«Es un caradura, no tiene saldo». A la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, le salió fallado el montaje en medio de la jornada de paro nacional dispuesta por la CGT y las dos CTA: subió a un colectivo en la ciudad de Buenos Aires para escenificar su apoyo a los trabajadores que quieren ir igual a sus ámbitos laborales. Cómo no se maneja en transporte público, uno de sus colaboradores le prestó una tarjeta Sube pero, para sorpresa de todos, no tenía carga suficiente para abonar el pasaje. Con risas, la comitiva intentó disimular el incordio.
El desconocimiento de la funcionaria respecto de lo que cuesta vivir en el país, puesto en evidencia con esa anécdota, es similar al del propio presidente Javier Milei, que en una entrevista con la periodista de la BBC de Londres Ione Wells intentó una respuesta fundada en su dogma libertario para zafar de la pregunta sobre lo que cuesta un litro de leche. La corresponsal insistía en buscar que el mandatario enviara un mensaje al sector de la población más afectado por el ajuste que implementa el Gobierno, pero la empatía nunca llegó. «¿Usted sabe la cantidad de bienes que tiene una economía? Usted no hace economía desde lo que cuesta un producto en especial», fue lo que contestó de manual el libertario entonces.
Este jueves, el fallido de la ministra fue cuando intentaba asegurar que el servicio de colectivos en la ciudad de Buenos Aires era normal según la información que, dijo, le acercaron a su cartera las empresas de transporte. En esa línea, la funcionaria afirmó que hubo ataques a varias unidades –fue reportado uno, con piedras– y que habían arrojado clavos «migueletes» (por los conocidos miguelito) en las calles para evitar que circulen.
