijada» en que se haga un análisis de los cambios políticos que se vienen perfilando y al mismo tiempo se busque redireccionar una campaña electoral, un debate que circula puertas adentro de la coalición peronista Unión por la Patria.
A modo de conclusión, aludió al impacto generado por las figuras de Bolsonaro y del republicano Donald Trump en sus respectivos países y recomendó a los sectores del progresismo y del espacio nacional-popular de la Argentina (como también a la derecha tradicional), estudiar lo que hicieron ellos y sus rivales políticos en los últimos años.
«Vosotros tenéis una cosa muy importante y es que pueden acumular las experiencias de otros, como la brasileña y la de Estados Unidos», remarcó.
En esa línea, y al profundizar sobre la coyuntura electoral cuando restan 48 días para los comicios del 22 de octubre, la profesora de la Universidad Federal de San Pablo exhortó al «campo democrático» de la Argentina a priorizar «la reflexión, la inteligencia y la unidad» al salir en búsqueda del voto.
En cuanto a cómo interactuar con los votantes de Milei o con quienes dudan sobre si votarlo o no, aconsejó no dirigirse a esas personas desde el recurso «fácil» del «folclore» partidario ni tampoco a través de la «caricatura».
La politóloga, que se ubica a sí misma en el arco político y cultural de la «izquierda» entendido en un sentido amplio, llamó a concentrarse en «las angustias de la gente» a partir de sus vivencias de todos los días.
También, propuso acciones creativas y audaces porque, advirtió, «las directrices que han servido en otras campañas» no serán útiles en este contexto.
Con la autoridad de haber colaborado con la campaña con la que Lula afrontó el balotaje del 30 de octubre de 2022, en el que el líder del PT se impuso por 50,90% a 49,10%, Solano compartió asimismo experiencias y consejos.
Tanto en la entrevista con Télam como en otro reportaje realizado por la publicación digital Seúl, la española subrayó que -por su propia lógica de representación- el ‘outsider’ de derecha que busca capitalizar malhumores sociales con un discurso confrontativo hacia las elites (las «castas» de las que habla Milei) suele ser un fenómeno predominantemente «masculino».
Esa condición se alimenta de las transformaciones recientes en el mundo laboral y de la irrupción de las plataformas digitales como Uber, «con cambios acelerados que llegan muy rápido», entre ellos la aparición de una masa de asalariados que trabaja por su cuenta, sin instancias colectivas, y que queda al margen «de las estructuras clásicas (del gremialismo), sin representación sindical ni política».
«Si los ‘outsiders’ aparecen, es porque la gente se siente muy frustrada con el sistema político: frustrada y resentida porque no le han dado lo que ha pedido», siguió Solano.
Después, ya en el plano de las recomendaciones, aconsejó interpelar a franjas del electorado que -en razón de sus vivencias- sienten aprensión, rechazo o hasta miedo frente a ciertas propuestas de la ultraderecha.
Con argumentos similares, la intelectual brasileña Sonia Fleury supo contar que durante la campaña de Lula para la segunda vuelta se comprobó que a las madres con hijos adolescentes les preocupaba el futuro de esos jóvenes y que en los ‘focus group’, al expresarse en confianza, respondían con desagrado ante la apología del rearme individual y la libre portación de armas promovidos por Bolsonaro.