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Mirarse el ombligo

El campo debe acompañar a la reindustrialización de la provincia.

Recientemente Hermes Binner señaló que el gobierno nunca entendió al campo pero este análisis, realizado de manera complaciente frente a los representantes de la Federación Agraria Argentina (FAA), no deja de ser sesgado y carente de propuestas superadoras.

Nadie duda de la importancia que tiene la actividad agropecuaria en nuestro país y, sobre todo, en la provincia de Santa Fe. Pero el campo se mira el ombligo y algunos políticos como Binner le miran el ombligo al campo y le dicen lo lindo e importante que es y cuán injustos son aquellos que no lo hacen.

Entendemos que es hora de que los productores agropecuarios tengan una visión más amplia de su rol en el país, ya que con un sector agropecuario que precisa cada vez menos mano de obra por su alta tecnificación y que lleva al despoblamiento de la campiña, cuya gente va a las ciudades, resulta necesario planificar qué ocupación va a tener esta gente y sus descendientes. El gobierno nacional optó por las retenciones y administrar éstas principalmente para mantener, mediante subsidios, a las grandes concentraciones urbanas que no tienen acceso al trabajo.

Vulnerabilidad

Hoy tenemos altos precios en los commodities agrícolas, pero en la historia económica hay muchas evidencias acerca de la variación de los valores y las consecuencias políticas que pueden generar.

Veamos el ejemplo de Brasil. Con la Primera Guerra Mundial, los países europeos dejaron de comprar café brasileño, a lo que se sumó la crisis de 1929, cuando se exportó menos de la mitad de la producción de café, en un momento en el que existía una gran cantidad de stock. Ello demostró la vulnerabilidad de la política económica sustentada en la exportación de productos agrícolas. El 3 noviembre de 1930, Getulio Vargas, gobernador civil del Estado de Rio Grande do Sul (zona no productora de café), lideró el golpe que rompió la hegemonía de los conservadores –apoyados por los productores de café– en el poder y asumió la presidencia del Brasil.

Getulio Vargas no abandonó al agro, ya que el café siguió siendo la principal fuente de ingresos pero, pese a la crisis mundial de 1929, durante el decenio que va desde dicho año hasta 1939 el crecimiento de la industria brasileña fue del 125 por ciento, mientras que la agricultura no pasó del 20 por ciento. Este desarrollo se debió a la sustitución de las importaciones y al apoyo del Estado con medidas proteccionistas, lo que facilitó que los capitales de los grandes productores de café, principalmente establecidos en San Pablo, se pasaran paulatinamente del agro a la industria.

Motor de la industrialización

El fenómeno de la transferencia de capitales del campo a la industria nunca sucedió en nuestro país. Los tibios desarrollos en la industria de la maquinaria agrícola y aceitera no lograron expandirse al resto del entramado industrial.

La persistente tensión existente entre los sectores industriales, que se refugiaron en los apoyos del Estado, y el sector agropecuario, que se embanderó en el libre mercado, dificultaron recurrentemente los intentos de industrialización y desarrollo de la Argentina durante buena parte del siglo XX.

Es hora de que el campo deje de mirarse el ombligo, acompañe con sus recursos y protagonismo a la reindustrialización de la provincia de Santa Fe y la coloque a la vanguardia de la Argentina.

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