“Es importante que se incentive la producción local para lograr el desarrollo. Todos hablan de crecimiento pero no de desarrollo: necesitamos el agregado de valor en origen”. Con esta secuencia de definiciones, Mónica Polidoro, integrante de la Asociación de Mujeres Rurales de Argentina, sintetizó una de las ideas que reúne a más de 300 familias distribuidas entre Santa Fe, Corrientes, Chaco, San Luis, Mendoza, Catamarca y Salta, que se proponen una agricultura familiar que pueda dar respuestas no sólo a la crisis alimentaria agudizada por la escalada de la inflación, sino también en otra manera de vincularse con el ambiente, lejos de los agrotóxicos, mucho más sustentable para todo ser vivo.
Sus integrantes poco y nada tienen que ver con quienes promovieron protestas en los últimos tiempos, amparados por los partidos políticos opositores, incluido el último tractorazo que llevó a las agropatronales a la Plaza de Mayo semanas atrás en protesta “preventiva” por el proyecto de impuesto a la renta inesperada, versiones de aumento de retenciones móviles e incluso la iniciativa de un sector del oficialismo de pagarle al FMI con el dinero fugado al exterior por el poder concentrado.
La Asociación, que conciben como una herramienta gremial, nació en 2013 e incluye tanto mujeres como hombres, ya que trabajan con familias. Si bien tuvo dificultades para mantenerse en pie durante la gestión de Mauricio Macri, lograron “resistir”, puntualizó Polidoro.
En realidad, el embrión estuvo durante el llamado conflicto con el campo en 2008, durante la primera gestión de Cristina Fernández, cuando su gobierno intentó aplicar retenciones móviles a la soja. Por entonces, algunas de las luego fundadoras de Mujeres Rurales formaban parte de la Federación Agraria Argentina (FAA).
Luego de múltiples cortes de ruta, movilizaciones masivas y un debate en el Congreso, aquella Resolución 125 fracasó. Sin embargo, la FAA -cuya base de sustentación son pequeñas y pequeños productores- continuó como parte de la mesa de enlace donde además estaban la Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales Argentinas y la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro).
Polidoro recordó el momento: “Lo que siempre dijimos es que la 125 no correspondió, estaba mal hecha. Dentro de la Federación Agraria tuvimos una reunión con dirigentes del gobierno, nos juntamos con Agustín Rossi, con María Eugenia Bielsa y a todas y todos les planteamos lo mal que estaba hecha esa 125. Pero no es que no estábamos de acuerdo, sino que pedíamos que se contemplen los pequeños y medianos productores y que no se los incluyera”.
Este es el momento, especificó, en que nace la mesa de enlace “como instrumento, pero era antagónica para los pequeños productores”: “Que hagan retenciones para la Sociedad Rural, no para los chiquitos”, sostenían en aquel momento.
Por entonces, confió Polidoro, la ex presidenta Fernández concedió una encuentro al sector de mujeres federadas del país que venía insistiendo en reunirse. Sin embargo, “la reunión fue boicoteada porque la conducción de la Federación Agraria no quería, no se entrevistaba con el gobierno nacional como realmente el gobierno pedía”.
“La gestión de ese momento pedía que se hablara con la Federación Agraria, no con la mesa de enlace”, planteó Polidoro. Pero no hubo caso: “La conducción de la Federación decidió erróneamente no asistir a la reunión”.
Polidoro planteó que por “una cuestión orgánica” decidieron no asistir, no rebelarse contra la conducción, y siguieron formando parte de FAA hasta 2013, cuando la situación se terminó de volver insostenible para aquellas personas que no estaban de acuerdo con formar parte de la mesa de enlace junto con los latifundistas que hegemonizaban la conducción.
Polidoro fue desplazada de la dirección de FAA y se generó lo que consideró un hecho político: de un total de 50 asociaciones de mujeres federadas, poco más de 10 permanecieron dentro de la Federación Agraria, “hecho invisibilizado porque nadie lo contó”.
Es ahí cuando nació Mujeres Rurales. Desde entonces, recordó Polidoro, “también se fue Fecofe y la rama interna del Grito de Alcorta. La Federación está desmembrada en estos tiempos. O más bien: está saqueada”.
