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Murió el último caudillo

Dolor y pesar ayer en el sepelio de Carlos Arturo Juárez, quien fuera cinco veces gobernador de Santiago del Estero, fallecido el viernes por la noche de un paro cardiorrespiratorio a los 93 años.

Cientos de dirigentes políticos, sociales y militantes peronistas despidieron ayer los restos del cinco veces gobernador santiagueño Carlos Arturo Juárez, quien falleció de un paro cardiorrespiratorio en una clínica privada de la capital provincial. Durante el cortejo fúnebre, miles de santiagueños se volcaron a las calles para saludar y dar el último adiós a Juárez, cuyos restos fueron sepultados en el cementerio privado Parque de la Paz, en el sur de la capital santiagueña. Así, se fue el último caudillo.

En 2004 fue destituido tras una intervención federal a la provincia y cayó en medio de un escándalo por corrupción y violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar.

Juárez fue electo por primera vez en 1948, durante la presidencia de Juan Domingo Perón hasta 1952; en 1973 volvió a ocupar el la primera magistratura provincial hasta el golpe de 1976. A la caída del régimen fue reelecto en 1983 hasta 1987, 1995 y 1998, y 1999 y 2001.

En el 2002 lo reemplazó en el cargo su esposa, Mercedes Aragonés, alias Nina, período en el que Juárez se desempeñó al frente de la cartera de Justicia de la provincia del norte.

Juárez había nacido el 8 de febrero de 1917 en la ciudad de La Banda; cuarto hijo del matrimonio integrado por Nicolás Juárez Taboada y Elvira López, inició su trayectoria política cuando tenía 29 años y fue designado contador general de la provincia, tras concluir sus estudios de abogado. “El doctor” o “El Tata”, como lo llamaban sus seguidores, fue luego cinco veces gobernador.

Juárez también cumplió tareas legislativas como diputado y senador nacional, además de gravitar durante los sucesivos golpes militares, manteniéndose en contacto con sus seguidores a través de correspondencia desde su exilio español.

Tras su alejamiento de la política y la destitución de su esposa, se convirtió en el primer gobernador constitucional detenido por delitos de lesa humanidad y cumplió durante varios meses arresto domiciliario en su residencia de La Rosadita.

En febrero del 2003 las muertes de dos jóvenes, Leyla Nazar y Patricia Villalba, dieron lugar a una investigación en la que se sugirió que personas estrechamente vinculadas al entorno político provincial y protegidas por Juárez habían estado implicadas en su asesinato y otros actos de violencia. Por estos crímenes Juárez fue condenado y puesto bajo prisión domiciliaria.

Previo a su entierro, un centenar de dirigentes gremiales despidieron los restos del líder peronista de 93 años en el viejo edificio de la delegación local de la Confederación del Trabajo (CGT).

Precisamente el secretario general cegetista, José Gómez, calificó a Juárez de “un líder y conductor” que supo durante su dilatada trayectoria política “defender los ideales y no ceder ante las adversidades”.

Su médico de cabecera y ex diputado nacional Juan Pinto Bruchman dijo que el ex gobernador Juárez “fue un maestro que supo luchar por la dignidad de los santiagueños” y explicó que, “hasta su último minuto de vida, estuvo lúcido y dando indicaciones políticas”.

Otro de sus amigos y compañero de ruta en la política, el diputado provincial Francisco Cavallotti, señaló que “falleció uno de los últimos apóstoles del peronismo, que luchó y nunca negoció sus principios”.

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