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Móndolo y la despedida de Náutico: «Creo que logramos cosas impensadas»

El entrenador pasó una década en su último ciclo en la ribera rosarina y compartió planteles y éxitos con sus tres hijos. Decidió bajarse de la dirección técnica al menos por un tiempo y paró la pelota para charlar

En la vorágine del día al día del básquet local hay noticias que pasan con rapidez, que generan su impacto momentáneo, pero que luego son reemplazadas por la siguiente y no hay tiempo (o parece no haberlo) para analizarlo. Una de ellas fue la determinación de Gustavo Móndolo de ponerle puntos suspensivos a su carrera como entrenador luego de una década en Náutico Sportivo Avellaneda.

Móndolo supo ser campeón con Atlético Fisherton y conducir a varios elencos (Atalaya, El Tala, Central, Libertad, Alumni) pero su mayor lazo afectivo se generó con Náutico, institución en la que logró tres ascensos y encabezó un proyecto que además tuvo a sus tres hijos como protagonistas. Lo que él vivió como jugador en Ciclón, sus chicos lo experimentaron en la ribera rosarina y eso marca a una familia.

Móndolo no se animó a ponerle un cierre definitivo a su carrera de entrenador, pero dejó en claro que necesitaba un parate: “No quiero ser esclavo de mis palabras porque quizás más adelante me puede picar el bichito de volver a dirigir. Lo que sucedes es que desde mi llegada a Náutico fue toda una vorágine de torneo tras torneo y de repente pasaron diez años”.

El club de la ribera estuvo a punto de bajar a la C en 2013 y Móndolo llegó para intentar revertir ese momento. “La idea era llegar por un año y no paramos más”, contó Gustavo, quien logró tres ascensos con el club, el último en 2017 para instalarse definitivamente en la elite local.

“Digamos que este es un impasse y que seguramente voy a estar colaborando en todo lo que pueda, porque se sigue una línea de trabajo con los mismos entrenadores del club”, aclaró.

En este tiempo, el técnico se dio el gusto de coincidir con sus hijos en las campañas del elenco de la ribera e incluso de festejar éxitos con ellos. “Yo me retiré como jugador en Náutico, fue el primer club que dirigí, y mis hijos hicieron las inferiores en el club, por lo que le tomé un cariño especial. En el primer torneo que llegamos a semifinales con la primera en el equipo estaban Ignacio y Agustín, mientras que en el ascenso en cancha de Central estaba Ignacio y Tomás ya empezaba a jugar. Cuando nos tocó subir en cancha de Gimnasia Tomás era el base suplente del Guille Carrozzo y ya en 2017 en cancha de Newell’s contra Provincial Tomy tenía mucho protagonismo”, recordó para emocionarse: “Es un halago compartir todo eso con ellos, que se hayan contagiado de mi pasión. También es una responsabilidad que desemboca en muchas peleas en la cancha y en casa, que hoy son anécdota porque nos alegra haberlo podido disfrutar en el club que es su casa”.

Una de las perlas de estos años en Náutico es que promovió y potenció a jugadores que se desarrollaron durante varios años en las inferiores del club y que hoy son una realidad en el básquet grande: “Creo que Náutico podría armar un equipo de Liga Argentina mínimo, con Mateo Pérez, Nico Marcucci, Valentín y Vicente Garello, Jere Sandrini, Nacho Bednarek, Santi Ballarena y alguno que me estaré olvidando. Aclaro que ellos tuvieron un corto paso por la primera y que el mérito está en el proceso y en el trabajo de las inferiores. El torneo de la Rosarina es muy competitivo e incluso les serviría jugar un tiempo más aquí en la primera”.

La continuidad en el cuerpo técnico del club tendrá a gente de la casa y Móndolo apoya totalmente esa idea, que fue en parte la que motivó su determinación: “Hay que dejar que crezcan los entrenadores que son más jóvenes y no me quedan dudas de que tiene la capacidad para estar a cargo como Andrés Píccoli o Guillermo Carrozzo, así como los que están en las divisiones más chicas. Están todos compenetrados en la forma de manejarnos y con la línea, aunque cada uno con su individualidad para trabajar. Estos años de Superliga, de jugar Federativo, Copa Santa Fe y Liga Federal nos ayudó a crecer a todos como organización”.

Móndolo se animó a pensar cómo se podría potenciar el torneo local y apunto a un torneo más reducido en equipos: “Como máximo debería tener 16 equipos, porque si hay más de esa cifra es posible que jueguen clubes que se meten en una inversión que no es su prioridad. Pero está muy bien que puedan acceder a plazas en competencias provinciales y nacionales porque eleva el nivel de toda la organización”.

Siempre mesurado, analítico desde el banco, Móndolo le dedicó la frase del cierre a los que lo apuntalaron y colaboraron en su trabajo en la institución de la ribera: “Estoy muy agradecido a la comisión, a Pablo Creolani, a los entrenadores, preparadores físicos y a todos los que trabajan en la logística y organización. Y claro, fundamentalmente a los jugadores que pasaron durante estos 10 años. Creo que logramos cosas impensadas, como jugar a nivel nacional”.

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