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Monos: debate sobre idoneidad del verborrágico intérprete de escuchas

Este miércoles, al sentarse a testimoniar frente al tribunal, el sargento Ariel Lotito dijo que Romero era más que un muy buen compañero, era un amigo con el que había trabajado en Drogas Peligrosas, y que por eso lo convocó para coordinar la Brigada Operativa de la repartición en febrero o marzo de 2013.

“Lotito habla constantemente, habla mucho”. Así lo había definido dos días antes su superior, Cristian Romero, luego de que al declarar como testigo en el juicio a Los Monos le hicieran escuchar dos conversaciones telefónicas con su subordinado, donde la defensa pretendía patentizar el vínculo de la División Judiciales que ambos compartieron con el juez instructor, Juan Carlos Vienna.

Este miércoles, al sentarse a testimoniar frente al tribunal, el sargento Ariel Lotito dijo que Romero era más que un muy buen compañero, era un amigo con el que había trabajado en Drogas Peligrosas, y que por eso lo convocó para coordinar la Brigada Operativa de la repartición en febrero o marzo de 2013. Y le dio la razón a su amigo: locuaz, dijo que a diferencia del juez Vienna él cree que el crimen que en septiembre de 2012 dio origen a esta causa, el de Martín “Fantasma” Paz, “está esclarecido”, y en sintonía con su verborragia se esforzó por cargar sobre sus propias espaldas la investigación que ahora es centro del debate, a diferencia de Romero y otros dos superiores, quienes declararon en días anteriores sólo para descargar la responsabilidad sobre Lotito y afirmar a cada rato que no recordaban los hechos por los cuales les preguntaban.

En su rol de “intérprete de escuchas”, la Fiscalía lo fue guiando en su estrategia de demostrar que la voz que habla por un Nextel interceptado en la causa es la del imputado Ramón Machuca, alias Monchi Cantero, ante la cerrada y continua oposición de las defensas al considerar que el testigo no era idóneo para determinarlo, en tanto no hay especialización policial en intérprete de escuchas. El presidente del tribunal, Ismael Manfrín, no hizo lugar, una y otra vez, a las objeciones. Carlos Edwards, uno de los defensores de Monchi, explicó que este jueves habrá un peritaje de voz por el que peritos compararán ambas voces.

Este miércoles, antes del testimonio de Lotito, Monchi pidió decir unas palabras sobre el suboficial a quien iba a escucharse en la sala de audiencias: “Quería contar una parte para ir desenmascarando lo que vinieron armando contra nosotros. Después del 7 de marzo (de 2013), después de la caída de (Hugo) Tognoli, yo soy culpable de todo lo que pasa en la provincia. A Lotito lo conozco desde 2011, del cumple de 15 de mi hermana. Yo estaba en el cumpleaños con (el entonces integrante de la barra de Newell’s) Daniel Vázquez y me lo presenta. Lotito hacía la seguridad. Ahí me dijo que trabajaba en Drogas Peligrosas y que, aunque lo sacaron en 2006, seguía teniendo buena relación. Para hacerla corta: quince días antes de que nos allanen (en mayo de 2013), me encuentro con Daniel Vázquez en el campo de él y me cuenta que fue a hacer arreglar su Toyota y se cruzó con Lotito, que le dijo que estaban armando la causa por el Fantasma Paz, y que si yo quería arreglar. Y yo le dije: no tengo que arreglar nada, si yo no tengo nada que ver. Es para que le pregunten al testigo”.

Después de enumerar su trayectoria de más de 31 años como policía, la mitad de ellos en Drogas Peligrosas, y diversos cursos en materia de inteligencia, Lotito contó que en la Brigada Operativa él era el coordinador de la información de calle que otros juntaban –también él lo hacía– y que la volcaba en una base de datos, con la cual luego cruzaba información. Enumeró algunas investigaciones previas al homicidio de Paz, que derivó en la megacausa Monos por asociación ilícita que tiene a 25 acusados en el banquillo, 13 de ellos integrantes de la fuerza de seguridad.

Afirmó que consiguieron datos sobre dos asesinatos de la época vinculados con el narcotráfico, como las ejecuciones en zona oeste de Santiago Pérez y Domingo Vivas –en este caso dijo que los sospechosos eran Luis Medina, asesinado en diciembre de 2013, y Esteban Lindor Alvarado–, pero aunque le llevaron material probatorio –dijo– a la luego condenada jueza María Luisa Pérez Vara, ella nunca les ordenó medidas. Tampoco tuvieron suerte con el fiscal federal Juan Murray, quien devolvió a la Justicia provincial una causa por un ataque armado entre facciones narco que terminó con una niña herida en la zona norte, aseguró.

Fue el preludio para que Lotito se despachara sobre el caso Paz y su vínculo con Los Monos. Describió que por información de calle sabían que había sido una venganza por una deuda de dinero y que para ello usaron sicarios; y que el homicidio lo habían ordenado integrantes de la familia Cantero. Dijo que esto era vox populi, tanto en el barrio La Granada como entre policías, integrantes de los servicios de inteligencia y en los pasillos de Tribunales: que Paz se había gastado en una carga de 100 kilos de cocaína que terminó incautada en el norte del país el dinero que le habían confiado para invertir en vehículos y que no tenía cómo devolverlo.

