Con rosas y claveles en las manos, miles de fanáticos hacían fila la noche del jueves en un duelo colectivo, para despedir a su ídolo, el legendario músico roquero argentino Gustavo Cerati, cuyos restos son velados en la sede de la Legislatura de Buenos Aires, a metros de la histórica Plaza de Mayo.
«Son 30 años de seguirlo. Nuestra escuela secundaria, los primeros recitales, me vienen todos los recuerdos. La leyenda es lo que nos hizo vivir», dijo a la AFP Alejandro Canario, de 41 años, que descubrió en 1988, cuando aún vivía en su provincia natal, Santiago del Estero (norte), a la mítica banda Soda Stereo que lideraba Cerati.
En una noche fría y ventosa, Canario compartía experiencias con otros fans que acababa de conocer en la fila que se extendía por más de un kilómetro, amenizando con anécdotas roqueras la espera antes de ingresar al edificio del parlamento capitalino, donde fue instalada la capilla ardiente.
«Cerati escribió, tocó y cantó, las tres cosas las hacía bien. No hubiésemos querido estar acá. Queríamos que vuelva», agregó Hugo Cavallieri, de 34 años, junto a su hijo Lucas, de 10 años, al que también le «encanta Cerati desde los 7», dice.
Mary Amaya tiene 55 años, «la misma que Gustavo», se enorgullece sobre el músico que murió este jueves de un paro cardiorrespiratorio, tras haber estado cuatro años en coma tras sufrir un accidente cerebrovascular en Caracas en 2010.
«Es mi ídolo, desde el día que empezó. Lo conocí cuando entró a grabar en la CBS en 1983. Ese día estaba de jean y botas de lluvia amarillas y sus pelos de todos los colores», recordó esta mujer con una rosa en la mano, que fue «a todos los recitales» y señala a «Persiana americana» como su canción preferida.
Gonzalo Portello, de 23 años, camina con muletas porque es lisiado, lo que no le impidió llegar hasta el centro de la ciudad para despedir a su ídolo esperando su turno sentado en la vereda.
«Devoción y agradecimiento. Para mí Gustavo es una referencia, gracias a él descubrí mi vocación artística», dijo este joven de gorra negra que estudia guitarra y teatro y se conformaría con llegar a ser «el 5% de lo que fue Cerati», afirmó.
Carlos Vega, de 35 años, venido desde la localidad de Moreno, en la periferia oeste de Buenos Aires, trajo su guitarra eléctrica para dedicarle temas de Jimmy Hendrix y Pappo, como lo hizo otras veces frente a la clínica donde Cerati estuvo internado durante los cuatro años de vida vegetativa, cuenta.
En la fila la gente se habla unida por «un duelo colectivo, no en solitario», celebra Luciano Ingaramo, de 24, amante de «la forma de componer, el arte, las melodías» del exlíder de Soda Stereo, la banda roquera argentina más exitosa en América Latina disuelta en 1997.
«Esperé durante 51 meses que despertara, y la noticia de su muerte fue un baldazo de agua fría. Es mi ídolo de la música. Cuando le pasó lo del ACV decidí acompañarlo hasta el último día de su vida y me siento aliviado porque cumplí», dijo Ingaramo a la AFP.
Artistas como Emanuel Horvilleur y Dante Spinetta, hijo del fallecido Luis Alberto Spinetta, otra leyenda del rock argentino, se acercaron a la Legislatura para «abrazar a la familia».
Todos los músicos del país lo homenajearon y le recordaron en la ceremonia de los premios Gardel a la música local, que por azar se entregaron la misma noche del jueves.
El velatorio de Cerati, declarado ciudadano ilustre de Buenos Aires en diciembre de 2013, se extenderá durante toda la noche hasta las 11 del viernes, y luego sus restos serán inhumados en un cementerio privado de la periferia norte de Buenos Aires.