El presidente de la Nación reside en el Hotel Libertador de la avenida Córdoba, propiedad del grupo IRSA de Eduardo Elsztain, durante los últimos cuatro meses. Se estima que los gastos acumulados durante su estadía superan los 35.000 dólares y continúan incrementándose. La incógnita principal es quién está pagando estos costos, ya que el presidente Milei renunció a todos sus salarios como diputado nacional, y no se conocen otras fuentes de ingresos.
En círculos peronistas, se manifiesta la incomodidad por lo que perciben como un doble estándar, planteando la posibilidad de presentar una denuncia contra el Presidente por el presunto delito de dádivas. Argumentan que si un líder peronista estuviera viviendo en un hotel propiedad de un empresario cercano, sería motivo de escándalo.
La relación entre Elsztain y Milei se destaca, ya que el empresario financió la campaña del líder libertario y estuvo presente en su ceremonia de asunción, un hecho inusual para él. Además, Elsztain facilitó el contacto de Milei con la organización judía ortodoxa Jabad Lubavitch.
Surgen sospechas sobre la posible intervención de Elsztain y otros empresarios en la redacción de un decreto presidencial desregulador beneficioso para sus intereses. Se señala a prominentes estudios de abogados, incluyendo aquellos que representan a empresarios como Paolo Rocca, Eduardo Eurnekian y Marcos Galperín. La duda sobre la legalidad del decreto surge si se confirma la participación de estos estudios en lugar de las áreas legales del gobierno, que constitucionalmente deberían redactar tales normativas.
La prolongada estadía de Milei en el hotel de Elsztain, que además funcionó como sede de campaña y oficina de transición, se volvió un tema de interés público. A pesar de las preguntas sobre quién costea esta estadía, el vocero presidencial Manuel Adorni evitó proporcionar respuestas claras, mencionando que se detallarán los gastos de la remodelación de la Quinta Presidencial cuando Milei se mude a Olivos.