Juan Miranda Rosales había llegado desde su Perú natal a Rosario hace poco más de un año. En Lima Había obtenido una tecnicatura en topografía y necesitaba experiencia más allá de las lecturas y los exámenes. Tenía familiares en Rosario y vino a probar suerte en la Argentina.
El domingo, mientras ganaba experiencia en su profesión la fatalidad lo abrazó en el arroyo Tortugas, a 124 kilómetros al oeste de Rosario. Había llegado allí junto a dos compañeros de trabajo para realizar mediciones en el canal que le da nombre al pueblo.
Según informaron fuentes policiales y judiciales, el domingo, mientras se encontraba efectuando tareas de medición en el arroyo Tortugas, cercano al pueblo homónimo, en el límite entre Santa Fe y Córdoba, se resbaló y fue a caer en un pozo. Un día después, sin vida, lo encontraron los bomberos voluntarios de Tortugas.
Ese fatídico mediodía de domingo, según reconstruyó el bombero Daniel Rojas, Juan estaba junto con dos compañeros realizando trabajos para la empresa Grupo SIT, radicada en Rosario. La labor consistía en medir profundidades en el arroyo Tortugas. Estaban a 5 kilómetros de la desembocadura en el río Carcarañá. La distancia entre los operarios era de aproximadamente 20 metros. Había uno en la costa y dos en el agua, que les llegaba hasta las rodillas. En un momento a Juan no lo vieron más y no regresó al punto de partida. El arroyo se lo había tragado.
Era su última jornada y tenía por delante muchos días de franco.
El lunes a las 9.20 los bomberos voluntarios de Tortugas, junto con la Brigada Acuática de la URIII, encontraron el cuerpo de Juan tras un día de búsqueda. Su mochila, celular y herramientas habían quedado a la vera del arroyo.
“Fue una desgracia. El arroyo no es muy hondo, salvo que esté crecido. Pero tiene pozos”, dijo Rojas a El Ciudadano. El bombero, quien conoce la zona a la perfección, dijo que la zona donde cayó Juan posee 10 metros de ancho y algunos pozos pueden llegar a tener 3 metros de hondo. En un primer momento se especuló con que Juan no sabía nadar, pero más tarde familiares del chico confirmaron a este diario que sí sabía hacerlo.
El joven topógrafo estaba muy contento con la ciudad, según contó Igor, un primo que vive en Rosario hace muchos años. Le encantaba la movida cultural de la ciudad y tenía ganas de quedarse a vivir. Había logrado, de a poco, independencia económica. Era jugador de fútbol aficionado y fan del rock, contaron familiares.
Desde el Ministerio Público de la Acusación indicaron la autopsia no arrojó signos de violencia y que Juan murió por ahogamiento. La investigación estuvo a cargo del fiscal Santiago Tosco, de la Unidad Cañada de Gómez.
Al momento de escribir esta nota, la madre de Juan, quien llegó a Rosario este martes por la mañana, intentaba tramitar la repatriación del cuerpo sobreponiéndose a una “enorme burocracia”, según contaron familiares. “Quieren velarlo en Lima, y aparentemente la empresa en la que trabajaba prometió hacerse cargo de los costos”, contó Igor.