Por: Gastón Marote/ NA
Mohammed Bijeh, conocido como «el vampiro del desierto» mató a al menos 18 personas, 16 de ellas niños de entre 8 y 15 años, y dos adultos y se convirtió así en el caso criminal de Irán en 70 años.
Bijeh era el mayor de siete hermanos y cuando tenía 11 años su pobre y numerosa familia se mudó a Khatunabad, la capital de la provincia de Jorasán, cerca de la frontera con Afganistán y Turkmenistán.
A esa edad dejó la escuela para empezar a trabajar en una fábrica de ladrillos cercana. Dijo que su madre había muerto de cáncer cuando él tenía 4 años y su padre pronto se volvió a casar.
También contó que su progenitor era una «persona bárbara» que lo había golpeado muchas veces y encadenado por las piernas, lo que finalmente llevó a que se sintiera «eufórico» al ver sangre.
Como si esto fuera poco el pobre niño, al poco de empezar a trabajar, fue sodomizado en varias ocasiones.
Bijeh confesó ante el tribunal que entre marzo y noviembre de 2005 violó y asesinó a 16 niños.
Él y Ali Baghi, que también trabajaba en la fábrica de ladrillos, consiguieron que muchos niños los siguieran al desierto al sur de Teherán ofreciéndoles cazar conejos y zorros con ellos.
El modus operandi era apedrear o envenenar a sus víctimas y luego abusaban sexualmente de ellas antes de matarlas. Posteriormente enterraban los cuerpos en fosas poco profundas en el desierto, al tiemp oque solían colocar animales muertos cerca de los cadáveres para ocultar el olor a descomposición.
Baghi era adicto a la heroína y dijo que dudó al principio y solo ayudó a Bijeh después de que lo amenazó.
Varias de las víctimas eran descendientes de familias de refugiados afganos empobrecidos que no denunciaron la desaparición de sus hijos, aparentemente por temor a ser expulsados de Irán.
Los residentes de Jurasán dijeron que la policía no había investigado el caso como se debía y había demostrado una gran incompetencia.
Bijeh estuvo detenido temporalmente durante varios meses, pero luego fue puesto en libertad lo que le dio la oportunidad de cometer siete asesinatos más.
Al final, este criminal fue arrestado nuevamente y acusado de los asesinatos.
El juicio duró dos días y se llevó a cabo a puerta cerrada, una medida diseñada supuestamente para reducir aún más el dolor de las familias de las víctimas.
Sin embargo, los familiares presentes en el exterior de la sala del tribunal causaron disturbios.
Baghi fue condenado a 15 años de prisión, mientras que Bijeh fue sentenciado a muerte por cada asesinato que confesó, así como a 100 latigazos por las violaciones.
Cuatro de los familiares de las víctimas aceptaron dinero de sangre y en esos casos por tanto escapó de la pena de muerte, lo que no lo salvó de la ejecución por los otros asesinatos.
Bijeh fue azotado públicamente el 16 de marzo de 2006 en Pakdasht, cerca de Teherán, ante 5.000 espectadores. El dato llamativo fue que a la madre de una de las víctimas se le permitió ponerle la soga al cuello.
Posteriormente, Bijeh, entonces de 24 años, fue elevado exactamente 10 metros en el aire por una grúa de construcción y ahorcado lentamente mientras la multitud vitoreaba.