“Bate cana, te vamos a tirotear la casa. La que pinte te vamos a hacer”. Las amenazas las recibió Lorena, la mamá de Milton B, un pibe de 17 años que era el mejor amigo de Valentín Reales, el chico de 15 años que está desaparecido desde noviembre pasado. Fue, junto a su familia, la organizadora de marchas y reclamos para que el adolescente aparezca y eso le valió la enemistad de un grupo de barrio Cabín 9, conocido como los Cuatreros.
El 18 de octubre a las 11 de la mañana, Lorena estaba en Tribunales y dos hermanos, uno de ellos menor de edad, la amenazaron en la puerta del Juzgado de Menores N° 3. Lorena hizo la denuncia porque así le pidieron desde el juzgado. Pero no pasó nada más. No tiene protección, ni ayuda, ni ninguna garantía del Estado para que la situación no termine en un hecho de sangre. Lorena vive en Cabín 9. ¿Qué pasaría si una mujer que vive entre bulevares fuera amenazada en la puerta de un Juzgado? ¿Qué pasaría si esa mujer, la de los bulevares, no la de Cabin 9, denunciara que su hijo está en peligro? A Lorena, después de la denuncia nadie la llamó, ni prometió protección, ni nada. Está abandonada a su suerte junto con su familia, con el miedo a cuestas, y con la necesidad de que alguien se haga cargo de los problemas de violencia en el barrio que parece no tener fin.
Hace tiempo que Lorena y su marido denunciaron la situación que atraviesa su hijo Milton. El 20 julio fue trasladado al Irar, donde lo apuñalaron. Sobre él pesan dos denuncias por balear el frente de una vivienda, pero los peritajes y los sucesivos allanamientos en la casa no arrojan pruebas en su contra. El gran pecado de Milton es haber sido el mejor amigo de Valentín Reales, el chico de 15 años que está desaparecido desde noviembre del año pasado. El gran pecado de Lorena y Sergio, los papás de Milton, es reclamar por la desaparición de Valentín, organizar marchas, denunciar, reconocer en un pozo las zapatillas del chico. Hoy temen por la vida de su hijo y también por la vida de ellos. Y nadie parece escucharlos.
Lorena vende ropa en distintas ferias, las que día a día se multiplican con la crisis. Sergio, su marido, es albañil, y cuenta orgulloso que está en blanco. La casa en la que viven en Cabín 9 es el fruto del sacrificio de toda la vida. Su hijo asiste a la escuela técnica del barrio y está en el segundo año de un taller de motos, que es lo que más le gustaba y que le abría las puertas de un oficio hacia el futuro. Estas capacitaciones se suspenden cada vez que el chico queda alojado en el Irar, un lugar donde según la jueza de menores “el chico está protegido”. Después la madre logró que Milton vaya a una granja. Pero nunca pudo lograr que su hijo vuelva a su casa. Y ahora, aunque Milton no vive allí, la familia es el blanco de amenazas.
La desaparición de Valentín
Lorena recuerda un barrio convulsionado por la pelea entre bandas. También el esfuerzo de Valentín Reales por salir de los llamados Cuatreros y las represalias. Con dolor muestra una foto con la cara desfigurada de Valentín, atacado a golpes con una llave inglesa. Después recuerda que los hermanos de Valentín fueron baleados. Los agresores, según Lorena, reclamaban el regreso del chico a las filas de la banda y “querían que volviera a vender para ellos”.
Al poco tiempo, Valentín se convirtió en un hijo para Lorena y Sergio. Lo cuidaron el tiempo que estuvo con ellos y un día no volvió más.
Con desesperación de padres, ellos comenzaron la búsqueda. Pero nunca lo encontraron. A su vez, armaban la historia de la muerte atroz que sufrió Valentín, ya que muchos de los vecinos aseguran que el chico fue torturado antes de que lo mataran y lo enterraran en un campo cercano. Marcharon por Valentín, pidieron justicia y lo único que lograron es que su hijo terminara lejos y con riesgo de vida.