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Mujer que vive en un rancho se ganó una casa en un bingo

"Vivo en un ranchito hecho de nylon, picanas y chapas. Está en Barrio Belén al fondo. Junto a mi pareja, vivimos de las changas que hacemos. Trabajamos los dos, yo cuido abuelitas a la noche, por ahí me voy a hacer limpieza", contó Susana Martínez

Muy emocionada, Susana Martínez contó su experiencia al enterarse que ganó una casa en un bingo. «Vivo en un ranchito hecho de nylon, picanas y chapas. Está en Barrio Belén al fondo. Junto a mi pareja, vivimos de las changas que hacemos. Trabajamos los dos, yo cuido abuelitas a la noche, por ahí me voy a hacer limpieza».

Primera visita a su nuevo hogar

“Hermosa casa, hoy abrimos el portón y mirábamos por el vidrio, queríamos ver qué había adentro, espiamos por el tapial también», contó Susana. Reveló que su sueño era ganar un auto, venderlo y con eso hacerse una casita. “Pero Dios me dio más de lo que yo pedía».

Recordó que no pudo asistir al sorteo del bingo porque aquella noche del sábado pasado le tocó trabajar cuidando a una anciana. La radio no sintonizaba la emisora. «Entonces le dije a la abuela vamos a dormir nomás, que sea lo que Dios quiera».

La abuela le dijo que la veía nerviosa y se ofreció a curarla del ojeo. Ella por dentro estaba impaciente pensando en el bingo, y se fueron a dormir. Entonces la anfitriona le dijo: «Dormí tranquila que mañana a la mañana te van a venir al golpear para avisarte que sacaste la casa. Yo sonreí nomás». Y así fue.

Sorpresa al día siguiente

Al otro día temprano llegaron su pareja con su hijo, la felicitaron por ganar la casa y ella «no entraba en razón». Tenían miedo que se descomponga y al respecto ella contó: «¡Qué me voy a descomponer si no entraba en razón! Luego me senté a tomar mate en la casa de la abuela, me puse a llorar hasta que vino mi hijo, me dolían los ojos de tanto llorar, vino mi hijo y de vuelta a llorar. Acá en mi casa me esperaban los otros hijos». Riendo dijo que le pareció que la única que no sabía que ganó era ella.

No recuerda quién le vendió el bingo que pagó en cuotas. Sí lo que le dijo para convencerla: le recordó que en 2018 estuvo a un número de ganar la lancha y que ahora iba a ganar, que lo ponga a su nombre, no como el año pasado que lo puso a nombre de su pareja.

«Cuando me llegó la noticia no lo creía, pensé que era una broma, después tuve que reaccionar, me llevaron a mostrar la casa, ahora sí creo que es cierto. Me prendí por la reja, me sacaron una foto, no podía creer pero es realidad, es el segundo año que venía comprando el bingo», concluyó.

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