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Milo Lockett: «Creo que lo bueno del arte es que nos desinhibe y nos iguala»

El artista, como pocos en el país referencial y popular, estará en la ciudad este fin de semana en el marco de la inauguración de una muestra que ofrece un recorte de su última producción, que se podrá visitar de forma gratuita en el Museo Murray de Funes hasta junio

Hace muchos años, más de veinte, que el artista plástico chaqueño Milo Lockett (Resistencia, 1° de diciembre de 1967) puso en práctica esa máxima que sostiene que una crisis puede volverse una gran oportunidad. De este modo, cuando en 2001 y en medio de la debacle económica cerraba su empresa textil, su pasión por la pintura cooptaba definitivamente sus sentidos y su interés y así se lanzaba en cuerpo y alma a transitar un viaje de colores y trazos que lo trae hasta el presente, consagrado como uno de los artistas argentinos contemporáneos más importantes y al mismo tiempo más populares, incluso por fuera de las fronteras del país, que si bien está rodeado del arte que él mismo produce en su taller de Tigre, donde vive desde hace unos años, recorre la Argentina con su obra, su gran generosidad y su propuesta lúdica y al mismo tiempo pedagógica.

Aunque ya ha estado en otras oportunidades en Rosario y la región, Milo llega este fin de semana para inaugurar en el Museo Murray de Funes, espacio que dirige Jésica Savino, una muestra sobre parte de su producción reciente como prometió hace unos meses cuando descubrió ese hermoso espacio ubicado en Tomás de la Torre al 1700 de la vecina ciudad.

Dueño de estilo que va de la profusión de lo figurativo a lo abstracto, con una paleta de colores fulgurantes, en su mayoría primarios, y la utilización de materiales que todas las personas tienen al alcance de la mano, la obra de Milo, que también incluye una serie de objetos maravillosos, aunque sostiene un estilo, se ramifica en formas y colores, en detalles y estallidos, con algo que de lo naif también vira a un absurdo inocente que tiene su matriz en una expresión casi surrealista, sin dibujo previo ni bocetos, con soportes de muchos tamaños, muy teñida por la impronta del momento, lo que es una marca de su autenticidad de creador autodidacta.

“Llevo  mucha obra de lo último que estoy pintando; estoy contento por ir al museo de Funes y por ir a Rosario porque tengo familia que iré a visitar, tengo mis galeristas que son la gente de Walmer, Jorgelina (Pesado Castro) y Noemí (Giani); muy contento también con el museo porque han sido todos muy generosos y lo mismo el público de Rosario que siempre es muy cálido conmigo. Tengo el teléfono explotado de mensajes de gente que me dice que me están esperando y eso me pone muy feliz, sobre todo porque me llaman mucho de las escuelas y quería que tengan cerca una muestra mía para que la puedan visitar y recorrer, eso es lo más importante”, contó el artista.

En el territorio de una empatía directa del imaginario de las y los seguidores de su obra con su impronta y sus entrañables personajes que por momentos parecen ser uno que se multiplica en miles de formas, colores, letras, signos y palabras, la obra de Milo es difícil de definir: “La verdad es que es muy difícil tener que ponerle palabras a la obra que uno hace; de todos modos, creo que el mío es un lenguaje muy directo y por eso siento que los chicos se pregnaron mucho de la imagen, y al mismo tiempo, que trabajen mi obra en las escuelas hace que la propuesta se divulgue, que se conozca, que la gente la vea y la reconozca de inmediato. De todos modos, me sigo sorprendiendo todo el tiempo con lo que pasa; la semana pasada estuve trabajando en una escuela de San Juan (a la que le pusieron su nombre) y fue algo maravilloso; quizás la empatía tenga que ver también con que siempre viajo, recorro el país, y la gente de algún modo va descubriendo mi obra”.

“Mi propuesta –sumó el artista– no tiene la pretensión de ser obra de arte; creo que eso también la acerca mucho a la gente. Muchas veces, los artistas no tenemos ese vínculo con el espectador, eso es algo muy reciente, muy contemporáneo, diría que de los últimos años. Antes eso no sucedía, había mucho intermediario. También juega el acercamiento que nos ofrecen hoy las redes sociales: a la gente le interesa, más allá de la obra, el autor, quién hizo esa obra, cómo la hizo, cómo y dónde vive, qué hace o cómo piensa”.

Jugar con el arte  

“Yo me pienso dentro de la educación por el arte, que es en parte como yo entiendo al arte, es ese modo en que uno puede transmitir un caudal de conocimiento, sea poco o mucho lo que cada uno tenga para ofrecer, pero poder transmitirlo. Cada vez que uno puede sumar a una persona a que se aleje de ese concepto de que el arte es sólo para algunos para instalar la idea de que el arte nos atraviesa a todos culturalmente, estamos en el camino correcto”, planteó el creado nacido en Resistencia hace poco más de cincuenta años.

