El 3 de julio de 1992, alrededor de las cuatro de la tarde, se concentraron personas del colectivo LGBTQ+ en la Plaza de Mayo para marchar hasta el Congreso en el cierre de la Semana del Orgullo, un evento con conferencias y muestras que tuvieron lugar en el Centro Cultural San Martín de la ciudad de Buenos Aires.
«La recuerdo con mucha alegría porque estábamos muy dispersos. El obispo en su iglesia, el psicólogo en la facultad o en el consultorio, la gente común hablando con sus amigos. Hasta que se nos ocurrió juntarnos todos y hacer algo juntos desde Plaza de Mayo y ver qué salía», contó a Télam el psicólogo Jorge Horacio Raíces Montero, fundador del Grupo de Investigación en Sexualidad e Investigación Social (ISIS) y asesor de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).
La periodista Adriana Carrasco recordó, a su vez, que para ella «no fue novedad marchar a cara descubierta como lesbiana» porque lesbianas feministas ya habían encabezado la marcha del 8 de marzo por primera vez en 1988.
«Lo interesante es que por primera vez se organizaron grupos de gays y un grupo de lesbianas para marchar con la consigna del orgullo», destacó a Télam la periodista que cubrió aquella marcha para la revista semanal Flash del diario Crónica.
Carrasco indicó que también hubo participación, aunque poca, de personas travestis y trans.
Una de ellas fue Karina Urbina, integrante de Transexuales por el Derecho a la Vida y la Identidad (Transdevi), recordada en una foto de 1991 en la que sostiene un cartel con la leyenda «Somos personas» y otro que la envuelve y expresa: «Cambio de sexo en la Argentina y reconocimiento legal. Señores jueces nos marginan al denegar nuestro derecho a la identidad».
«Nosotras venimos a la marcha a reclamar que nos permitan cambiarnos el nombre y la referencia al sexo en nuestros documentos de identidad y que para todos los efectos, se nos reconozca como mujeres», exponía Susana, una mujer trans de 30 años, durante la marcha, en diálogo con Flash.
Los activistas recordaron que ese día de julio de 1992 «mucha gente fue con máscara porque en esa época si descubrían que eras gay o lesbiana te echaban del trabajo».
«Participé de la marcha con máscara, muy temeroso, como la mayoría de los que estábamos ahí. Los únicos que no tenían máscara eran unos pocos valientes, que eran los líderes organizadores: Carlos Jáuregui, Ilse Fuskova, Rafael Freda», evocó Marcelo Roiseman, el activista más antiguo de la CHA y quien lleva adelante junto a Marcelo Ferreyra un archivo con documentos históricos sobre la lucha del movimiento.
Desde ese acervo documental, conformado principalmente por recortes de periódicos, Roiseman pudo establecer que la marcha fue el 3 de julio y no el 2 como figura en algunos archivos.
«Pensamos que no iban a venir muchos medios pero como estuvo ese día una marcha docente estaban todos. Fue una de las marchas más cubiertas por los periódicos», dijo e indicó que en ella participaron unas «100 personas», aunque la estrategia mediática fue incrementar el número a 300.
La jornada «duró hasta el anochecer; después varios nos dispersamos y siguió durando porque nos fuimos a un bar a tomar un cafecito y a sacar conclusiones de lo que había pasado», recordó Raíces Montero.
Los impulsores de la marcha fueron Jáuregui y César Cigliutti, quienes caminaron con su organización Gays por los Derechos Civiles (Gays DC), y junto a la Sociedad de Integración Gay Lésbica Argentina (Sigla), Transexuales por el derecho a la vida (Transdevi), Grupo de Investigación en Sexualidad e Investigación Social (ISIS), la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM) y Convocatoria Lesbiana.
«Toda la marcha fue una intervención artística porque mucha gente iba caminando y otros iban bailando, algunos llevaban instrumentos musicales y algunos hacían alguna performance artística en el medio de la avenida. Pero todo se dio espontáneamente», graficó Raíces Montero.
Con la consigna «Libertad, Igualdad, Diversidad», esta marcha fue la primera en denominarse «Marcha del Orgullo» en la Argentina, tras un extenso debate.
Marcelo Sunthein, vicepresidente de la CHA, llegó a la ciudad de Buenos Aires a sus 18 años desde Misiones y en 1992 no pudo participar de la marcha porque «no conocía a nadie gay» pero la recuerda a través de las memorias de sus amigos y su pareja, César Cigliutti, fallecido en agosto del 2020.
«La palabra ‘orgullo’ empezó a usarse a mediados de los años ochenta y se empezó a discutir en algunos lugares de Norteamérica. En la Argentina, en el 92, fue toda una gran discusión si había que llamarla ‘Marcha de la Dignidad Gay Lésbica’ o ‘Marcha del Orgullo'», explicó Sunthein.
Y recordó: «César siempre contaba que Carlos decía ‘vamos con la tendencia internacional’ (de Marcha de la Dignidad Gay) y César le decía: ‘No, loca, es Orgullo. Hay que jugársela y ponerle ‘Marcha del Orgullo'».