Por Gabriel Profiti, especial para El Ciudadano.
Sin aval oficial para su reelección al frente de la CGT, Hugo Moyano buscará legitimarse en la Justicia, pero en los hechos y forzado por las circunstancias, encarará un repliegue formal a sus inicios en el sindicalismo combativo.
El dirigente sindical que más creció durante el kirchnerismo ya avisó que hará el Congreso Normalizador de la CGT el jueves próximo en el micro estadio de Ferro para ser reelecto como secretario general y paralelamente irá a la Justicia a revertir la impugnación dispuesta por el Ministerio de Trabajo.
Lo cierto es que más allá de lo que depare el largo derrotero judicial que se inicia, la central obrera quedó dividida en tres sectores y Moyano volverá a ponerse al frente de un grupo que lo acompaña desde sus inicios en la disidencia sindical.
De un lado estará un sector mayoritario compuesto por “independientes” y “Gordos”, con los grandes gremios industriales y de servicios entre sus miembros, del otro el moyanismo diezmado, mientras que aún sin posicionamiento claro se ubican los aliados del gastronómico Luis Barrionuevo en la CGT Azul y Blanca. También hay dos CTA, una oficialista y una opositora.
“De qué CGT habla Moyano si no están los metalúrgicos, Smata, ni ninguno de los gremios grandes, es una lástima, pero triunfó el «divide y reinarás»”, confesó a este columnista un hombre que se mantuvo muy cerca del camionero en los últimos tiempos.
Con más o menos aliados el nuevo moyanismo es el mismo sector que compartió desde “Los 25” las primeras luchas sindicales contra la dictadura militar; que luego durante el menemismo se enroló con la CGT Azopardo de Saúl Ubaldini; y finalmente se agrupó en el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA).
Ya no está su socio principal en esa aventura rebelde, el entonces titular de la UTA, Juan Manuel “Bocha” Palacios (falleció en un accidente de tránsito el año pasado y se había retirado en 2006), pero continúan otros alfiles como Juan Carlos Schmid (Dragado), Julio Piumato (Judiciales) y Omar Plaini (Canillitas, en aquel tiempo en un rol secundario).
Sin embargo ahora siente el rigor del cambio de vereda. Varios de sus aliados históricos se quedaron del otro lado o a mitad de camino. El caso emblemático es el de su ladero y titular del gremio de peones de taxis, Omar Viviani, quien es un bastonero del frente antimoyanista que se dispone a abrir un proceso electoral para encumbrar a otro secretario general en septiembre.
En el medio están Héctor Recalde, abogado de la CGT y diputado del Frente para la Victoria, que lo acompaña en la pulseada contra sus rivales pero no quiere alejarse del Gobierno, comportamiento similar al del menor de los Moyano, Facundo.
Otro que analiza sus próximos pasos es Jorge Lobais de la Asociación Obrera Textil (AOT). Lobais está enojado porque otro gremio moyanista, el de Setia, le hizo una presentación en el Ministerio de Trabajo para quitarle afiliados. Por eso no fue al acto en la Plaza de Mayo de hace dos semanas.
El regreso a las fuentes moyanistas será completo: el líder camionero perdió los significativos espacios de poder que había logrado en su alianza con el kirchnerismo y algunos negocios.
Sólo en los últimos días, el gobierno decidió remover a Oscar Vecslir de su puesto como interventor de la Administración General de Puertos (AGP), y nombró en su lugar a, Sergio Borrelli, un dirigente cercano al ministro del Interior, Florencio Randazzo.
Además, Ricardo Luján –hombre cercano a Schmid– fue separado del cargo de subsecretario de Vías y Puertos Navegables y la ultrakirchnerista Lilian Korenfeld asumió como superintendente de Servicios de Salud en reemplazo de Ricardo Bellagio.
Los cambios en la estructura de poder sindical plantean desafíos tanto para Cristina Kirchner como para Moyano. La primera porque tiene que lidiar con un hombre capaz de parar, como mínimo, varios sectores vitales del transporte, como quedó demostrado con el abastecimiento de combustibles hace pocos días.
Moyano, por su parte, se expone a una sangría más grande. Cómo hará para mantener su magnetismo es su reto, pero ya tiene toda una trayectoria de acciones y alianzas que volver a recorrer.
Tal como recopila la biografía El hombre del Camión, de Emilia Delfino y Mariano Martín, su plan de acción de Moyano se basa en consejos que recibió del fallecido titular de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Lorenzo Miguel, en charlas que también compartió Viviani.
Así lo describió el taxista para el libro: “Nunca abandonen el centro del ring, manejen la pelea, obliguen a su contrincante a moverse en el cuadrilátero constantemente, mientras ustedes están firmes en el mismo sitio, dominando la escena”.
Una mirada retrospectiva puede ayudar a ver parte de lo que viene. Al frente del MTA, Moyano hizo alianzas estratégicas con la CTA de Víctor De Gennaro y apoyó a candidatos peronistas opositores, hasta que Kirchner lo llevó para su rebaño.
Paradójicamente, el santacruceño buscó a Moyano y a De Gennaro y postergó a “los Gordos” que habían sido privilegiados por Carlos Menem, antes de promover una unificación de la CGT.