Y profundizó: “El arte está en nosotros desde el primer momento; muchas veces se aprende antes a dibujar que a hablar. Cuando vez a los chicos de tres o cuatro años, que quizás hablan pero no entienden demasiado el significado de las palabras, generalmente, esa primera intención de dibujo, ese garabato, me parece esencial porque es el primer lenguaje de comunicación que tenemos los seres humanos. Cuando los chicos empiezan a tocar con sus manos los materiales están sintiendo el arte de otra manera, más allá que de grandes, erróneamente, nos vamos alejando de esa idea de jugar con el arte o que nos atraviese la cultura y pensamos que sólo algunos lo pueden hacer. Dos personas nos ponemos a ver una obra y quizás tengamos sentimientos distintos frente a eso que vemos, pero podemos compartir el gusto por esa obra”.

Arte como acción 

El arista habló también de una idea de prejuicio que ronda al arte y de la asociación de su nombre con su obra: “Creo que cuando tenemos un prejuicio es porque desconocemos de qué se trata; cuando hago alguna acción donde trabajo con mucha gente, una vez que esa gente entiende que lo puede hacer, que es algo muy simple, sin ninguna complejidad, más allá de la complejidad que el arte pueda tener en sus significados y que creemos que desconocemos. Pero cuando uno se engancha con el dibujo, con la pintura, con la acción, queda demostrado que todos pueden hacerlo y eso es maravilloso, y entiendo que por ahí va esa cercanía que la gente tiene con mi obra. Esa asociación que la gente hace entre mi nombre y mi obra lo tomo como algo maravilloso, como algo que no suele ser común; tuve muy buenos maestros en mi infancia y eso hace a la conexión y a la empatía que tengo con los más chicos y con el público en general. Soy de la idea de que el arte tiene que estar a mano de la gente; no creo que haya que saber tanto de arte sino que en mi caso lo tomo más como una acción”.

“Por suerte las escuelas fueron cambiando y uno de los lugares donde la educación por el arte es más concreta es en los jardines de infante en el Ciclo Inicial; es el lugar donde más se juega con el arte, con la pintura, con la música, con el teatro, en realidad con la expresión. Por lo general, cuando nuestros hijos dicen que quieren ser artistas, tenemos miedo, pensamos de qué van a vivir, qué será de sus vidas, qué van a estudiar; son reflexiones que todavía existen y lo digo yo como padre. Creo que lo bueno del arte es que nos desinhibe y nos iguala. El arte nos ofrece a los seres humanos otro recorrido emocional que nos despierta los sentidos, nos hace percibir el mundo de otra manera. Por eso digo siempre que el arte debería ser materia en la primaria y secundaria; en el mundo entero se está cuestionando esta cosa de que la educación por el arte debe estar más presente, porque tiene que ver con el juego, con la experiencia, y sobre todo con la comunicación. Vivimos en un mundo con muchas maneras de comunicar y muchas maneras de aprender”, dijo el creador.

Y destacó finalmente, como referencia del crecimiento que ha tenido el arte argentino en el mundo: “Somos un país que vive permanentemente en crisis, y cuando revisás la historia del arte, en las guerras, las hambrunas, cuando las economías están en crisis y cuando todo implique movimientos, el arte siempre es lo primero que emerge. En plena crisis de 2001, nos venían a visitar directores de teatro, escritores, referentes que venían a estudiar el fenómeno de la Argentina porque somos un país donde se produce arte por todos lados; una obra de teatro en la calle con muy poco de dinero se vuelve una experiencia maravillosa. También hubo un gran crecimiento de las escuelas de arte entre 2003 y 2005, donde la gente se volcó a estudiar las distintas ramas del arte: música, danza, teatro, pintura. En las crisis tenemos mucho miedo a las pérdidas, siempre le tenemos miedo a nuestra economía porque perdemos autonomía; en esos momentos, cuando vemos que no vamos a poder alcanzar determinado lugar, quizás dejamos de lado eso y nos dedicamos a hacer lo que en verdad queremos, nos enfocamos en lo que nos gusta, en lo que nos hace feliz, y aparece la creatividad; quizás también uno se vuelque más a lo espiritual porque tampoco es el fin del mundo. En ese sentido, yo soy un emergente del 2000”.

Para agendar

La apertura de la muestra de Milo Lockett en el Museo Murray de Funes (Tomás de la Torre 1726, https://www.funes.gob.ar/museomurray/) será este sábado 25 de marzo, a las 20, con la presencia del artista y entrada libre y gratuita. Luego, la muestra podrá visitarse de lunes a viernes, de 8 a 13, y los sábados y domingos, de 10 a 12 y de 17 a 19, hasta el domingo 4 de junio inclusive. Las escuelas podrán visitar la muestra comunicándose al 4930836 y reservando una fecha previamente.

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