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Murió a los 94 años una matemática pionera de la informática en la Argentina: Rebeca Cherep

Trabajó junto a Manuel Sadosky. Renunció al ámbito público tras la Noche de los Bastones Largos en la dictadura de Onganía. Se exilió con la iniciada en 1976 y regresó tras la asunción de Alfonsín. Estuvo en el equipo que operó la primera computadora instalada en el país, también con nombre de mujer

Rebeca Cherep, una protagonista central del desarrollo de la informática en la Argentina, falleció el lunes último a los 94 años.

Rebeca había nacido el 2 de junio de 1926 en la ciudad bonaerense de Avellaneda, en una familia de judíos rusos emigrados a la Argentina a principios del siglo pasado. Estudió matemáticas en la Universidad Nacional de La Plata, donde obtuvo su doctorado en 1949.

El matemático Luis Santaló, uno de los científicos argentinos con renombre internacional, le dirigió su trabajo de tesis. En 1955, después del derrocamiento de Juan Domingo Perón –con cuyo gobierno Rebeca no comulgaba– comenzó a trabajar en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Cinco años más tarde, asumió al frente de la Secretaría Técnica del flamante Instituto de Cálculo de esa Universidad. Allí trabajó con el matemático Manuel Sadosky. Ambos escribieron el libro “Elementos de Cálculo Diferencial e Integral”, publicado en 1956, reeditado varias veces y convertido en un clásico de las bibliotecas estudiantiles y universitarias bajo el apodo de “El Sadosky-Guber”.

Rebeca fue una de las protagonistas del desarrollo de la informática en el país. Formó parte de la hazaña de incorporar a Clementina, como se bautizó a la primera computadora electrónica instalada en el país, que impulsó los avances del sistema científico nacional. Fundó, junto a colegas del Instituto de Cálculo, la Sociedad Argentina de Cálculo.

El cimbronazo contra la ciencia cortó su carrera en el ámbito público. Renunció a la Universidad luego de la Noche de los Bastones Largos, como se conoce al desalojo violento de estudiantes y profesores, por parte de la Policía Federal, de cinco facultades de la UBA perpetrado el 29 de julio de 1966. Fue el inicio de una sangría de profesionales de las casas de estudio, que renunciaron en masa ante el ataque de la dictadura comandada por el general Juan Carlos Onganía. Fundó entonces la primera empresa argentina orientada al desarrollo de software: Asesores Científico Técnicos.

Rebeca se exilió junto a su familia en Venezuela en 1977 y regresó al país con el restablecimiento de la democracia. Fue subsecretaria de Coordinación Operativa de la Secretaría de Ciencia y Técnica a cargo de Manuel Sadosky durante el gobierno del presidente Raúl Alfonsín. Son proyectos destacables de esos años la Escuela Latinoamericana de Informática (ESLAI), el Programa Argentino Brasileño de Informática (PABI) y las Escuelas Brasileño Argentinas de Informática (EBAIs).

Su trabajo de gestión en ámbitos científicos y académicos continuó: fue asesora de la Secretaría de Ciencia y Técnica Nacional, participó del Directorio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, y fue la principal responsable del proyecto de Ciencia y Tecnología en las Escuelas Técnicas y Agrarias de la Provincia de Buenos Aires a inicios de los 2000.

Clementina, la primera y enorme computadora argentina
Los matemáticos Manuel Sadosky y Rebeca Cherep junto a Clementina.

 

La primera computadora instalada en la Argentina funcionó durante una década, de 1961 a 1971. La falta de mantenimiento durante el gobierno militar de Alejandro Agustín Lanusse fue su certificado de defunción. Hasta entonces, ese equipo con más de 5000 componentes activos y memoria de núcleos magnéticos de apenas 10 bits, 50 mil veces más voluminosa que una PC actual, elaboró modelos matemáticos de cuencas fluviales, se ocupó de problemas lingüísticos y de cálculos astronómicos, entre otros proyectos para varias dependencias oficiales. Se utilizó además para verificar los cálculos astronómicos manuales hechos por el astrónomo ítalo-argentino Francisco Bobone sobre el pasaje del cometa Halley en 1904.

Clementina fue bautizada así por la canción popular Oh My Darling Clementine que figuraba en los programas de muestra del fabricante inglés, Ferranti, compañía que había ganado la licitación internacional del gobierno argentino contra competidoras como IBM, Philco y Remington. Como la computadora tenía un parlante, se podían generar tonos, de manera simple, por software, y le quedó ese nombre. Después, los científicos argentinos escribieron algunos programas para reproducir tangos.

La computadora estaba montada en 14 gabinetes que tenían las funciones de procesador y memoria de trabajo. otros cuatro contenían los cilindros magnéticos con una capacidad total de memoria de apenas 10 bits. Esos equipos ocupaban una habitación. Y, en otra, estaban los cinco racks con las fuentes de poder.

De pionera a chatarra

La revista de los domingos del diario La Nación publicó el 6 de junio de 1971 una nota titulada «Una lágrima por Clementina» sobre el desmantelamiento de la computadora y el anuncio de su reemplazo por otra que iba a adquirirse en una nueva licitación que nunca se hizo.

Ya sin poder funcionar por falta de repuestos, fue desmantelada y sus partes tuvieron el destinos de «residuos». Algunos de los técnicos universitarios que estaban en contacto con Clementina rescataron unos pocos módulos antes de que se vendieran como chatarra, y los conservaron como piezas de colección.

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