“La música y las canciones son herramientas para la transformación social”, opinó Paz Ferreyra, líder del proyecto musical Miss Bolivia, en diálogo con El Ciudadano. La cantante, compositora y productora, referente en la fusión de cumbia y hip hop en el país, se presentará este sábado, a las 23, en Pugliese (Corrientes 1530) en el marco de una nueva edición de lujo de las Fiestas Fluorescentes que organiza el músico rosarino Alejandro Lauphan. Allí mostrará de qué se trata Pantera, su tercer disco que viene a suceder al exitoso Miau.
En Pantera se oye una maduración musical y artística de la cantante. La sonoridad mantiene ciertas texturas antecesoras pero se abre a un juego nuevo donde puede convivir el pop, el folclore o el rock. En la línea de sus trabajos anteriores fortalece la búsqueda conceptual con temáticas actuales que, con ritmo pegadizo, se hace fundamental a la hora de narrar lugares sociales que aseguran su llegada a las masas.
“Ya con el título quise dar cuenta de una evolución de ese gatito que era Miau. Este felino que es Pantera ahora es más grande, más aguerrido, atrevido y de garras afiladas, más elegante y más salvaje”, simbolizó la cantautora.
Producido por Guillermo Beresñak, y coproducido por Miss Bolivia, el disco habla de amor y desamor, de la mujer trabajadora, el baile como necesidad, la música para la vida y la sanación. Cuando habla de la violencia contra la mujer canta “el femicidio se puso de moda” (en “Paren de Matarnos”) un tema que funciona como un himno del movimiento Ni Una Menos. Y en “Que la rabia nos valga” dice que, “con lágrimas en los ojos y el cuerpo en situación de guerra, nosotras decimos basta” en repudio a la violencia de género y los femicidios. Pero también, dentro de las trece canciones que componen el álbum, ofrece dos reversiones: una de “Gente que no” de Todos Tus Muertos y la otra sobre “María María” de Milton Nascimiento y Fernando Brant (que fuera cortina de la telenovela La Leona) y se permite un tema homenaje al futbolista Lionel Messi.
Como suele ser habitual en sus producciones, para grabar el disco se reunió con grandes exponentes de la canción como Liliana Herrero, Lito Vitale, Hugo Lobo, Ale Sergi, Andrea Álvarez, Marta Dillon y Susy Shock que, en carácter de invitados, le aportaron heterogéneas líneas de contenido.
—En “Pantera” hay una gran maduración artística. El disco tiene mucho para decir y se fortalece tu búsqueda con temáticas que se vienen dando en trabajos anteriores.
—Ya con el título quise dar cuenta de una evolución, de ese gatito que era Miau. Este felino que es Pantera ahora es más grande, más aguerrido, atrevido y de garras afiladas, más elegante y más salvaje. Creo que esta vez pudimos llevar la fusión de estilos más allá de nuestra zona de confort, que es la cumbia y el rap. Y pudimos ir hacia otros géneros con una fusión que nos permitió llegar al rock, al punk rock, al pop y al folclore. En cuestiones de contenido, en las letras, mi intención fue comunicar y dar cuenta de una postal de actualidad contada a veces en primera persona o adoptando otras voces, considerando que la música y las canciones son herramientas para la transformación social.
—De todas las canciones en las que salís de la zona de confort quizá sea “En el Mar” la más arriesgada. Allí jugás con el pop y se nota más esfuerzo y dedicación que en otros temas.
—Todas las versiones que son más exigidas me demandan más trabajo. Decía que mi zona de confort es la cumbia y el rap. Cuando quiero ir a nuevos territorios tengo que investigar y explorar cómo son esos palos. Yo soy una persona muy inquieta que además me aburro fácilmente y por eso siempre estoy cambiando y asumiendo nuevos desafíos. La forma de llegar a nuevos lugares de incomodidad es utilizando sonoridades y también convocando a intérpretes que provienen de otros palos y pueden generar un hilvanado mas natural.
—¿Qué te genera Messi para que le compusieras un tema?
—No soy consumidora de fútbol ni futbolera pero tuve mucha curiosidad por este personaje fascinante. En algún punto, y no es que me quiera comparar con él, sentí una identificación. Cuando las personas adoptan visibilidad son blanco constante de la opinología popular que muchas veces es muy cruel. Un señor que no puede ni correr el colectivo y mira un partido por televisión en el sillón de su casa habla como si fuese el director técnico. Eso pasa en todos los palos, inclusive en la música. Me resulta muy atrapante como un “frasco chico”, como digo yo, tiene un potencial muy grande para llevar absoluta alegría o tristeza a un pueblo. Me encanta su humildad, me atrapa y no puedo parar de mirarlo.
—En el decir de “Pantera” lo importante no es sólo el qué sino también el cómo se enuncian los mensajes contundentes. El ritmo pegadizo y bailable asegura una amplia llegada…
—Para mí es muy importante lo que comunico y la forma de hacerlo. Da cuenta de una postura política, no partidaria pero sí política de lucha social y cultural. Y una de las formas de dar cuenta de estos relatos es asumiendo el lugar social en primera persona, como por ejemplo en el caso de la canción “Paren de matarnos” o “El Paso”, donde adopto el lugar de los propios zapatos, de la persona que tiene esa voz y que fue silenciada. Me parece que mis canciones sirven para mostrar esas voces que permanecen muchas veces en silencio por invisibilidad o temor.
—Se dice que los terceros discos marcan un quiebre en el decir de los artistas. ¿En qué lugar te sentís vos?
—Si me lo preguntás de acá a diez años creo que te diría lo mismo: estoy en el camino. El camino del arte o de la música es un camino a transitar con subidas, bajadas y momentos de plancha. Verlo así me hace correr de la dinámica exitista del mercado. Yo me siento en constante transformación y evolución y asumo la posibilidad de estar permeada a mis tendencias personales y sociales; por eso voy acompañando eso con la música y digo que estoy en el camino.
—Volvés a trabajar con Guillermo Beresñak en la producción; ¿cómo fue ese proceso de trabajo?
—Es el tercer disco que hago con Guillermo y de él podría decir que es mi pareja artística preferida. Hoy me atrevo a decir que no soy yo Miss Bolivia, sino que somos dos cráneos que estamos ahí preparando la música. Este disco nos encontró con una relación personal y profesional muy avanzada y solvente. Estamos en un momento donde uno dice algo y el otro lo completa y entiende. Está buenísimo porque se potencian los recursos. Nos transformamos en una usina.
—¿Sentís una responsabilidad como artista para hablar de ciertos temas actuales?
—Lo mágico e interesante del arte y de la música es que tenemos, no la obligación, pero sí la posibilidad de comunicar y transmitir ciertas herramientas de repudio, resistencia y transformación. Y de tomar conciencia. Yo siento la responsabilidad de asumir ese rol; pero es una opción y no una obligación porque muchas veces se cae en el despotismo de decirle al artista que no hace música de protesta que es un cínico. Yo sí elijo asumirlo pero no quiere decir que esté obligada. A mí me encanta sacar esas postales sociales del pueblo y de nuestra actualidad.