«La pena es muy grande. Murió Haydeé Vallino de Lemos, una de las Abuelas fundadoras. El terrorismo de Estado diezmó a su familia. Ella se sobrepuso con la firmeza que la caracterizaba y transformó su tragedia en lucha colectiva», recordó Abuelas a través de un profundo comunicado recordando su vida y su lucha.
Porteña de nacimiento, hubiera cumplido 101 años el próximo 27 de agosto. De joven trabajó en la sección de sastrería de la reconocida Casa Muñoz y allí conoció a quien sería su marido, Alberto Lemos, que era cortador de camisas. Se casaron el 11 de octubre de 1946, compraron un terreno en Caseros y allí construyeron su casa.
Tuvieron tres hijos: en 1948 nació María del Consuelo, en 1951 Mónica María y en 1955 Mario. Con el tiempo, María del Consuelo se convirtió en arquitecta y en militante de la organización peronista Montoneros. «Mónica María empezó a estudiar geología después de descubrir que las piedras hablaban y contaban secretos sobre la historia de la tierra. Mario tocaba la flauta traversa, tenía un taller de cuero en Liniers y era militante de la Juventud Guevarista. Los tres militaban en villas», recordó Abuelas en su escrito.
Enorme tristeza por el fallecimiento de la #AbuelaFundadora Haydeé Vallino de Lemos
Comunicado de prensa:https://t.co/6iLWuEEDwN pic.twitter.com/EjNrADP8pv
— Abuelas Plaza Mayo (@abuelasdifusion) July 23, 2020
Mónica se casó en diciembre de 1975 con Gustavo Antonio Lavalle, compañero de militancia de María del Consuelo. En abril de 1976 nació su primera hija María. Se fueron a vivir a José C. Paz, un barrio humilde, para estar cerca de los pobres. En junio de 1977, Mónica estaba embarazada de nuevo y con su panza de ocho meses fue arrancada de la cama, una noche de invierno. Mónica, Gustavo y María –de tan sólo un año y tres meses de edad– fueron llevados a la Brigada de Investigaciones de San Justo donde estuvieron unos cinco días. María fue dejada en el umbral de la casa de su abuela materna.
A la pareja la trasladaron al centro clandestino “Pozo de Banfield”. En un sótano, Mónica dio a luz a su segunda hija, María José. El 5 de agosto de 1977 secuestraron de su trabajo a Mario. A las semanas allanaron la manzana en dónde vivía María del Consuelo con su esposo, quienes lograron escapar a Brasil.
Con la desaparición de sus hijos, comenzó el calvario para Haydeé y Alberto, que se levantaban temprano y salían a buscarlos. Se dividían los lugares a donde ir y se encontraban a la noche. Un día llegó Alberto con la noticia de que había un montón de gente que iba a pedir por sus familiares al Ministerio del Interior. Al día siguiente no se dividieron y allá fueron los dos. Ese día una mujer le dijo a Haydeé que por qué no iba a la Plaza de Mayo, que allí había otras madres que no sólo buscaban a sus hijos sino también a sus nietos. Haydeé se integró enseguida al grupo, comenzó a participar del equipo de investigación y un día ella misma recibió una pista que la llevaría a su nieta.
Apenas nacida, María José fue apropiada por una mujer policía y por su marido quienes la anotaron como propia. Las denuncias llegaron a partir de 1985 y finalmente se presentó una causa judicial. El juez ordenó un análisis genético. En octubre de 1987 se supo que María José era la hija de Mónica y Gustavo. De inmediato la niña se fue a vivir con sus abuelos y su hermana María. “Quiero decir que a María José la pudimos encontrar gracias a las Abuelas. Porque si no me hubiera unido al grupo, no la hubiera encontrado. Solas no hubiésemos logrado nada”, decía Haydeé.
«Hasta que la salud se lo permitió, siguió asistiendo a la sede de Abuelas para continuar con la búsqueda de los nietos y nietas de sus compañeras. Era conocida por sus comentarios agudos. María y María José la acompañaron siempre, fueron aprendiendo de ella y se incorporaron a la Asociación. Hoy María José es la responsable del área de genética y María, psicóloga de profesión, fue integrante del equipo terapéutico de Abuelas», repasaron desde la organización de derechos humanos.
Con la partida de Haydeé se va una parte de la historia de Abuelas. Ella fue una de las 12 mujeres que hace ya casi 43 años se dieron cuenta que debían unir fuerzas para encontrar a sus nietos y que dejaron todo en esa búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia.
«Que en paz descanses, querida Haydeé, tu legado de amor sigue vivo en tus nietas y en nuestros entrañables recuerdos de vos», es la frase final del comunicado de Abuelas.