Amalia Molina tenía 81 años. En la madrugada del 21 de julio último, personas ni identificadas hasta el momento irrumpieron en su departamento, en el tercer piso de un edificio, ubicado en Mitre al 3000. Todos los indicios indican que la mujer fue víctima de una entradera donde los ladrones le propinaron una brutal golpiza. Tras el ataque, Amalia fue trasladada al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca). Días después y una vez estabilizada fue derivada al Sanatorio Ipam, donde este viernes por la mañana los médicos informaron que había fallecido a consecuencia de las graves lesiones sufridas. Los intrusos que le causaron la muerte no fueron detenidos.
Las personas que entraron a la fuerza al departamento de la mujer la golpearon con tal violencia que le causaron traumatismos severos, fracturas en el brazo y el hueso ocular derechos, además de escoriaciones hepáticas, describieron voceros policiales y judiciales.
Poco después del ataque, vecinos de la cuadra, que está a unos 300 metros del Centro de Justicia Penal, estimaron que los intrusos ingresaron al departamento de la octogenaria por una ventana del balcón a través de la terraza de una edificación lindera de dos plantas. Recordaron, además, que suelen escuchar a personas que “andan por los techos”. Sobre todo, desde que se retiró la fuerte custodia policial que había en la zona, enfocada en el edificio judicial tras una saga de ataques contra el mismo.
La víctima vivía sola, aunque todos los días iba a su departamento otra mujer que la cuidaba y hacía tareas del hogar, fue quien la encontró malherida. Los que al final le causaron la muerte la habían sorprendido, pasadas las dos de la madrugada del jueves 21 de julio pasado, mientras dormía.
La investigación del caso, tras su fatal desenlace, quedó a cargo del fiscal Alejandro Ferlazzo, de la Unidad de Homicidios Dolosos.
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