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Murales denuncian el horror del bombardeo de 1955 sobre el pueblo de Ensenada

Bombas que caen sobre casas de chapa, niños con mirada triste y mujeres que huyen de sus casas son escenas de los 12 murales que integran el Museo a Cielo Abierto y que denuncian cuando las fuerzas armadas bombardearon un barrio de trabajadores y amenazaron con volar la Destilería YPF

Diana López Gijsberts

Decenas de bombas que caen sobre casas de chapa, niños con mirada triste aferrados a sus juguetes y mujeres que huyen de sus casas con lo puesto son algunas de las escenas retratadas en los 12 murales que integran el Museo a Cielo Abierto de la ciudad de Ensenada y que, a modo del Guernica –la emblemática obra de Pablo Picasso que evoca el bombardeo de esa ciudad durante la guerra civil española– denuncian la violencia y el horror del golpe de Estado de 1955, cuando las fuerzas armadas bombardearon un barrio de trabajadores y luego amenazaron con volar la Destilería de YPF, lo que obligó a la evacuación de toda la ciudad.

Quien recorra la ciudad de Ensenada se encontrará con una mezcla de pasado y presente; un pasado que no se olvida y un presente pujante que se asienta sobre esa memoria. Allí está el Fuerte Barragán para recordar que en junio de 1806 se impidió desde sus murallas el desembarco inglés; está la Destilería YPF y la firma YTEC conjugando combustible y ciencia. Sin olvidar al Astillero Río Santiago, el más grande del país, para contar que allí se construyó la Fragata Libertad y que el asesinato y desaparición de 48 trabajadores en la dictadura se sigue honrando en su lucha por ser símbolo de la soberanía naval.

Y en ese recorrido por sus prolijas calles, donde niñas y niños se hamacan y juegan al fútbol en plazas que llevan el nombre de la Madre de Plaza de Mayo Azucena Villaflor o de Julio López, el sobreviviente de la dictadura dos veces desaparecido, nos encontramos, sobre la calle Guggino, en el barrio Campamento, con el Museo a Cielo Abierto instalado sobre el largo muro perimetral del Puerto que, con 12 murales da testimonio de lo ocurrido en ese barrio durante el golpe de Estado de septiembre de 1955, para que esa memoria impida su repetición y sirva como recuerdo y homenaje a la resistencia peronista.

Durante el bombardeo de septiembre de 1955 se incendiaron las viviendas de una manzana de un barrio

“Un museo a cielo abierto es un museo de arte al aire libre, en el espacio público y que tiene como concepto artístico el arte mural”, explica Esteban Bravo, el director de Cultura de la Municipalidad de Ensenada. Cuenta que la idea de hacer un museo de ese tipo en la ciudad fue de Alejandro “Mono” González, el muralista chileno conocido por sus temáticas sociales, quien de visita por Ensenada y mientras realizaba murales en dos escuelas trajo la propuesta a Melina Slobodian, muralista ensenadense e integrante del área de Cultura.

“Al ver este paredón, Mono González dijo que era el lugar ideal para hacer un museo a cielo abierto y como el paredón está frente al barrio Campamento que fue bombardeado en el Golpe militar contra el gobierno democrático de Juan Domingo Perón nos pareció que el museo debía visibilizar esa historia, que debíamos hacer un homenaje al trabajador ferroviario Rodolfo Cholo Ortiz, que vivía en ese barrio y a quien le costó la vida”, expresa Bravo, que agrega que el resto de paredón destinado al Museo que está sin utilizar puede que se destine a reflejar otros aspectos de la identidad ensenadense.

Durante el bombardeo del 16 de septiembre de 1955 se incendiaron las viviendas de toda una manzana del barrio Campamento, llamado así porque allí montaron campamento los obreros que hicieron el Puerto a fines del siglo XIX. Sólo una casa quedó en pie. Está en una esquina, pertenecía a los padres del Cholo Ortiz y fue declarada Sitio de Memoria.

“Armamos el proyecto de Museo a Cielo Abierto, con el respaldo del intendente Mario Secco, el Instituto Cultural bonaerense y el Puerto La Plata, y convocamos a 12 muralistas que tuvieran interés en reflejar esa historia, a quienes propusimos basarse en el trabajo de archivo que hicimos en el Archivo Histórico Municipal donde encontramos los frentes originales que tenían las casas de esa manzana previo al bombardeo. Los elementos de inspiración fueron esos frentes, tratar de reflejar en cada mural una parte de esos frentes», explica.

