Search

Montecassino, arrasado

El 15 de febrero de 1944 la aviación norteamericana comenzó el bombardeo del Monasterio de Montecassino, ubicado a pocos kilómetros al sur de Roma.

montecassino

El 15 de febrero de 1944 la aviación norteamericana comenzó el bombardeo del Monasterio de Montecassino, ubicado a pocos kilómetros al sur de Roma, ofensiva que habría de durar tres días. En rigor, las tropas aliadas habían desembarcado meses antes en las costas italianas poniendo en jaque a las fuerzas alemanas que ocupaban la península y el asedio a Montecassino había comenzado en enero de aquel año. En medio de una extensa planicie, destacaba el peñón de más de 500 metros de altura donde se había edificado, en el siglo VI, el primer monasterio de la Orden de los Monjes Benedictinos, creada, precisamente, por San Benito de Nursia, hoy copatrono de Europa.

A pesar de los intentos del alto mando aliado en dar razones de la total destrucción del lugar, la mayoría de los historiadores son de la opinión de que los documentos posteriormente desclasificados dan cuenta de que no hubo un interés militar y estratégico en semejante acto de salvajismo contra uno de los reservorios culturales de Europa, en particular, y Occidente en general. La lluvia de toneladas de explosivos se parece más a la irracional destrucción por parte de los talibanes de las estatuas de budas gigantes en Barniyán, Afganistán, que a la lucha por la libertad que tan frecuentemente protagonizara el sargento Saunders en la recordada serie Combate.

El valor

Acaso fuera ese austero monasterio un símbolo que para algunos había que borrar de la faz de la Tierra. En opinión del sociólogo español Manuel Morillo, “en Montecassino se escribió la regola (la regla benedictina) que durante el derrumbamiento de la civilización clásica contribuyó en gran medida a salvar lo mejor del mundo antiguo y a inaugurar el nuevo”. Y agrega: “Allí, en los grandes scriptoria, los monjes habían copiado obras inmortales que de otro modo se habrían visto destinadas al olvido o a la destrucción. Allí se encontraba el corazón de un probo ejército que desde Escocia hasta Sicilia había trabajado durante más de mil años por la salvación eterna de los hombres, pero también por una vida mejor en la Tierra”.

Con el objetivo de detener el avance aliado sobre Italia, los alemanes trazaron la línea defensiva que llamaron Gustav pero lo curioso del caso es que quien estuvo al frente de esas tropas de ocupación, el general Albert Kesserling, que era bávaro y católico, representante junto con el conde Von Stauffenberg (el que intentaría acabar meses después con Hitler en la célebre pero fallida Operación Valkiria) de esa oficialidad antinazi, decidió no fortificar la colina que presentaba un inmejorable lugar para atrincherar tropas. Quizás lo hiciera por conocer el enorme significado histórico y cultural del monasterio, pero también por razones humanitarias ya que en los últimos meses el lugar se había convertido en refugio de cientos de civiles que huían de la devastación.

Al comentar el triste suceso, Vittorio Messori reflexiona: “Es un dato conocido en la actualidad que los aliados, principalmente los americanos, sabían que en el monte y el interior de la abadía no se hallaban tropas alemanas. También lo es que decidieron la destrucción por motivos no militares, empujados por un deseo de destrucción que sólo puede explicarse por el deseo de hacer desaparecer de la faz de la tierra uno de los símbolos más significativos del detestado papismo católico”.

Actos de venganza

La prueba de mayor peso que viene a demostrar, para la mayoría de los historiadores, que el Monasterio no revestía interés militar ni bélico alguno consiste en un dato inédito en la Segunda Guerra Mundial: los aliados anunciaron con anticipación el día y la hora en que comenzaría el ataque aéreo, lo que se cumplió con la mayor precisión. Ese dato, que por otra parte permitió retirar gran parte de las obras de arte que atesoraba el edificio, entre las que destaca la primera pieza escrita en lengua italiana, habla por sí sólo en cuanto a que se conocía que el lugar no estaba ocupado por tropas enemigas. El bombardeo duró tres días, siendo completa la destrucción, a excepción de la cripta donde se hallaban los restos de San Benito de Nursia y de Santa Escolástica, además de todos los benedictinos ilustres de todos los siglos.

Militarmente, el ataque a Montecassino fue un desastre para los aliados, ya que lograron que un recinto sagrado inofensivo para su avance se convirtiera, por la cantidad de escombros generados por el arrasamiento, en la trinchera perfecta en donde pocos días después se habrían de ocultar las tropas alemanas, que resistieron durante meses el avance aliado, al menos en esa zona. El asalto final se llevó la vida, del lado de los aliados, de más de 30.000 soldados polacos que luchaban en el exilio por la liberación de su lejana patria.

Por desgracia, la infame destrucción de Montecassino (luego reconstruido) no fue el único acto irracional que habría de producirse en Europa. Un año después, en febrero de 1945, a escasos dos meses de terminar la guerra en el viejo continente, la aviación inglesa bombardeó la ciudad alemana de Dresden, una joya del arte barroco sobre el río Elba que carecía en absoluto de valor estratégico. Esa noche dantesca murieron 130.000 civiles bajo las bombas incendiarias arrojadas, según coinciden los analistas, para vengar los bombardeos sobre Londres de años antes. Un indicio de que el ataque a Dresden no tuvo fines militares lo constituye saber que la Iglesia de San Nicolás, joya del arte barroco sajón e ícono de la urbe, se reconstruyó hace 20 años con fondos donados por la reina Isabel II de Inglaterra.

Bonus New Member
linitoto
dongjitu
slot depo 10k
slot depo 10k
10