La mirada de Polidoro es que entre el histórico conflicto de 2008 y los tractorazos que se dieron en el país en el último tiempo, de los cuales tampoco las Mujeres Rurales participaron, hay una línea política que se sostiene: “Sólo querían destituir al gobierno. Y digo esto porque los mismos que en aquel momento generaron ese conflicto y salieron a cortar las rutas hoy se están abrazando con el creador de la norma, que es Martín Lousteau. Hoy todo el PRO es la pata política de la mesa de enlace. Hoy, el tiempo, los hechos demuestran que realmente el motivo de esa movilización no era más que defender a los grandes concentradores de la tierra. El resto no les importaba”.
“¿Qué carajo reclaman? ¿Están en contra de la renta extraordinaria, que es cobrar a los que ganan más de mil millones de pesos? ¿Quién gana más que eso? Están en contra de las retenciones, están en contra de todo, no se sabe bien qué reclaman pero sí sabemos que lo que quieren es un golpe institucional. El campo, el de la concentración, nunca estuvo tan bien como los últimos tiempos”, concluyó.
Futuro agroecológico
La dirigenta piensa que se está construyendo un camino hacia un modo de producción agroecológico, alejado de los modos de producción dominantes. “No creo que sea una utopía. Es una batalla cultural”, definió y consideró que en la educación formal, desde jardín de infantes hasta la academia, hay una bajada de línea “que tiene que ver con la producción a gran escala, no se habla de agricultura familiar ni agroecología, ni agroeconomía, ni de posibilidades de producir a gran escala materia prima saludable para agregarle valor y transformarla en los alimentos que necesitamos los argentinos y argentinas”.
Por eso, agregó, no se trata solamente de pensar o discutir o hablar de productores o grandes terratenientes porque, en realidad, existe “un gran sistema que está empotrado y fortalecido para bajar línea acerca de la producción en cantidad y en mostrarnos como el granero del mundo, cuando lo que tenemos que hacer es el agregado de valor en origen en cada territorio para terminar con esta irracional logística alimenticia, donde un alimento recorre miles y miles de kilómetros mientras lo podríamos tener en el territorio”. “Es cultural la batalla”, reitera.
Para Polidoro, a pesar de que el mercado mundial se mueve en la dirección contraria, no es imposible revertir este camino. “Es todo un proceso. Así es como se logró en Argentina, porque se torció, porque veníamos de la producción de la chacra mixta, de chacras habitadas, pero desde la década del setenta con la sojización empezaron a bajar línea, vendieron el glifosato y toda esa línea comercial tan dañina para nuestra producción y nuestra salud”.
“No creo que sea una utopía producir en gran escala alimentación saludable, es una decisión política y es cierto que hay que girar el timón a 180 grados, pero es posible así como se giró a 180 desde aquellos tiempos, los setenta”, resumió.
Además, consideró que sería interesante que cada intendente o presidente comunal ponga en agenda la producción de los distintos territorios de la región: “Hay muchas tierras fiscales sin utilizar y también hay muchas personas sin trabajo: si se utilizara esa mano de obra para dedicarse a la producción de ganado, tabaco, horticultura, curtiembre, entre otras, se podría avanzar en este camino”.
Finalmente, Polidoro resaltó que uno de los principales reclamos que tienen desde Mujeres Rurales es la reglamentación urgente de la ley 27118 de “Reparación histórica de la agricultura familiar para la reconstrucción de una nueva ruralidad en la Argentina”.
Además, Mujeres Rurales forma parte del Consejo Nacional de la Agricultura Familiar y muchas de sus integrantes han accedido a programas como “En Nuestras Manos”. Aunque consideró que es una buena política de Estado, no termina de llegar a cada productora, a quienes les vendría bien, ya que es un financiamiento para proyectos asociativos de mujeres de la agricultura familiar, campesina e indígena y de la pesca artesanal en todo el país.
Durante 2021 se aprobaron en ese marco 182 proyectos integrales, que involucraban a 2.707 mujeres de manera directa, recordó Polidoro.
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