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Ni olvido ni perdón

Murió impune: quién fue Sfulcini, represor del Destacamento de Inteligencia 121 de Rosario

Recibió dos condenas en 2013, una la cumplió, por la otra fue absuelto. Fue uno de los interventores de La Vigil: la Justicia nunca lo investigó por este caso. Estaba libre


Murió Carlos Antonio Sfulcini, ex integrante del Personal Civil de Inteligencia (PCI) durante la última dictadura. Murió, como tantos otros, impune. Fue el pasado jueves 3 de octubre pero este lunes empezó a circular la noticia entre militantes de organismos de derechos humanos.

Sfulcini también se llamó Cecilio Santino o Carlos Bianchi: al ser PCI su trabajo requería otros nombres (alias) para poder operar. Fue uno de los tantos espías que formaron parte del Destacamento de Inteligencia 121 de Rosario y que integraron una patota de criminales que secuestró, torturó, mató y desapareció personas durante la última dictadura.

“De noche integraban patotas. De día eran rectores o profesores en la Vigil”

En 2013 había recibido una condena en el marco de la megacausa Guerrieri, en su segunda elevación. Ahí fue condenado a 6 años de prisión por privación ilegal de la libertad agravada por mediar violencia y amenazas y a 20 años de prisión por homicidio. En ese juicio se investigaron los crímenes cometidos en el circuito represivo que incluía La Calamita, Quinta de Funes, La Intermedia, Escuela Magnasco y Fábrica Militar.

Sin embargo, en diciembre de 2016 la Cámara de Casación lo absolvió por el asesinato de Rubén “Tito” Messiez, militante del Partido Comunista (PC) desaparecido en agosto del 77. Como ya había cumplido seis años de prisión por su secuestro, fue liberado. Estaba libre desde entonces.

En marzo de 2017, HIJOS recuperó la herramienta que popularizaron en los noventa: “Si no hay justicia, que haya escrache”. Así lo hicieron en la puerta de su casa en pleno centro rosarino, España al 300. En 2021 sería nuevamente absuelto, esta vez por el asesinato de los militantes peronistas Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereyra Rossi, secuestrados en mayo de 1983 en el bar Magnum (Córdoba y Ovidio Lagos).

Además de todo esto, hubo una causa por la que nunca fue investigado: Sfulcini fue parte de la patota que intervino y vació el enorme proyecto cultural y social que fue La Vigil, en barrio Tablada.

Natalia García, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y autora del libro “El caso Vigil”, habló con El Ciudadano sobre el rol del ex PCI en la liquidación de la institución: “Carlos Sfulcini fue parte vital del vaciamiento material, político y educativo de la escuela secundaria de Biblioteca Vigil tras la salida del hasta entonces rector profesor Rubén Naranjo. De igual forma, el prestigioso pedagogo profesor Mario López Dabat, a cargo del Departamento Educación de la entidad, quedó bajo el mando el genocida Alcides Ibarra junto a otros colaboradores como el psicólogo Raúl Pangia, “agente de censura” según la nómina del personal civil de inteligencia del Batallón 601. De noche integraban patotas. De día eran rectores o profesores en la Vigil”.

El 25 de febrero de 1977 efectivos de la Policía provincial al mando de Agustín Feced, además de agentes de la Marina y civiles profesionales, entraron al edificio ubicado en Gaboto 450, y decretaron una “intervención normalizadora”. Eso significó varias cosas: el secuestro y torturas de la comisión directiva, su posterior desplazamiento, la quema de miles de libros y la destrucción y robo de todo el patrimonio. Dicha intervención duró décadas: recién terminó en 2013.

Además García resaltó que según testimonios de alumnos y docentes “el director ‘Pancuca’ Sfulcini es recordado como una autoridad ‘prepotente’, ‘distante’, ‘merodeador’; el encargado principal de los ‘aprietes’ a los estudiantes bajo el formato de una ‘charla en dirección’”.

Así lo recordaba la profesora Mirtha Taborda: “Los otros [Pangia, Ibarra] estaban en sus cargos, de vez en cuando te caían en los cursos a ver qué dabas, pero Sfulcini más (…) Y el que ahí cumplía con las acciones más violentas, violentas, yo diría de violencia simbólica era Sfulcini. Él, por ejemplo, en los recreos se llevaba a los alumnos que venían temblando (…) y entonces él nos decía que nos fuéramos tranquilos al curso que él tenía la autoridad suficiente como para disponer del tiempo de los alumnos”.

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