Lotito afirmó que fueron al juzgado de Vienna, le pidieron mirar el expediente, y luego de analizarlo volvieron para llevárselo fotocopiado. Que en los tres celulares de Paz figuraban contactos de la familia Cantero, como Monchi y Ariel “Guille” Cantero –también juzgado en este debate–, y de policías, como un ex jefe de Drogas Peligrosas y Juan “Chavo” Maciel, quien firmó un abreviado por este caso. Y que había mensajes de un tal Diego (a quien identificó como Diego Cuello, hoy procesado en una causa narco con Guille), que le reclamaba dinero. Y que también le exigían la devolución de plata Guille y su hermano Claudio, alias Pájaro, quien era cuñado de Paz, recordó Lotito. E interpretó que Paz tenía alguna relación con el narcotráfico.

A la hora de describir a qué se dedicaba el clan Cantero, Lotito enumeró: vender protección, usurpar propiedades y usarlas para el acopio y venta de drogas, además de homicidios por encargo. Y entre los integrantes, “con distintos roles y en un largo tiempo organizado”, citó al Pájaro, Monchi, Guille, Ariel (el padre de ellos) “y sus respectivas parejas”, con lo que pareció incluir a Mercedes Paz, hermana del Fantasma y apenas citada como testigo en la causa. Después mencionó a “la señora Verdún” (madre de los hijos del Pájaro, con quien éste convivió hasta 2008 y que está sentada en el banquillo) entre las “personas sin escrúpulos” que figuraron como las 44 familias a relocalizar por la instalación del casino en un sector de la villa La Granada.

Estas personas accedieron a una vivienda en un nuevo barrio construido por la provincia, en 27 de Febrero y Colombres, incrementando aún más su patrimonio, dijo Lotito, a expensas de quienes realmente vivían en el villorio mudado y quienes terminaron pagando un alquiler a Los Monos. Aseveró que en distintas zonas el clan Cantero inspiraba terror, por eso a muchas de “las fuentes” con las que se construía la información de calle no las identificaba. Luego agregó sobre los datos que traían sus compañeros: “Yo nunca le pregunté la fuente a nadie”.

Lotito añadió que, el 22 de abril, pidieron escuchas sobre siete celulares, entre ellos uno que suponían usaba Monchi Cantero pero que al final, según su rol de intérprete de escuchas, utilizaba un lugarteniente de Guille, Leandro “Gordo” Vilches (también está sentado en el banquillo), línea de la cual se consiguió información para la acusación por asociación ilícita. También una línea del Negro Ale, Sergio R. (quien estuvo imputado en el caso), que permitió conocer cómo era la operatoria con los teléfonos celulares. Añadió que el número de celular por el que se comunicaba Monchi, punto central del debate entre Fiscalía y defensas toda la jornada de miércoles, se consiguió con tareas de calle. Que alguien se lo aportó a su superior, Luis Quevertoque, y otra persona también se lo dio a él. Y afirmó que al incautar un auto hallaron una caja de Nextel que correspondía a ese aparato.

 

El diccionario del sargento

 

Luego de que Lotito, en su rol de intérprete de escuchas, hiciera gala de una serie de términos de la jerga policial/delincuencial, las defensas produjeron su ofensiva más profunda contra la idoneidad y las conjeturas del “presunto testigo”, como lo mencionó un defensor, y acusaron mala fe de la Fiscalía al intentar introducir contenido de las escuchas en el debate. El juez Manfrín dijo que la jerga no tiene que ver con las escuchas y que cualquier persona que lea novelas puede conocer. Aquí algunas definiciones del sargento:
Torreja: marihuana.
Confites: balas.
Novillos: balas 9mm.
La carga: cargador de la pistola.
El mudo: silenciador.
Cuatro y medio: municiones 11.25mm.
Hermanitas: armas.
La negrita: pistola que según Lotito se usó para matar a Diego Demarre y en el triple crimen de la familia César, en las 48 horas siguientes al homicidio del Pájaro.

 

Desde que robaban caballos

 

Ante una pregunta del fiscal, Lotito dijo por qué conocía los apodos de los Cantero que figuraban en el celular del Fantasma Paz: “Los policías que trabajamos bien conocemos los apodos”. Y contó que los conocía a todos “desde el 91, 92 o 93, desde que robaban caballos cuando eran chicos”, época en que el Pájaro –quien fue asesinado en mayo de 2013– tenía 9 años y su hermano Guille 5.

 

Pruebas admitidas

 

La fiscal de Cámaras María Eugenia Iribarren dijo esta mañana que en la jornada del martes, con el testimonio de una funcionaria de la AFI, el contenido de las escuchas «fue admitido como prueba» por el tribunal. La discusión entre defensores y fiscales giró el martes acerca de la controversia sobre si debía difundirse en el juicio a través de una unidad de almacenamiento de datos digitales como un pendrive o a través de los CDs. «La de ayer fue una jornada importante. No es casual que se plantearan tantos incidentes por parte de las defensas hasta que pudieran reproducirse el contenido de los discos que certificó la testigo con identidad preservada sobre las intervenciones telefónicas que se hicieron y el contenido de las intervenciones», interpretó Iribarren.
La fiscal de Cámaras sostuvo que esta agente de inteligencia «explicó por qué reconocía los CDs como auténticos y enviados por la Oficina de Observaciones Judiciales en su momento. Además reconoció que lo que estaba registrado en esos discos era lo que se había intervenido o escuchado».

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