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Murió Miguel Esteban Hesayne, el obispo que denunció y enfrentó a la dictadura

Durante 20 años estuvo al frente del obispado de Viedma nombrado por el papa Pablo VI el 5 de abril de 1975. Fue uno de los pocos con jerarquía en la Iglesia Católica en haber denunciado torturas y desapariciones en la última dictadura cívico militar en la Argentina

El obispo emérito de Viedma, Miguel Esteban Hesayne, falleció este domingo a los 97 años por una serie de dolencias que lo aquejaban desde hacía mucho tiempo y que estaban potenciadas por su edad. El deceso del monseñor se produjo en su residencia del Instituto Cristífero, de la ciudad bonaerense de Azul, y al que se fue a vivir en 1995 cuando renunció como obispo de la Diócesis de Viedma.

Hesayne se caracterizó por haber sido de los pocos con jerarquía en la Iglesia Católica en haber denunciado torturas y desapariciones en la última dictadura cívico militar en la Argentina.

Hesayne nació el 26 de diciembre de 1922 en Azul, Buenos Aires. Fue elegido como obispo de la diócesis de Viedma, Río Negro, por el papa Pablo VI el 5 de abril de 1975.

Durante 20 años estuvo al frente del obispado cuando renunció por su avanzada edad. Tuvo un rol episcopal intenso durante el régimen dictatorial del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional que entre 1976–1983, siendo uno de los pocos miembros de la jerarquía de la Iglesia Católica de Argentina en criticar abiertamente sus abusos y crímenes sobre los derechos humanos, tales como el asesinato (enmascarado como un siniestro de tránsito) del obispo Enrique Angelelli por una “fuerza de tareas militar” en 1976.

El 21 de abril de 1977, Hesayne intentó presentar al ministro del Interior de la dictadura, Albano Harguindeguy, de visita en Río Negro, los casos de secuestros y torturas que se denunciaban en el Obispado. “Regresé de dicha entrevista, angustiado, apenado y embargado de un gran temor por el futuro inmediato de nuestro país”, escribió tres días después el religioso en una carta dirigida a Harguindeguy.

Hesayne dejó constancia por escrito de que “la tortura es inmoral la emplee quien la emplee. Es violencia y la violencia es antihumana y anticristiana, en frase célebre de Paulo VI para sintetizar la doctrina católica, al respecto”.

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