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Mujeres y trabajo en apps: abrirse paso entre las desigualdades

En los últimos años, las aplicaciones de transporte y reparto de comida crecieron exponencialmente, modificando los hábitos de consumo y a un mercado en el que son cuestionadas por falta de cumplimientos con regulaciones locales. A pesar de los señalamientos legales en torno a las condiciones de empleo, miles de personas encontraron allí una fuente de trabajo. Entre ellas, las mujeres.

Francisca Pereyra es socióloga e investigadora docente del área de Economía del Instituto de Ciencias de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) y analizó, junto a un equipo de investigadores, las condiciones laborales de mujeres que trabajan para la plataforma de conductores Uber y las aplicaciones de delivery Pedidos Ya, Rappi, Globo y Uber Eats, entre los años 2020 y 2021.

En ese marco, encontraron que las mujeres representan un 20 por ciento de la fuerza laboral de este servicio. “Esta cuestión nos llamó la atención porque son profesiones altamente masculinizadas, así que lo que estamos viendo es una irrupción de mujeres en esas ocupaciones. Hay algo que está tensionando la segregación de género típica de este tipo de trabajos”, resaltó.

A partir de la realización de una encuesta de 1200 casos en el Área Metropolitana de Buenos Aires y 70 entrevistas en profundidad, también hallaron que, en las app de transporte de pasajeros, muchas mujeres tenían experiencia previa en ese sector. “No cualquier mujer entra a Uber. Hay un filtro propio que hacen las mujeres y que tiene que ver con que se animen a manejar. Hay que tener en cuenta que en Argentina sólo el 30 por ciento de las licencias de conducir están en manos de mujeres. Lo que más ayuda a que se acerquen a estas ocupaciones es esta experiencia y que el mecanismo de selección es absolutamente impersonal”, precisó. Lo que las entrevistadas señalaron es que no se animarían a postularse en una empresa como repartidora o conductora por temor a ser discriminadas. Por ello, la postulación despersonalizada y on-line, sostienen, resulta mucho menos intimidante.

Otro de los factores determinantes que las motivan a optar por este empleo es la flexibilidad horaria: la posibilidad de elegir el momento del día en el que pueden trabajar, dónde y hasta qué hora les permite conciliar el trabajo remunerado con las responsabilidades de cuidado que le son socialmente asignadas.

Desigualdades afuera y adentro

Si bien tanto hombres como mujeres experimentan condiciones significativas de precariedad en estas ocupaciones, para Pereyra estas últimas enfrentan desafíos adicionales que se relacionan con su condición de género. Por un lado, hay factores externos que tienen que ver con desigualdades preexistentes que hacen que trabajen menos horas que sus pares varones. “Las mujeres en delivery trabajan 8 horas semanales menos que los repartidores y, en Uber, 5 horas semanales menos”, puntualizó.

Según la investigadora, hay tres cuestiones que causan este perjuicio en su desempeño laboral. La primera se relaciona con las tareas de cuidado que recaen sobre ellas, ya que ajustan sus horarios al momento en que los hijos están en la escuela o bajo el cuidado de otra persona. También delimitan la zona de trabajo, al no querer alejarse de sus hogares por posibles imprevistos.

“La segunda es que tienden a sentirse más expuestas que los varones a la inseguridad. Es una preocupación compartida, pero las mujeres lo manifiestan con más fuerza. En general, tienden a evitar el turno noche y también restringen adónde van porque, si consideran que ese lugar puede ser peligroso, cancelan el viaje”, sostuvo.

La tercera cuestión, que afecta más en el caso del reparto de comida, es que las mujeres tienen menos acceso a los vehículos motorizados. “Andan en moto mucho menos que los varones y la bicicleta es un medio de transporte más lento, lo que afecta en la cantidad de pedidos que llegan a entregar y lo que se traduce, a su vez, en menos dinero”, señaló.

Respecto a los factores internos, es decir, aquellos que tienen que ver con las condiciones generadas por las plataformas, Pereyra aseguró que les llamó la atención que “a una misma hora trabajada, tanto para delivery como para transporte de pasajeros, las mujeres ganan un 17 por ciento menos que los varones”.

Por otra parte, ambas plataformas funcionan bajo el mecanismo de precio dinámico: la tarifa del viaje varía según la demanda. Esto provoca que el precio se eleve en los horarios nocturnos y durante el fin de semana. “Justamente esos son los momentos en que las mujeres tienden a no trabajar por sus responsabilidades de cuidado y el miedo a sufrir robos o situaciones de acoso. Esas mismas situaciones son las que las lleva a cancelar un viaje o un pedido, y una de las políticas de estas plataformas es penalizar o bajar el puntaje cuando rechazan una solicitud”, remarcó.

«En algún momento, se va a tener que implementar algún tipo de regulación gubernamental acerca de cómo deben funcionar y ahí hay que tener muy en cuenta lo que pasa con las mujeres”, consideró Pereyra.

Cambia todo cambia

El mercado online que surgió y creció al calor de dichas plataformas es tan dinámico como impredecible. Con tres años por delante para continuar investigando, Pereyra apuntó a seguir de cerca los nuevos escenarios. “Durante la pandemia vimos cómo se incrementó el porcentaje de población local que comenzó a trabajar para estas apps, cuando previamente veíamos que, en su mayoría, eran migrantes venezolanos”, resaltó.

Otra de las líneas a indagar es el impacto de Uber Ellas, una opción en la aplicación de transporte de pasajeros de esa empresa que permite a las conductoras elegir viajes solicitados únicamente por usuarias mujeres: “Esta empresa, más allá de todos los problemas legales que tiene, promueve una política de género que incentiva la entrada de mujeres. Esto lo lanzaron hace un año, así que hay ver cómo está funcionando porque disminuiría mucho el tema de miedos y cancelaciones”.

En este sentido, la investigadora consideró que dichas compañías deberían generar a futuro “mejores condiciones” que fomenten la inserción y permanencia de las mujeres en estos trabajos, así como la paridad de ingresos con sus compañeros varones. “Estas plataformas son muy dinámicas y poco transparentes. Lo que registramos de los algoritmos puede haber cambiado hoy. Pero, en algún momento, se va a tener que implementar algún tipo de regulación gubernamental acerca de cómo deben funcionar y ahí hay que tener muy en cuenta lo que pasa con las mujeres”, concluyó.

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