Los murales reflejan la vida cotidiana del típico barrio obrero portuario

Melina Slobodian precisa a esta agencia que “los primeros murales tienen la misión de reflejar la vida cotidiana de este típico barrio obrero portuario; cotidianeidad que está siendo amenazada, en todos esos primeros murales hay algún detalle que anuncia lo que pasará”.

Así lo refleja el mural de Alejandro Villela que muestra a un matrimonio de ancianos tomando mate en el frente de su casa de chapa y a varios jóvenes que pasean en bote cerca de un Puente Giratorio mientras en el margen izquierdo del mural se ve el avance de los aviones. También preanuncia la tragedia el mural de Irene Castro y Evelyn Vidaurreta quienes dejaron registro de los típicos bailes de carnaval de esa época y entre los niñas y niñas que corren felices con sus máscaras de disfraz se ve a uno de ellos señalar asombrado hacia el cielo, como si viera los aviones.

“A medida que uno empieza a recorrer el Museo se va acercando al momento del bombardeo y en los murales están más presentes los aviones”, precisa Esteban Bravo frente al mural de Pablo Motta, quien pintó el momento en que Cholo Ortiz logró proteger a su familia de las bombas que destruían puertas y ventanas de las casas, escondiéndolos debajo de una mesa, tras lo cual era alcanzado por una esquirla.

Bravo señala un tramo de vereda, imperfecto y con orificios: “Este es un pedazo de la vereda original de la manzana que fue bombardeada, se ven las huellas de las esquirlas, y decidimos rescatarlo y colocarlo acá sobre un tramo de vereda del Museo”.

“El Golpe de septiembre de 1955 se extendió del 16 al 19 de septiembre y en ese período la ciudad entera de Ensenada se evacuó dos veces, a pie o en vehículos se dirigieron a La Plata ante la amenaza de bombardear la Destilería YPF”, recuerda el director de Cultura junto al mural de Mara Valdez, que muestra a una familia yéndose de su casa: la mujer lleva de la mano a un niño que intenta tomar su autito de juguete para llevárselo, mientras el compañero de la mujer aguarda junto a una niña que deja a su perro y guarda sus útiles para escapar todos en un camión de YPF.

A partir de la visibilización de estos murales aparecieron relatos de muchas familias

El Museo a Cielo Abierto también rescata las “voces” de los sobrevivientes y en las paredes, sobre un fondo negro, pueden leerse sus testimonios, entre ellos el de Carmen Santoni: “Estábamos en clase y se sentían los aviones, las bombas y qué se yo. Fue un loquero, cada quien se fue para donde pudo. Cuando llego a mi casa me encuentro con mis familiares, que venían de todos lados, porque decían que iban a bombardear YPF y teníamos que evacuar”.

Melina Slobodian explica que “a través de esos testimonios, o de los titulares de los diarios de la época se va contando lo que pasó, reflejando la complejidad del momento, pero no como un relato cerrado, de hecho a partir de la visibilización de estos murales aparecieron relatos de este episodio en muchas familias, relatos que no se habían contado. Incluso los artistas desconocían esta historia”.

“Además hubo una gran participación de los vecinos mientras se pintaban los murales. Se acercaban a los artistas para colaborar aportando historias, para complementar el relato, o participaban pintando o prestando sus casas para dejar los materiales”, destaca Esteban.

Frente a la única vivienda que quedó en pie tras el bombardeo, la casa de los padres de Cholo Ortiz, los muralistas Lumpen Bola e Ine Pacheco pintaron el rostro de Ortiz, aviones arrojando bombas, la Destilería YPF y al pie una frase de la canción “Había una vez” de Carlos Indio Solari: “Los espíritus soplan si quieren y vos que recién te enterás”.

“Se intentó que el Golpe del 55 pasara a la Historia como un golpe sin violencia, sin muertos y como que el gobierno democrático de Perón había caído por su propio peso y estos murales del Museo a Cielo Abierto son parte de una política de Estado de visibilizar que eso no fue así, de mantener la memoria viva de esa tragedia”, concluye Esteban junto a otro de los murales que, como un mensaje esperanzador sobre la juventud, muestra a una niña, pedaleando en su triciclo, y llevando sobre su vestido rosa la flor No me olvides, símbolo de la Resistencia Peronista.

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