«Con mucha tristeza recibimos la noticia del fallecimiento de nuestro Académico de Honor Maestro Juan José Mosalini, ocurrida en Francia en horas de la tarde del viernes 27 de mayo de 2022”, publicó la Academia Nacional del Tango a través de un posteo en redes sociales.
«El Maestro –amplió el mismo comunicado–, con una gran trayectoria en nuestro país, fue fundador en Francia de la cátedra de bandoneón que se transformó en una escuela única para la nueva difusión del género en Europa a partir de la década del 80”.
Su hijo Juanjo Mosalini, también bandoneonista, escribió en sus redes: «Nos dejaste hoy, pero te llevo en el alma. A donde mire veo tu obra. Gracias papá».
Hijo y nieto de bandoneonistas, el artista había nacido en José C. Paz el 29 de noviembre de 1943 y desde pequeño tocó en diversas formaciones hasta llegar a integrar las orquestas de José Basso, Horacio Salgán y Osvaldo Pugliese.
Pero la persecución y la represión sostenida por la Triple A primero y luego por la dictadura cívico militar a partir de marzo de 1976 lo empujaron a Europa, donde se radicó en 1977.
«Aunque trabajaba muy bien con Pugliese (donde integraba la fila de bandoneones con Arturo Penón, Rodolfo Mederos y Daniel Binelli), la enorme represión que tocó a todas las capas me alcanzó tanto por mi participación en el Sindicato de Músicos como por mi adhesión a la Juventud Peronista, aunque ninguna de las dos actividades fueran clandestinas”, recordó en charla con la agencia de noticias Télam en julio de 2019, en ocasión de su visita a la Argentina con el trío que compartía con el pianista argentino Diego Aubía y el violista francés Nicolas Peyrat para una serie de presentaciones en el CCK y en el Festival de Tango en La Usina del Arte.
Fue entonces que el músico llegó a París, el 1° de abril de 1977, «para participar de un disco de Chango Farías Gómez que se llamó Lágrimas y al poco tiempo empecé mi carrera solista allá», precisó en aquella entrevista.
De aquel incierto desembarco, el artista ponderó la ayuda del acordeonista Marcel Azzola que, subrayó, «fue una persona particularmente generosa». Y sumó: «Cuando llegué a Francia me ayudó mucho, sostuvo mi proyecto, me hizo hacer la primera televisión y compartimos varias experiencias».
«Azzola –abundó entonces– fue uno de los grandes acordeonistas del mundo francés que incluía al tango en su repertorio y que se interesó en el sonido del bandoneón que por entonces llevábamos Astor Piazzolla, César Stroscio (como parte del Cuarteto Cedrón) y yo».
Transitando ese espacio entre ambos instrumentos de fueye, Mosalini creó en 1989 la primera cátedra de bandoneón de Europa en el conservatorio de Gennevilliers (suburbio al norte de París), donde, destacó con orgullo, «se forjó un semillero que convirtió a ese lugar en la capital del bandoneón europeo».
«En Francia solamente hay 50 o 60 grupos de tango, otro conservatorio en Rotterdam y orquestas en Noruega, lo que da cuenta del enorme interés que existe por el género», insistió sintiéndose partícipe de un aporte cultural de excepción.
Pero además de su tarea formativa y difusora, Mosalini trajinó escenarios y grabaciones mostrando su estilo hondo, preciso, depurado que lo unió con Gustavo Beytelman, Enzo Gieco y Tomás Gubitsch, entre más, formando los grupos Tiempo Argentino y más tarde el Cuarteto Canyengue.
De su etapa europea corresponden obras como el tango “Fueyazo”, la milonga “Siempre milonga” y el candombe “Nuevo San Telmo” (los tres en colaboración con Daniel Binelli) y el candombe propio “Sábado negro”.
Pero, además, estuvo en contacto con la necesidad de poner al tango a dialogar con otras músicas viajando fugazmente a Buenos Aires para tocar en el Luna Park junto al grupo Alas y Luis Alberto Spinetta.
Esa manera de tocar y de respirar puede disfrutarse en plataformas digitales en la bellísima versión de “Che bandoneón”, que comparte con el texto y la voz del escritor Julio Cortázar.
La presencia musical de Mosalini entregó otra muestra de su dimensión cuando tomó protagónica parte en la primera velada de Piazzolla Sinfónico que en marzo de 2021 inauguró en el Teatro Colón la serie de conciertos de homenaje al centenario de Astor.
«Yo modestamente me metí en el pensamiento musical de Astor esta noche para hacerme ese paseo alrededor de los grandes. Gracias Piazzolla por haber iluminado el camino de la creación y de la libertad musical», expresó emocionado.
También esa noche sobre el escenario principal del máximo coliseo argentino, apuntó: «No puedo evitar decir algunas palabras alrededor de este maestro que fue un ejemplo para la música argentina, para el tango precisamente al que con su incansable trabajo le dio ese certificado de nobleza que le faltaba un poco a esta música a nivel internacional».