Lilou es una chica que protagoniza un libro que el artista plástico Jorge Molina ilustró en 2016. El año pasado “saltó” del libro a 13 murales en escuelas de Rosario, también del pincel de Molina. Lilou creció y en 2018 es una adolescente. Con sus amigos, pintan en aerosol, tocan el violín, bailan, leen y escriben. “Modifican un poquito algo que nos hace mal. Tocan la realidad que está sintetizada por el gran sistema financiero y el neoliberalismo”, explicó a El Ciudadano, Molina. Lilou y sus amigos protagonizarán los 20 murales que el artista pintó hace 15 días sobre papel de diario en la vereda de tres bares. El proyecto se llama Murales a Diario y terminará en septiembre. Las obras se incorporarán a una exposición a mediados de abril en el Centro Cultural Fontanarrosa. En julio volverán a la calle. Molina las pegará con papel encolado, una técnica popular en el arte callejero, cerca de los murales que hizo en las escuelas. Al mes siguiente, le sumará nuevas ilustraciones. El final será en septiembre cuando Molina lanzará una nueva búsqueda del tesoro para vecinos, vecinas y visitantes de Rosario.
Cuatro tiempos
Molina pintó a Lilou en el sur de Francia. Mientras recorría la capital del país europeo vio murales grandes hechos con la técnica de encolado, donde se pinta sobre papel, después se pega en las paredes y por último se barniza. A Molina le interesó cómo interactuaban con el contexto callejero y quiso traer la experiencia a Rosario. Eligió la vereda de bares conocidos y papeles de diario. El objetivo no es hacer plata. “Quiero que las personas se acerquen a ver y charlar sobre la obra”, contó a este medio. Para Molina pintar en diarios es una crítica hacia el rol de la prensa hegemónica. “Los grandes medios de comunicación son formadores de opinión”, agregó.
Continuado
Murales a Diario formará parte de una exposición que el artista hará desde el 19 de abril al 20 de mayo en el Centro Cultural Fontanarrosa (San Juan y San Martín) junto con otras obras. El recorrido de los murales no terminará hasta septiembre. En julio Molina los pegará cerca de los trabajos que hizo el año pasado como una continuidad. Son los mismos personajes sólo que más viejos. En agosto les sumará murales más pequeños. “Busco que las personas pueden reconocer que son los mismos personajes que el año pasado, pero más grandes. En los más pequeños intento que estos personajes están coloreando cosas que son tristes o negativas”, explicó. Por ejemplo, el personaje de Lilou coloreará un enorme edificio oscuro hecho de fotocopias de dólares aludiendo al poder de la plata. “Busco representar con imágenes lo que interpreto que forma parte de una realidad que nos oprime y angustia, y de la cual parece que no hay salida. Planteo una crítica y una reflexión. Es un aporte desde lo sensible que nos permita ver las cosas un poquito diferente”, opinó Molina.
En la calle es mejor
Molina insiste en desacralizar el arte. Elige pintar en la vía pública y que las obras se exhiban en la calle. La idea es que el proyecto interactúe con el espacio y los transeúntes, y que el sentido se termine de construir con el paso del tiempo.
Molina resiste pertenecer al “arte con mayúscula”, como define lo que pasa entre las galerías y los museos. En sus viajes a Francia, Molina vio barrios “tomados” por arte callejero. Inclusive notó cómo el municipio europeo hizo concursos y pintadas en medianeras que incluyeron a artistas callejeros. Hoy son parte de los recorridos turísticos. “El arte está vivo y es clandestino. Estoy lejos del arte de la elite. Ahí las obras son un signo de poder y de diferencia social y cultural. Tenemos que recuperar a algunos artistas populares robados por la elite. El arte que hacemos está de nuestro lado”, opina.
Molina está contento con lo que ve en Rosario, como la reciente segunda edición de intervenciones de persianas de locales en el centro y en los puentes.
El principio
Molina pintó el primer mural en la vereda de Burana (Callao y San Luis). El segundo espacio fue Posta Almafuerte, un carrito de la costanera, y el tercero, Bonavena. Molina dijo que está dispuesto a aceptar propuesta de bares o locales.