La idea de pasar el domingo en la isla parece que se masificó en la cabeza de los rosarinos. Ayer un grupo grande de personas esperaba en el muelle de la Florida para cruzar, lo que no sólo generó un gran amontonamiento de gente, sino que hace pensar que la isla se va a ver en unas horas repleta como si nada pasara.
Jóvenes y familias con heladeras, reposeras y barbijos se amontonaban para conseguir cruzar en lancha sin que se observaran demasiados controles que dispusieran la distancia social necesarias para el cruce. Lo mismo ocurría en el ingreso a La Florida donde muchísimas personas se volcaron a disfrutar del sol. Claro que a medida que la propuesta se masificaba, menos posibilidad de cuidarse y aislarse como dictan las normas en una ciudad donde los contagios siguen siendo altos.
Otro de los problemas es la vuelta desde la isla, ya que la mayoría de la demanda para el regreso se concentra a las misma hora y las lanchas sólo circulan hasta las 19.
Los controles son escasos ya que poco pueden hacer los agentes municipales frente a tanta cantidad de gente. Los parques también comenzaban a llenarse, con más afluencia de familias con niños que buscaban un espacio verde para pasar el día. Una postal de lugar públicos repletos que promete permanecer todo el verano.