La multinacional procesadora de alimentos Mondelez fabrica en la Argentina las galletitas Oreo y con ellas se lanzó a una maniobra desleal para eludir los acuerdos de precios con el gobierno, una estafa monetaria aparte de los cuestionamientos sobre su valor nutricional y exceso de ingredientes artificiales: la empresa lanzó al mercado paquetes del producto con un peso neto de un gramo de más, y no hay error en la cifra, que comercializa a casi el doble de su envoltorio tradicional. De 117 a 118 gramos para embolsar más ganancias.
La estafa quedó al descubierto a partir de que la Secretaría de Comercio Interior de la Nación dispuso la creación del Sistema de Fiscalización de Rótulos y Etiquetas (Sifire) para prevenir los engaños en rótulos o etiquetas y garantizar la transparencia de los bienes y alimentos disponibles en las góndolas.
Uno de los primeros descubrimientos del Sifire fue la práctica de Mondelez, que también incluye a su marca de galletitas Pepitos. Las presentaciones son idénticas en envoltorio, color, diseño y frases, pero con un gramo de diferencia entre ambas. La variación de precios es mucho más abultada: más del 50%.
Ataque al bolsillo y a la salud
La estafa de precios de Oreo no es, tal vez, lo más grave. Se promociona como chocolate y crema, pero se elabora a base de insumos químicos sospechados de nocivos para la salud. Ya trabajadores de una planta de la empresa asentada en Nueva León, México, la denunciaron debido a que la manipulación de diacetileno les provocó problemas respiratorios como cáncer pulmonar y enfisema.
Martha Ojeda, de la organización Worker Justice, reveló en noviembre pasado lo que provoca al ser humano el contacto con ese químico: “En las galletas, en el pan, usan mucho el diacetileno, que causa problemas respiratorios, enfisema pulmonar y cáncer pulmonar. Hay demandas idénticas de trabajadores de Chicago a la empresa Nabisco por la exposición prolongada a esos químicos” con similares afectaciones a la salud.
En el componente nutricional de sus paquetes figuran sal y azúcar en altas cantidades, además del Jarabe de glucosa y fructosa, carbonatos de amonio, lecitina de soja y grasa de palma, entre otros ingredientes que no alimentan pero sí atentan contra una saludable alimentación.
En el libro Mala Leche, de Soledad Barruti, la médica y neurocientífica Jimena Ricatti explica el engaño de las Oreo: «Son el resultado del estudio de nuestros cinco sentidos. Más que generar placer, lo que buscan es disparar una excitación irrefrenable. Y ahí hay una gran diferencia: la industria defiende sus preparaciones diciendo que son productos placenteros, sin embargo, son productos que van más allá del placer, que tienen una intensidad tal que pueden provocar adicción. Hay libros que describen cómo fueron pensadas: la suma de grasa y azúcar, el contraste entre las capas negras más saladas y el relleno blanco extremadamente dulce, la crocantez exterior y el interior más húmedo y blando… se llama contraste dinámico: un lindo sacudón a la mente que se puede completar combinando las galletas con un vaso de leche. La leche limpia el paladar y entonces podés comer más. Un trago de leche, una mordida de Oreo y así hasta terminar el paquete. Es perfecto».
Nestlé verde y caro y un aceite de oliva truchado
El Sifire también descubrió que la empresa Nestlé ofrece dos productos de Nescafé Dolca Torrado que tienen igual tamaño, contenido y variedad, además de idéntica información nutricional, sugerencias de preparación, ingredientes, contenido neto y hasta recomendaciones para la reutilización del frasco de vidrio. Pero uno vale 40% más que el otro. El argumento para vender uno de ellos mucho más caro es presentado como «ecológico». Lo hacen mediante la leyenda «Estamos re-creando nuestro envase, dale nueva vida al frasco», en color verde.
No es que busquen minimizar la contaminación por packaging de un solo uso, sino ganar más con apenas poner un poco de verde en el envase.
En otra de las intervenciones de la Además la empresa Agropecuaria Paso Viejo fue imputada por la comercialización del producto Viejo Olivar que se presenta como “Aceite de Oliva Extra Virgen”, cuando en realidad en la letra chica de los ingredientes indica que contiene aceite de girasol y de oliva.
En la denominación del producto figura la descripción “Aceite comestible mezcla”, lo que en parte desnuda el engaño.
Las multas para cada una de las empresas, que realizan estas maniobras para estafar consumidores puede ascender a un máximo de 550 millones de pesos, pero de la letra legal a la aplicación median acciones judiciales y lobbys de las poderosas alimenticias.