Una cárcel, una consulta médica, un dormitorio beduino y hasta un avión reconvertido pueden ser los escenarios para amarse por un rato: en Chile los moteles son un negocio dinámico con fantasiosas alternativas.
La oferta de este tipo de alojamiento para enamorados, que incluye siempre una cama y a veces un jacuzzi, luces sugerentes y distintos accesorios de vestuario o juguetes, genera unos 40 millones de dólares al año según fuentes del sector, aunque la discreción es proporcional a su éxito.
Para llegar al Ocho, por ejemplo, es necesario conocer el lugar. En su fachada nada muestra que se trate de un motel con espacios diseñados para satisfacer a los amantes. Su dueña, la escenógrafa Ximena Parra, dejó el teatro para crear ambientes para el amor.
Tras una puerta blindada para aislar los ruidos, se esconde la oscura habitación de un conde, con una cama sobre relieves de piedra esculpida, velas y música clásica. En el mismo pasillo hay un dormitorio beduino, con espejos, cortinas de hilos de colores y olor a incienso.
Todos los detalles están escogidos por Parra, como el pequeño altar a la Virgen de Montserrat en la habitación de la cárcel –venerada por los ladrones en Chile–, o los coquetos zapatos rojos de plataforma en el dormitorio concebido como una discoteca.
Parra recorrió ferias callejeras, anticuarios e internet en busca de la utilería, siempre objetos reales, para que cada cuarto fuera como el guión de una película distinta.
La camilla ginecológica que Ximena consiguió en un remate, cuyo destino final su vendedor nunca supo, reina en el centro de una habitación donde los clientes pueden ser médico y paciente, rodeados de radiografías y sueros junto a una impecable cama blanca.
Las “aerolíneas del amor”
Aunque no todos ofrecen exóticos escenarios, en Chile existen más de 500 moteles, dijo a la AFP Eugenio Saavedra, quien creó la aplicación para celulares “Motelesapp” para encontrar los mejores y más cercanos. “Es un negocio muy rentable. La demanda por moteles es alta”, afirmó.
Ubicados en edificios camuflados o en plena ruta, llama la atención su gran abundancia en un país donde el divorcio recién fue aprobado en 2004.
Se trata de “una sociedad conservadora, donde la religión tiene una impronta muy grande y está repleta de prohibiciones. Una de las prohibiciones es lo sexual expuesto, y los moteles son un lugar de encuentro y resguardo”, explicó a la AFP la socióloga de la Universidad de Chile María Emilia Tijoux.
“Si la sociedad no fuese tan conservadora, no necesitaría esos dobleces, porque sería mucho más directa, explícita, menos pacata”, agregó Tijoux.
El perfil de los clientes es variado, explicó Saavedra: “Estudiantes que no cuentan con un lugar privado. Parejas que buscan salir de su rutina y también muchos infieles que por razones obvias no pueden usar su casa”. Y agregó: “El horario de almuerzo es uno de los momentos de mayor demanda”.
En la ruta a Concón, cerca del balneario Viña del Mar, se divisa una torre de control. En la entrada, un cartel de aeropuerto da la bienvenida a los clientes, y mediante un teléfono interno, una recepcionista indica cómo llegar a las “aerolíneas del amor”.
Se trata de un antiguo Boeing 737 comprado en una subasta por el ex futbolista chileno Javier Margas, quien tras su carrera deportiva optó por el lucrativo negocio de los moteles.
En las entrañas de la aeronave, donde antes estaban los asientos, hoy hay una cama y una ducha. También hay camiones de bomberos, barcos y camiones mineros con camas.